martes, 25 de diciembre de 2018

1-59 ALG. BAUT. CHIANTLA 1830

1-3-4
6
FRANCISCO HERRERA TELLO- SACADA PARA CASARSE EN GUEGUETENANGO EN 1855-
7
MARIA YNES FELICITAS MUÑOS  HIJA DEL CIUD. JOAQUIN MUÑOS Y DE  LA CIUD. BENANCIA BELASQUEZ ( EN PARTIDAS ANTERIORES ANOTADOS COMO ESPAÑOLES)
MARIA DEL CARMEN PALENCIA-HIJA DEL C. JOSE FRANCISCO PALENCIA Y DOLORES ESPINOZA- (EN PARTIDAS ANTERIORES ANOTADOS COMO ESPAÑOLES) FUE PADRINO EL CIUDADANO  CORONEL Y COMANDANTE GENERAL DEL ESTADO DE CHIAPAS JOSE MARTINES
10
MONICO CANO- SACADA PARA ATITLAN 1851
ESTANISLAO RODRIGUEZ CANO- VISTA PARA TECPAN-GUATEMALA-
12-118
MARIA DE LA VISITACION GARCIA
1832
17
( TIO DE BELISARIO DOMINGUEZ PALENCIA, PERSONAJE DESTACADO DE COMITÁN. CHIAPAS- LA MADRE DE  DE BELISARIO FUE MARIA DOLORES PALENCIA ESPINOSA, HIJA DE FRANCISCO PALENCIA Y MARIA DOLORES ESPINOSA-)

YDEFONSO YGNACIO  FRANCISCO PALENCIA-ESPAÑOL- REGISTRADA PARA COMITAN EN 1855-HIJO DE  C. JOSE FRANCISCO PALENCIA Y DE LA CIUD. MARIA DOLORES ESPINOSA-FIRMA- FERNANDO CORRAL-

____________________________________________
19
JOSE ESCOBEDO MATA
22-127
22
BENTURA ESCOBEDO CALDERON
23
ANA FRANCISCA MAZARIEGOS CASTAÑEDA-SACADA PARA SAN JUAN SACATEPEQUES- 1852
25
MARIA QUINTANILLA MORALES
FRANCISCO LOPES FUENTES
MARIA FRANCISCA DEL PILAR MERIDA  TELLO
26
JOSE  FRANCISCO TELLO MORALES- SACADA PARA CUYOTENANGO AÑO DE 1860-
CLAUDIA LOPEZ- 1850 SACADA PARA PATULUL-
 27
UBALDO TORRES- PARA CASARSE EN  GUEGUETENANGO- 1836
AÑO DEL SEÑOR DE 1833
28-135
NICANORA OLIBEROS
31
MANUEL DEL ESPIRITU SANTO LOPEZ LOPEZ
JUANA BAUTISTA GUERRA GALICIA
AÑO DE 1834
MANUELA FRANCISCO TELLO- PARA SAN PEDRO SACATEPEQUES-1 SEP-DIC 1853
32-40 INICIO
44 (3)
JOSE BALENTIN MUÑOS -HIJO DE  JOAQUIN MUÑOS Y BENANCIA VELASQUEZ-
 (EN PARTIDAS ANTERIORES ANOTADOS COMO ESPAÑOLES)PADRINOS JOAQUIN MONT  Y BACILIA ANTONIA OCAÑA
MARIA DEL CARMEN PALENCIA-VISTA PARA CASARSE EN COMITAN 1857- JOSE FRANCISCO PALENCIA Y DE LA CIUD. MARIA DOLORES ESPINOSA ( EN PARTIDAS ANTERIORES ANOTADOS COMO ESPAÑOLES)-FUE SU PADRINO EL CIUDADANO PEBITERO BERNABÉ LEMUS, CURA P. DE GUEGUETENANGO-
MARIA DE LA SUNCION FERNANDEZ
 47
93-francisca  LEIBA ARGUETA- PARA GUEGUETENANGO  EN 1860-
49-50
51
JOSE ANTONIO CRISANTO  PALENCIA  ESPINOSA-PADRINO EL CIUD. PRESBITERO JOSE YGNACIO  SALDAÑA-
54
PABLO FRANCISCO OLIBEROS LOPEZ
 56-58-59-

miércoles, 5 de diciembre de 2018

II-VI INCENDIO Y SAQUEO A LA VILLA DE HUEHUETENANGO

         CRUZ Y BARRIOS
       INCENDIO Y SAQUEO
    A LA VILLA
DE HUEHUETENANGO
 ENRIQUE DEL CID FERNANDEZ
     GUATEMALA  1967
    
I. “LAS GUAYABAS"

  Diciembre en los Cuchumatanes. Brillan las hojas de los árboles humedecidas por el rocío de la noche. El viento que baja de la altura hace resbalar las gotas de agua hasta la suave tierra donde dejan perceptible y fresca huella. Brilla el riachuelo que serpea en hondo cauce de negruzca roca. Brilla también la laguna de Ocubilá, silenciosa, prolongándose sucesiva, adentrándose mansa, profundamente, lamiendo rejoyas y bordecillos, llenando quebradas con sus largas lenguas de plata acariciadas por los rayos de la luna aquella noche azul, diáfana y tranquila. ...
   El firmamento aterciopelado adórnase con multitud de estrellas y luceros; con sedosas gasas claras que impulsadas por invisibles ráfagas, caminan, caminan y caminan.
   Enclavada en la inmensa cordillera, perdida en una arruga gigantesca y en estratégica meseta de los bajos Cuchumatanes está la aldea "Las Guayabas" donde destacan lucecillas y las pocas casas cubiertas de teja o paja de trigo.
    La primitiva iglesia apunta al cielo con su pequeño campanario piramidal de una sola pieza, rodéala en parte un macizo de chatas que extiéndese hasta el bosquecillo vecino formado por cerones, chalahuites, chulubes y arrayanes bajo cuyo follaje reposan durmiendo centenares de indígenas procedentes de Santa María Nebah, Chajul, Cotzal, Chalchitán y Aguacatán, mezclados entre cacaxtle,, jarros de arcilla, tecomates, suyacales y machetes.
Recién acaba de llegar el último rezago de naturales enganchados para seguir a la partida de rebeldes cuyos ideales cual pólvora encendida en aquella lejana zona de los Altos, inflama ya, como fruto de las intentonas nacidas allende de la frontera, el espíritu de algunos ciudadanos que arriesgan vida, familia y hacienda al contravenir las disposiciones contenidas en la proclama del Sargento Mayor don Julio César de Garrido y Estrada, de fecha 1o. de mayo de 1869 y basadas en el decreto de 4 de febrero de 1867., 'En estas circunstancias, sirven y guían a los que empéñanse en avasallar la institución gubernamental de tendencia conservadora establecida en la república desde hace más de veinte años (1848),

II.CAMPAMENTO
                                                    
Desaparece la luna en la comba sin límite del cielo. Albo­rozo de gallos giros y mugir de vacas prietas, overas y barrosas en los patios de la aldea. Vida y movimiento principian aquella madrugada mientras los luceros se fugan con el alba. Azul, el humo del hogar, asciende en forma de volutas caprichosas confundidas en la niebla...
De una casa con guardias a la puerta, sale el Capitán Motta seguido por tres intérpretes de raza indígena. Dirígense al bosquecillo vecino a la iglesia instando con fuertes voces a los .indios a ponerse en pie y formar en línea. Estos, que duermen vestidos y cubiertos con "capishayes", incorpóranse perezosos recogiendo algunos petates y calándose los sombreros humede­cidos y grasientos. Las órdenes del militar acompáñanse con la actitud de los sargentos que principian a ayudarles en la tarea .de extinguir los rescoldos de las fogatas mantenidas para mo­derar el frío de la altura.
Aquellos que apenas comprenden el español e ignoran lo que son las maniobras militares y menos la obediencia a las voces de mando, actúan sin mayor coordinación. Sin embargo, cuando los traductores advierten que la hora de comer ha lle­gado, acuden presurosos a tomar la ración de totoposte y de birringue  , formando extraña multitud de seres descalzos, de ojos semioblicuos, pronunciados labios, magra presencia, pelo hirsuto y abundante, moreno-amarillenta la color que, con gritos entre­cortados, guturales y medio salvajes manifiestan su alegría ade­lantándose unos a otros para tratar de, llegar primero al reparto.

III EL CORRAL

Al lado del cabildo. suaves rayos de sol alargan las som­bras proyectadas por los postes de "mezquite" que forman un gran corral donde guárdanse ochenta equinos, mulares y otros mancarrones de toda laya y color.,
 Relinchan los sementales percibiendo a la cansada yegua que desciende las veredas arenosas de empinadas serranías, mientras eluden reatas, maneas y lechuguillas que silban amenazantes en su intento de detenerles por el cuello. Tiembla la tierra cuando el tropel de bestias muévese incesantemente en un solo grupo: al arrancar en conjunta estampida y entre nubes de polvo; al doblar repentinamente para esquivar con gallardía y precisión las sogas ahogadoras; o al mancarse con inadvertidas coces lanzadas al azar...
    El vapor que exhalan los ollares es doble niebla que levántase del suelo opacando el brillo de los ojos, el sudor de los ijares y el tornasolar de las crines de los cuellos y las colas. Los que lidian con aquellos animales son hábiles arrieros contrabandistas que hacen mensualmente el recorrido entre El Pino y la frontera, por la vieja, peligrosa y casi desconocida senda que pasa por El Rancho, Tojeloj, Tuispec, Las Cajas y Los Jazmines perdiéndose en las crestas de Tablón Viejo para ascender las serranías de Puchilaj y llegar al paso de Los Limones conduciendo largas recuas de mulares atados de cola y gamarrón y cargados del famoso comiteco. Secos y enjutos, curtida la piel y luenga la barba, avezadísimos en las tareas del "sabaneo y arrejunta" demuestran pronto su larga experiencia: a la luz de aquel amanecer van "cayendo" una a una las mulas grullas, mapanas y mosqueadas; los garañones alazanes, retintos, bayos y tordillos; por último, los caballos caretos, estrellas, calzados, entrepelados, y unos más unalbos, dosalbos o tresalbos .. .
    Domeñados sus ímpetus, son sacados por la puerta principal hacia los apeaderos de la pequeña plaza. Allí, en presencia de los Capitanes Apolonio Cabrera y José María González proceden los mozos a ensillarlos. Los militares revisan cada una de las cabezadas, frontales, ahogadoras y frenos; las barbadas, cerretas y bridas; cinchas, barrigueras y tenedoras; mantillones, sudaderos, acciones, pistoleras y fundas de todos aquellos jaeces, especialmente los de un hermoso tordillo de buena alzada que, alejado de los otros, tasca nerviosamente el freno atado a una basa de los pilares del edificio municipal. Es el caballo para el jefe rebelde, Mariscal de Campo don Serapio Cruz, cabecilla de la facción que ha pasado la frontera amalhayando la victoria y como la suerte le ha sido adversa en varias ocasiones, ha tornado a descabalgar cumbres, veredas, senderos, cerros, crestas y puentes que conducen a Chiapas para soñar de nuevo con un triunfal regreso.

 IV. ANTECEDENTES

La mañana del sábado 4 de diciembre de 1869, en la apenas enjalbegada habitación de la alcaldía encuéntrase el obeso militar sentado ante rústica mesa en compañía de su hijo Ramón, su primo hermano D. Vicente Méndez Cruz y el Coronel Nemesio Polanco. En la puerta de entrada vigilan Ambrosio Xunux y Antonio Velásquez, fieles servidores de sangre quiché mezclada con la de los chujes del alto Cuchumatán. Ambos les han acompañado en todas las intentonas llevadas a cabo por los sediciosos en él correr del año 1869: desde el robo en Nentón donde se apropiaron de varios bultos de mercadería destinada a don Martín Barrundia (6 ,de marzo); el ataque a la línea fronteriza por las vegas del río Ixpil (18 del mismo mes); su posterior derrota en las cumbres de Chibul y su huida hacia Xexamic (20 de mayo); siguiendo con la entrada que les llevó hasta Chajul, Uspantán y Verapaz (5 de junio) detenida por el revés sufrido en el lugar nominado Salquil, en jurisdicción de Santa María Nebah (29 de junio); un asalto al pueblo de Nuestra Señora de la Encarnación de Aguacatán perpetrado por J. Rufino Barrios (6 de agosto); a más del efectuado a la Villa de Chiantla (9 de agosto) a la una y media de la madrugada donde dieron fuego e incendiaron las casas de don Gabriel y don Saturnino Escobedo, tan solo por no plegarse a sus propósitos, y rompieron los enseres del estanco de aguardiente; la nueva incursión que terminó en Sacapulas (15 de septiembre) con el reencuentro librado en el punto "San José" donde fueron vencidos (25 del mismo mes); y por último, el asalto y asesinato del pontero del río Negro (13 de noviembre) fugándose después por la ruta de Chaculá ...
El Superior Gobierno organizó desde un principio el número conveniente de tropas controladas por el Brigadier don Narciso Pacheco Arzú, Corregidor de Quezaltenango e Inspector de las Milicias de los Altos. Estas, tuvieron por principales jefes al Brigadier don Gregorio Solares, los Coroneles Batlle, Godoy y Castell; los Tenientes Coroneles José Domingo Morales, Agustín Cuevas, Mariano Anguiano y Cipriano Peña; los Sargentos Mayores Cayetano Rascón y Julio César de Garrido y Estrada, y un Capitán de apellido Blanco.
La acción conjunta y prolongada de estas fuerzas no fue satisfactoria al gobierno. Así lo prueba la carta del licenciado don Manuel Echeverría y Arrivillaga dirigida al Brigadier Pacheco Arzú, que dice:

 "Guatemala, julio 17 de 1869.
Mui apreciado Señor mío:
He tenido el gusto de recibir su favorecida del 11 del corriente. Parece que lo que ha pasado en el Malacate ha sido una verdadera torpeza, pues habiendo hecho todo el mal posible, dejaron escapar a Barrios, cuya presa hubiera únicamente justificado el paso. Por lo demás no se ha tenido aquí el menor detalle, después de la primera noticia y se está esperando lo que el Coronel Batlle informe, una vez que fué a la frontera con motivo de aquel suceso i sus consecuencias.
"En cuanto a la persecución de Cruz, confieso a Ud. que estoi bastante desagradado, porque no veo plan ni fijeza, i por otra parte he llegado a figurarme que el tal Cruz inspira un gran miedo, apesar de haberse palpado que no tenía elementos en Chibul, ni puede tenerlos hoi como para combatir con tropa regular. Como con usted no tengo reserva, voi a copiarle lo que le digo hoy a don Julio (Julio César de Garrido y Estrada, Corregidor de Huehuetenango) en la carta que incluyo a Usted para que la haga llegar donde esté dicho Señor.
"Siento sobre manera, le digo, las demoras para perseguir a Cruz, porque ellas le proporcionan gran tiempo para reorganizar su facción i por la propaganda de los indios. Fuerzas las hai suficientes para haber emprendido algo, porque además de la Compañía del Capitán Calonge i de las dos baterías de montaña, se ha dispuesto permanezca, hasta nueva orden, en Totonicapam, la compañía del Capitán Blanco. Por lo demás noto con pena que hai vacilaciones i que se hace mucho caso de las especies que se saben, aun cuando vengan de un origen poco autorizado, como lo es la ladina de que Usted habla en su carta al Señor Presidente. Creo que debe formarse un plan, no teniendo en cuenta otra cosa que la posición en que esté colocado el enemigo i los elementos que tenga, i no detenerse, pues el estar variando de pensamiento, como Usted reconocerá, es fatal bajo muchos aspectos.
"Por más que se diga, yo no puedo conceder que Cruz tenga los medios necesarios para habérselas con una columna de 150 a 200 hombres nuestros, pues sí los hubiese tenido, habría comenzado por batir a Rivas, en vez de huir de él. Recomiendo a Usted por lo tanto que no se pierda el tiempo i que se obre con firmeza, sin recelos ni vacilaciones. Aguardar al Coronel Batlle que debe estar ocupado en la frontera de Soconusco, i esperar de Quezaltenango Jefes que no hai, i tropas que no se necesitan, me parece fuera de propósito. Anguiano, según lo convenido con Usted debe estar en Sacapulas, i talvéz habrá contramarchado por lo que últimamente le haya comunicado Usted. Ha¡ pues falta de plan, de combinación i de fijeza en las disposiciones i así será imposible obtener resultados satisfactorios.
"No hai que figurarse un gigante al que todavía es un pigmeo. Al Señor Presidente lo veo tan desagradado que talvez se decide a ir en persona, lo cual desearía yo se evitase, mediante a que si ustedes saben conducir las cosas, no hai necesidad de dar un paso de tanta trascendencia".
"Todo esto digo a don Julio i espero que Usted Señor don Narciso por su parte insinúe al señor Anguiano procurando con sus indicaciones que haya unidad i mucha celeridad en las operaciones que se emprendan sobre Cruz.
"Por acá no hai novedad. Deseo que Usted no la tenga i tampoco la haya en ese Departamento.
"Me repito de Usted afectísimo S. S. MANUEL ECHEVERRIA".

  El Inspector de las Milicias de los Altos, Brigadier Pacheco Arzú, respondió ocho días después:

    "Quezaltenango, Julio 25 de 1869.
     Muy apreciado Señor mío:
Tengo a la vista la favorecida de usted de 17 del corriente. I veo lo que se sirve manifestarme. Agradezco a usted infinito la confianza con que me habla en su citada apreciable. I quedo impuesto de lo que usted dijo al señor Garrido en la que ha tenido la bondad de transcribirme.
"Ciertamente que es demasiado irreparable el modo como se ha manejado la cosa en cuanto a la persecución que debió haberse hecho a Cruz, i la conducta de los jefes y oficiales encargados de hacerla es poco honrosa para ellos mismos. Cruz invadió y se internó en el territorio de la República desde el 4; nada se hizo por el señor Corregidor de Huehuetenango, para perseguirlo pronto i con toda actividad hasta estos últimos días. Semejante inacción es fatalísima, i no encuentro razón que pueda justificarla. Si Cruz hubiera tenido elementos i hubiera estado en capacidad de hacer frente a nuestras fuerzas, es claro que al verificar la invasión, habría a todo trance batido a Rivas en Nentón, siquiera para adquirir más elementos i hacerse de algún prestigio; no lo verificó así i eso prueba su debilidad, cuando por el contrario Rivas le persiguió, i Cruz huyó sin parar. Por consiguiente es un error lamentable el que crean que la facción tenga fuerza y magnitud, para habérselas con los nuestros; i pienso como usted, que 200 hombres bastaban para haberla destruido desde el principio".
"Según las últimas noticias que he transmitido al Gobierno por medio de la Mayoría General, Cruz pasó a la Verapaz, llegando a Cubulco, de donde ignoro a la fecha la dirección que haya tomado. Anguiano i Zelaya iban tras él, i Garrido aun mas atras por el rumbo de Hispantan: en consecuencia, pienso, que, perseguido el enemigo con toda energía precisa en aquel Departamento, i si los comandantes generales de Totonicapam, Sololá, i, Huehuetenango, combinando acertadamente sus operaciones, le cubren i tapan todos los pasos por donde pueda retroceder, poco costará exterminar la facción i aún cojer al cabecilla, para poner término al mal".
"Se asegura que lleva 300 hombres, todos armados; pero si bien creo en el número de gente i aun mucho mas, no sucede lo mismo respecto de armas; porque no es posible bajo ningun concepto que haya logrado adquirir 300 armas, aún cuando fuesen solo escopetas. Todas estas noticias, exageradas á mi juicio, entiendo que provienen del mismo Cruz, que las hace circular, para intimidar a sus p    El suceso del "MALACATE", me ha preocupado bastante, porque lo he jusgado de igual manera que Usted, i mas habiendo dejado escapar a Rufino, con cuya captura se habría justificado la acción".
"La carta para el Señor Garrido, que Usted dice incluirme para que yo se la remitiese, no llegó a mi poder para habérsela dirigido a cualquier punto donde estuviese".
"En este Departamento no ha ocurrido ninguna novedad; todo continúa tranquilo.
"Afectísimo Servidor Q. B. S. M.
NARCISO PACHECO".

V.PLANES

El Mariscal Cruz había podido evadir el perseguimiento no sólo por la indolencia y falta de coordinación de sus contrarios, sino también por el conocimiento topográfico que tenía de la región. Le eran familiares las fronteras del Departamento donde desarrollaba sus correrías; tanto, que podía repetir de memoria los nombres de los poblados, aldeas y caseríos intermedios entre la peña de Rincón Tinaja y El Tepeguajal, por el Occidente; los que se encuentran entre la laguna de Chiaquil hasta Ichmujop, por el Nor-Oriente; los comprendidos en la ruta de Jolomguay). a Pichiquil, por el Oriente; y por último, los de la zona de Yxquihuilaj hasta San Antonio el Organo, por el lado Sur.
Conocía cómo experto de veinte años atrás, los parajes y Altozanos, los sitios y lugares, las veredas y quebradas, las haciendas, potreros y aguajes; los oteros y pasos especiales, senderos y cañones y los vados escogidos de los ríos, tanto en la época de lluvias como en la de secas. Desde 1848 los había recorrido por su cargo de Comandante en Jefe de las fuerzas del Gobierno. Asimismo, la extensa faja limítrofe entre Totonicapam y la Verapaz, faja donde movíase velozmente de uno a otro extremo desconcertando a sus enemigos...
    Ahora, en una aldea perdida en el confín de las montañas, madura con sus allegados el plan de ataque contra la villa de Huehuetenango cuyo Corregidor y Comandante General Interino, Capitán don Aquilino Gómez Calonge, se ha negado a rendir la plaza. Valiente actitud opuesta a otro del mismo cargo y situación: aquel Capitán don José Mariano Avila que dos años atrás, el 17 de febrero de 1867, al verse amenazado por el mismo guerrillero evacuó la población llevándose los fondos del Tesoro Público y dejando a los civiles en manos de los facciosos que penetraron en la zona urbana haciendo "de las suyas" por más de dos horas.
   Un ajado papel está extendido sobre la mesa. Su hijo Ramón encaminase hacia la ventana y ábrela del todo para que  llegue la plena claridad. El plano primitivo que contiene el papel enseña uno a uno todos los accesos y entradas naturales a Huehuetenango: sus colinas cercanas, calles, edificios principales, puentes, ríos que circundan la cabecera, etc. El indice regordete del Mariscal deslizase señalando con rapidez las prominencias estratégicas que dominan la plaza defendida por el Capitán Gómez Calonge. En concepto de Cruz, cuatro son las principales:
a) El cerro a cuyo pie está la fuente de "Tajaguaque", detrás del templo del Calvario, por el Nor-Este sobre el camino de herradura que conducía antaño a la villa de Chiantla.
b) El llamado "del Maíz", rodeado de barrancas de las cuales sobresale cercano a los bajos Cuchumatanes.
e) El de la "Cruz", en pleno paraje de Jumaj.
d) Y, por último, el nominado de "San José" que destaca notoriamente entre las cañadas que se internan rumbo a Chimusinique.
Cruz, jefe muy capaz en las luchas de montaña, señala la distribución de las fuerzas, sus comandos,y los sitios principales de acceso a la población. Unos amagarán por el cerro "del Máíz", a donde pueden llegar fácilmente'sin ser vistos siguiendo el cauce del río "de los Molinos"; en tanto, el Coronel Nemesio Polanco y J. Rufino Barrios con 700 indígenas de Cotzal, Chajul y Cunén proseguirán descendiendo hacia las llanuras situadas al Oeste y atacarán por ese punto. El flanco derecho compuesto por 300 hombres naturales de Aguacatán y Chalchitán bajo las órdenes de los Capitanes Bernardo Motta y José María González, tomará la Villa por la banda Norte, confundidos entre los bosquecillos y matorrales que, barranca de por medio, comunican con los traspatios de las casas de don Manuel Santiago, don Mariano Castillo, don Juan Francisco David Ríos y Matta, don Rufino Aguirre y don Ventura Arriola. El Mariscal, con sus hijos Ramón y Felipe y el Capitán Apolonio Cabrera, acompañados de parte de la caballería e infantería ocupará la prominencia de 'Tajaguaque", esperando el momento oportuno y decisivo para cargar por el lado del Calvario y encontrar pronto al grueso de las huestes en el centro de la plaza, rematando así el ataque organizado y bien dispuesto.

VI. PREPARATIVOS DE LOS FACCIOSOS

Mientras en "Las Guayabas" se decide la suerte de la tranquila Villa, otro de los hijos del Mariscal, Felipe Cruz, se­guido de J. Rufino Barrios —que no hace mucho se ha unido de­finitivamente a los invasores desde su fracaso en las márgenes del río Ixpil y el asalto y asesinato al puntero del río Negro ­encuéntranse en Chiantla estudiando detalles y obteniendo datos fidedignos en casa del Coronel Evaristo Cano, uno de los bastiones de la causa rebelde y persona que les facilita seguras no­ticias para su paso y una posible retirada ...
Este Coronel Cano es el—motor principal que ha engan­chado a los indígenas con la promesa de aumento de tierra en las comunidades, aguardiente más barato y saqueo general. Ahora que se planea el ataque a Huehuetenango, el Coronel no ha es­catimado medios y los indios engrosan las filas deslumbrados por el acicate ambicioso de la "mano libre" que se les ofrece.
Cruz no ignora estas promesas y, aparentemente, es el más empeñado en que se cumplan-, mas, sabe que a la masa que le sigue será imposible contenerla una vez haya iniciado la lucha. En ocasión anterior, se negaron a volver con él alegando que preferían esperar para "matar a los ladinos" de cierto pueblo .. .
       Pese a todo, sale el Mariscal acompañado de sus princi­pales allegados para inspeccionar el campamento: a un lado, cercanos, los ladinos armados de escopetas y uno que otro rifle conversan animadamente; más allá, aguacatecos, cotzaleños y nebajeños asientan el filo de sus machetes sobre piedras que en­cuentran en el sitio; en las afueras de la aldea, los indios de Chalchitán asolean regular cantidad de pólvora bajo la direc­ción del Teniente Coronel Juan de Dios Méndez; otros, fabrican "tacos de pita floja" y el resto muele carbón, pulveriza azufre y agrega salitre para aumentar la reserva del precioso combus­tible. Pablo Villatoro, minero que sigue a los rebeldes, dáse a la tarea de fundir plomo para la hechura de balas y gruesos perdigones en moldes de arcilla cocida destinados al uso de es­copetas, fusiles y viejas pistolas. No llegan a la media docena los hombres armados con rifles de retrocarga, mas no de esos que por su sistema de impulso manual constituían la maravilla de la época.
   El Mariscal Cruz avituállase cómo y dónde puede. La provisión de boca y guerra no le preocupa; los pueblos tienen que soportar la carga del avío obligado para el mantenimiento de sus hombres: maíz, tortillas, birringue, totoposte, leche, quesos, reses, huevos y aves de corral; frutas y legumbres, ca­ballos de silla, mulas, machos y burros de carga; armas blancasy de fuego, todo se incauta y a los vecinos pudientes les obliga a cesiones monetarias forzadas. Los habitantes ven con temor los movimientos de los revoltosos y entregan sin resistencia lo que piden para no exponerse a abusos que en ciertas ocasiones les han llevado a perder la vida.
Chiantla representa para Cruz y su gavilla un remanso en sus peligrosas actividades. En este pueblo cuenta con numerosos prosélitos. Ellos, después de una de las derrotas sufridas por el Mariscal el 18 de mayo de 1869, quisieron iniciar por su cuenta —azuzando a los indígenas que les escucharon— un intento de saqueo a la villa de Nuestra Señora de la Concepción Huehuetenango...
    Rara e inexplicable inquina que,:, tiempo después les llevó también a secundar el "movimiento" encabezado por el Coronel ex-Vicepresidente de la República don Vicente Castañeda (27 de octubre de 1887), degenerado en alevoso ataque a la ya entonces ciudad de Huehuetenango, y la consiguiente derrota de aquellos alteradores del orden público cuyos principales jefes perdieron la vida por instigadores de tan peregrino como injusto proceder.

martes, 4 de diciembre de 2018

AGUNAS DEFUNCIONES -SALCAJA-1907-193

Defunciones 1907-1933
SALCAJA
1-5-6-9- ROSAURA GRAMAJO MAZARIEGOS-10-MARIA CRSITNA MANRIQUE ESCOBAR-14-20-22-( 30-31 ) OCTUBRE DE 2018 15.24 P-M- MIERC-SALCAJAJA 29 DE MAYO DE 1925 ROMANA CASTILLO DE LOPEZ HIJA DE LUIS CASTILLO Y DE ROSALIA DE CASTILLO, CASADA CON SILVESTRE LOPEZ, AMBOS ORIGINARIOS DE LA CABECERA DE HUEHUETENANGO, - 26 EMILIO CORDOVA-26-28-LEONEL SOTOVANDO GRAMAJO-29-30-32-38-40-46-48-49 MARIA TERESA CORDOVA ARGUETA-50-52 ROSENDO MARIQUEZ GRAMAJO-55-60-1071-OFELIA LETONA HIJA DE TERESA LETONA, CASADA CON TERESO HIDALGO-64-66-68 (108)-70-75-79-80-83-90-93-sabado 10 de octubre de 2018-98-100 (158)-101 JUVENTINA MANRIQUEZ-107-110-112-(182)-FALTA REVISAR -183 Y 184) 113-(186 )-118-OLIMPIA VALDEZ-120-125 sinforoso GRAMAJO-126 FLORENCIO PARDO-130-133-136-NORBERTO DE LEON CALDERON-140-142 AGUSTIN CALDERON-146-147-149 OTILIA CORDOBA-150- (255)VICENTE LOPEZ HIJO DE  VICENTE LOPEZ Y DE PILAR LOPEZ-lunes 19 nov 2018-156-158 ANTONIO LOBOS OSORIO-160-YNES VIRGEN ALVARADO-167-169 CRISTINA CALDERON SOTO-170-171-172 (292)-177-180-181 inicio-183-189-190-192-(15)-viernes 23 nov 2018-200-205 LUCILA ANGELICA GRAMAJO-209-210-211-217-DELIA -220-CELADA-3 NOV 2018-230-235-237 (93)-240-242-MARIA CALDERON LOPEZ-248-250-(115)

viernes, 23 de noviembre de 2018

1-HUEHUETENANGO, LACANDON

HISTORIA
DE LA CONQUISTA DE LA
PROVINCIA DE EL ITZA

REDUCCION, Y PROGRESOS DE LA DE EL LACANDON,
Y OTRAS NACIONES DE INDIOS BARBAROS, DE LAS MEDIACIONES
DE EL REYNO DE GUATIMALA, A. LAS PROVINCIAS DE YUCATAN, EN LA
AMERICA SEPTENTRIONAL
ESCRIBELA DON JUAN DE VILLAGUTIERRE SOTOMAYOR, ABOGADO, Y RELATOR, QUE HA SIDO
DE LA REAL CHANClLLERIA DE VALLADOLID:
Y AHORA RELATOR EN EL REAL, Y SUPREMO CONSEJO DE LAS INDIAS


 CAPITULO III 

Falta de fomento en los Alcaldes Mayores para las conversiones.
MARGINALES.—Los alcaldes mayores no gustaban de la reducción.
Después, en el año de 1679 por noticias, que dió don Juan de Urquiola,  Oidor de la Audiencia de Guatimala, al Real Consejo de las Indias, expresó: que en las tierras de los cuatro obispados de el distrito de aquella Audiencia,  que son, Guatimala, Chiapa, Nicaragua y Honduras, que todos tienen la  mayor parte a la mar del Norte, había gran número de indios gentiles, y que  eran muy pocos los que se convertían, desde las primeras conquistas de  aquellas provincias. 
Por lo cual, sería muy conveniente, que parte de los religiosos, que de  España se enviaban en misiones, fuesen asignados para este ministerio; y  que los Obispos, y justicias de aquellas provincias, y obispados, los asistiesen,  con todo el fomento, y auxilio necesario; porque era gran lástima, y compasión, se dejasen perder tan inumerables almas, a los mismos ojos de la  cristiandad. 
Avisaba así mismo Sebastián de Olivera, Alcalde Mayor de la Provincia de la Verapaz, de como algunos religiosos de la Orden de Santo Domingo, habían hecho entradas a la provincia del Chol, y habían reducido indios infieles, y formado pueblos en ellas, y administrádolos algún tiempo, y que no sabían, por que razón después lo habían dejado de hacer, y desampará- dolos; siendo así, que los mismos indios lo sentían en estremo, y clamaban,  porque se les diese, y ministrase el pasto espiritual. 
En el mismo año de 1684, siendo ya presidente de Guatimala don Enrique Enríquez de Guzmán, del Orden de Alcántara, que hoy se halla de el Consejo de Guerra, determinó el Obispo de Guatimala de ir á visitar las provincias del Quiche, y Verapaz, que habia veinte años que no se visitaban, así para cumplir con la obligación de su cargo, como por precisarle la cédula, y encargo, que tenía de el rey, para mirar por la reducción de los infieles.
Propúsolo al Presidente don Enrique Enríquez, pidiéndole, diese despachos para que el Alcalde Mayor de la Verapaz, y las demás justicias de las provincias circunvecinas, le diesen el auxilio, asistencia, y socorros necesarios, para llamar así á los caciques, como á los indios, levantados, y apóstatas del Chol; y que se le diesen para llevar consigo á Andrés de la Peña, español, vecino de aquella ciudad, por ser muy inteligente, y experto en las lenguas de el Chol, y Manché, y haber sido el instrumento principal de su reducción en los principios, y convenir llevarle ahora, para esta espiritual conquista.
El Presidente convocó junta general con esta ocasión; y en ella concurrieron el Obispo, el padre Maestro Fray Juan de Benegas, Vicario general de Nuestra Señora de la Merced; el padre Maestro Fray Agustín Cano, provincial de Santo Domingo; el padre Maestro Fray Diego de Ribas, provincial de la Merced; y los Oidores de la Audiencia. Allí se vió la propuesta del Obispo, y la que hicieron los padres Vicario general) y provincial de la Merced, de que por su parte adelantaría, cuanto se pudiese, aquella reducción, por los pueblos de Santa Eulalia y Istatán del Corregimiento de Gueguetenango, y por las demás doctrinas, confinantes con los choíes, y lacandones.
 CAPITULO IV
  Parte el Obispo de Guatimala á su visita. — El padre Provincial de la Merced á   Gueguetenango. — El de Santo Domingo á la Verapaz. — Vase diciendo lo que obraban.
 En los últimos días del año de 1684 se entregaron los despachos al Obispo, y prelados de las religiones; é inmediatamente, á principios de el de 1685, partieron, el Obispo á su visita; el padre Maestro Fray Diego de Ribas, con otros religiosos de su Orden, á Gueguetenango; y en la misma conformidad, para la Verapaz, el padre Maestro Fray Agustín Cano; que viendo estos dos provinciales, que un prelado de la iglesia, tan superior, salía en persona, no les pareció digno de su atención, y buen celo, no procurar imitarle, en todo lo posible.
 Y como todos tres fueron por distintas partes, y obraban en un mismo tiempo, me es preciso decir las operaciones del uno, y volver después á las del otro. Tomó, pues, su viaje el santo Obispo al pueblo de Cobulco, de la Verapaz, habiendo anticipado el aviso de su partida al padre Fr. Tomás López de Quintanilla, del Orden de Santo Domingo, ministro doctrinero del pueblo de Cahabón.
 Ordenándole también, se valiese de los indios más vaquianos, y sabidores, que hubiese del Chol, para que citasen á los indios choles, estuviesen en Cahabón, para el tiempo que él llegase, en prosecución de su visita, para tratarles de su conversión, en paz, y quietud; pues á ellos era á quien más importaba el vivir en ella, poblándose, y estando en servicio de Dios, y obediencia del Rey.
 Y dejando ahora al padre provincial Fray Agustín Cano, y sus compañeros, con sus indios choles, aunque pocos, sosegados en San Lucas, y continuando en ir atrayendo más de aquella nación, con esperanza de que aquel fuese un gran pueblo, ó á lo menos razonable; y de que para freno de aquellos indios se diesen las providencias de puentes, y asistencia de los de Cahabón, que insinuaba, en ínterin que el rey determinaba, se fundase allí la colonia de españoles, por correrse de allí toda la montaña, y ser la tierra la más fértil de aquel reyno, y abundante de maíz, cacao, achicote, algodón, y otros frutos; paso á lo que obró en su entrada el padre provincial de la Merced Fray Diego de Ribas por la parte, por donde había prometido ejecutarla.
 CAPITULO V
  Refiérese lo que sucedió al padre Provincial Fray Diego de Ribas en su entrada, por la parte de Gueguetenango. — Tierra que descubrió en la montaña. — Y otras cosas que se encontraron.
  MARGÍNALES.—Llega el padre provincial Ribas a Gueguetenango.—Presenta sus despachos.—Dispone bastimentos.—Pasa a Chiantla.—Llama a los indios de San Mateo de Istatán.—Propóneles su intento y que le enseñen el camino.—Ofrécense los indios de Santa Eulalia.— Rehúsanlo los de Istatán.—Retíranse algunos a los montes .— Informan falsamente contra el padre León.—Pasa el padre provincial a Santa Eulalia.—Substráense los indios de Santa Eulalia.—Piden nuevas órdenes los padres al Presidente.—Lo que ordenó el Presidente.—Que castigase el corregidor a cinco de los motores—No se puede violentar a los indios a que entren a las montañas .— Parte el corregidor a Santa Eulalia.—Sociéganse los indios.—Llega el corregidor a Santa Eulalia.—No ejecuta castigo alguno.—Hizo al caso el que fuese el corregidor .— Convídanse a entrar los españoles.—El hermano Juan de Santa María belemita .— Vuélvense a ofrecer los de Santa Eullalia —Indios que más se señalaban.—Salen todos de Santa Eulalia.—Llegan a Teashan.—Dicen los indios no hay más camino.—Salen los principales de Santa Eulalia a Istatán.—Descubren paso con mucho trabajo .— Vadéase un rio tres veces.—Llegana Icala-. —Caminan hacia el Norte.—Van abriendo camino.—Salto de el agua.—Llegan a Tipench.—Comulga el corregidor y otros .— Caminan al Oriente.—Hállase una cruz vieja. — Llegan a un río grande.—Lo que dijeron los indios de este sitio.—Llámase Lapoconop.—Hasta aquí habían llegado los cristianos.—Edificio antiguo con un ídolo.—Quebróse el ídolo, y púsose una cruz .—No se halla senda.—Vuélvense a S. Pedro Nolasco.—Salen los exploradores.—Hallan huellas de infieles.—Dan con lacandones.—Eran espías.—Ven los exploradores humadas.—Incorpóranse con los demás.—Determínase la retirada. — Y ejecútase.
 Partió de Guatimala, como dije, el padre provincial de la Merced, Fr. Diego de Ribas, acompañado de los padres predicadores Fray Alonso de León, y Fray Mateo de Figueroa; y habiendo llegado al pueblo de Gueguetenango, llevando también consigo á Don Diego Bernardo de el Río,  gran práctico de aquellas montañas, hizo notorios sus despachos al Comisario general de la caballería Don Melchor de Mencos, y Medrano, Caballero del Orden de Santiago, que á la sazón se hallaba corregidor de aquel partido; y trató de la disposición de bastimentos, para la entrada.
 Pasó al pueblo de la milagrosísima imagen de Nuestra Señora de Chiantla, distante una legua de la villa de Gueguetenango; y como tenía entendido que los indios de los pueblos de San Mateo de Istatán, y Santa Eulalia, de aquella jurisdicción tenían amistad, y comunicación con los infieles del Lacandón, los envió á llamar, y vinieron á aquel pueblo de Chiantla, los cabezas, y principales del de San Mateo, y Santa Eulalia. Propúsoles su intento, y buen celo del viaje, exortándolos á que le fomentasen y ayudasen á la empresa, descubriéndole, y enseñándole, el camino y entrada, que ellos tenían de su pueblo, y del de Santa Eulalia.
Con generosidad cristiana, buen -celo, y desinterés, prometieron los indios de Santa Eulalia abrir camino, y acompañar á los religiosos, hasta las tierras, y poblaciones de los iníieles. Al contrario los de San Mateo Istatán, mostraban renuencia en que se hiciese la entrada, y reducción, diciendo: no se atrevían á entrar en las tierras de el Lacandón. Y retirándose algunos de éstos á los montes, por temor de que se les obligase á ello; informando falsamente al corregidor, de que el padre doctrinero Fr. Alonso de León los obligaba, y compelía á que fuesen de guerra, no habiendo pasado tal cosa, ni aún tomádose en la boca.
 Pasó el padre provincial de Chiantla, á Santa Eulalia, asistido de Don Diego Bernardo del Río, y de otros tres españoles, de aquel pueblo; y halló la novedad, de que los indios de San Mateo de Istatán habían amotinado á los zamaguales de Santa Eulalia, quitándoles de la cabeza el que fuesen á asistir á los religiosos á la apertura de caminos, y conducción de mantenimientos ; siendo así que sus principales, y ellos, se habían mostrado dispuestos á acompañarlos, sin más instancias, que haberles propuesto los efectos del viaje á las montañas; y persuadidos de los de San Mateo de Istatán, no solo ahora se negaban á ello, sino que se hablan retirado.
 Esto obligó al padre provincial á querer retirarse al pueblo de San Pedro Soloma; y á que pidiesen desde allí, él y el padre Fray Alonso de León, al Presidente de Guatimala, mandase averiguar la falsedad de aquellos indios de San Mateo de Istatán, de decir, les obligaba á que entrasen de gue rra cuando, ni aún les había hecho la menor insinuación para nada.
Pidió asimismo el padre 'provincial al Presidente, diese nuevas órdenes, para que los indios de aquellos dos pueblos de San Mateo, y Santa Eulalia, fuesen los que entrasen á abrir caminos, y á la transportación de bastimentos, por estar inmediatos á las montañas de la entrada; y que favoreciese á los principales de Santa Eulalia, que siempre permanecían en su buen dictamen, y propósito.
 Y como el corregidor pidiese también, se le dijese: si podría compeler á aquellos indios á la entrada? Lo que el Presidente ordenó sobre todo, comunicado con la Audiencia, fué: que el corregidor don Melchor de Mencos
(-De Tafalla, Navarra, España- enviase persona, de toda satisfacción, á aquietar los indios de aquellos dos pueblos ; y que á cinco de los de San Mateo de Istatán, que se decía, haber sido los cabecillas, que habían amotinado á los demás, los hiciese llevar á la cabecera (esto es, á Gueguetenango) y darles veinte azotes á cada uno, y tenerlos algunos días en la cárcel, en caso de ser cierto haber inquietado á los indios, para que no entrasen con los religiosos á la montaña.
 Y que respecto, de que no se podían violentar los indios, á que forzados entrasen en la montaña, y para que no se embarazase el fervor de los padres, hiciese, que de cualesquiera pueblos se les dieran doce, ó catorce, indios más, ó menos, para el efecto que decían. Con advertencia, de que para esto siempre serían sospechosos los de aquellos dos pueblos, y que en lo demás, ejecutase las órdenes que tenía, fomentando en lo posible la quietud de los dos pueblos, y el que dejasen libre, y desembarazada la entrada á los religiosos.
 Recibida esta orden por el • corregidor Don Melchor de Mencos, se partió luego al pueblo de Santa Eulalia, siguiéndole diez españoles, voluntariamente, asi para asistirle, como por si para el viaje fuesen de algún servicio sus personas. Y con la noticia sólo de que iba el corregidor, se sosegaron los dos pueblos, reduciéndose á ellos los que faltaban; y no sólo no resistiendo la entrada, sino ofreciéndose todos á ir voluntariamente, y á dar avíos á los religiosos, abrir caminos, y conducir mantenimientos.
 Llegado el corregidor á Santa Eulalia, y hallando allí ya á los padres, y á los indios sujetos y que con su presencia lo habían asegurado más, y se mostraban más rendidos, y gustosos de ir con los padres, aun los mismos que antes concitaban á los demás, á que impidiesen la entrada, excusó el pasar á ejecutar castigo alguno en ellos; con que todo se dispuso bien: ofreciéndose el mismo corregidor á ir también con los padres, en suposición de que el Presidente, no le había de negar la licencia, que para ello le enviaba, á pedir al padre provincial Ribas.
Era muy del caso, el que el Corregidor fuese á la entrada, porque á espaldas vueltas, los indios, aunque mostraban entrar contentos, en empezando á trabajar, ya sabemos lo que hacen; mayormente no habiéndoles salido de corazón á muchos al principio, el asentir á esta facción.
Ofreciéronse también á ir con él los diez españoles, que le habían seguido desde Gueguetenango, y el hermano Juan de Santa María, betlemita, que también había ido con el corregidor; y los tres españoles, que habían ido de Chiantla, con el padre provincial; todos estos libre, y voluntariamente, para asistir á su corregidor, que iba como capitaneándolos, y por si algo se ofreciese, por ser aquel rumbo, por donde no se había entrado jamás, y ser esta la vez primera que por allí se entraba; protestando todos, no ir con fin de hostilizar, en cosa alguna, á los indios, sino solamente de ayudar en Dios, en todo lo que pudiese ser de servicio.
 Otra vez se ofrecieron de nuevo, y voluntariamente, los indios principales, de Santa Eulalia; los cuales sirvieron en esta entrada con especial demostración de fe, devoción, y amistad, señalándose entre todos Don Ambrosio Méndez, D. Juan Basilio, y el alcalde Francisco Díaz; á quienes imitaron otros cuatro indios de San Mateo de Istatán, llamados Felipe Gómez, Andrés Ordóñez, Pedro Marcos, y Marcos Jorge.
 Y todos juntos con los demás indios, necesarios para la apertura de caminos, y conducción de bastimentos, salieron de Santa Eulalia, con el corregidor, y los padres, el día ocho de marzo de 1685. Encaminaron su marcha á la montaña, y aquel día se anduvieron seis leguas, hacía la parte del Norte, por camino abierto, pasando una serranía, que de subida, y bajada tenía cuatro leguas, las dos primeras de palizada, lajas, y rebentones, muy altos; y las dos últimas, hasta llegar á un río, eran de tierra de migajón, y desde el prin¬cipio de ellas se vieron milperías de los indios de Santa Eulalia, y vestigios de edificios antiguos, de cal y canto, y desde esta milpería, al río era todo monte claro.
 En este paraje se hizo asiento, y la primera mansión, y se llamaba, en el idioma de aquellos indios, Jehachán. Púsosele por nombre San Joseph, y estando en él, los indios, que llevaban á mal esta entrada, dijeron que de allí adelante no había camino para parte alguna, y que para caballerías era imposible el paso, y aún para de á pie muy difícil.
Pero venciendo dificultades, salieron el hermano betlemita, Juan de Santa María, y Don Diego Bernardo del Río, y con ellos los indios D. Ambrosio Méndez, D. Juan Basilio, y Francisco Díaz, principales de Santa Eulalia, y los otros cuatro, que dije de San Mateo, que todos estos llevabaná bien, y esforzaban lo posible esta entrada, y acometieron los imposiblesque los otros ponderaban, rompiendo por ellos, á costa de mucho trabajo,y descubrieron paso, por donde se vadeó tres veces el río.
Y después de vadeado la última vez, se dió en una milpería vieja; y de allí adelante, parte por panojales, muy crecidos, y parte por arboleda, sumamente espesa, por lomas y cuchillas, siguiendo el río abajo, fueron abriendo camino, la distancia de legua y media; después de la cual, se dió en otra milpería vieja, donde había un platanal pequeño, á orillas de un arroyuelo. Era el nombre de este sitio, en aquel idioma, Icalá, y se le puso el de la limpia Concepción ; y allí se asentó aquel día nueve, á la noche.
El siguiente día se empezó á caminar, inclinándose algo hacia la parte del Norte, subiendo por una serranía de arboleda, muy espesa, abriendo siempre camino (que no le había) pues cuando mas, se dejaban ver, y registrar algunas sendas, por las cuales se iban guiando los que iban abriendo el camino,que eran siempre los que ya he dicho; y á distancia de legua y media, se bajó á un arrollo, que tenía un salto de agua pequeño, antes del paso; y esta bajada de la serranía, es por ladera muy empinada; de suerte, que todos la bajabaná pié, y sueltas las caballerías, como así  mismo á la subida por ser también agria. Y pasado este paso, se andubo otra legua más á caballo, cerro arriba, por montañas, y breñas; y al fin de ella se hizo mansión, para pasar aquella noche.
La mañana siguiente, primer domingo de cuaresma, celebró allí misa el padre provincial Rivas, y comulgó el corregidor, el padre misionero Fray Mateo de Figueroa, el hermano betlemita, y otros de los españoles. Y á este sitio que en el idioma de los indios se llamaba Tipench, que quiere decir, golpe de agua (por el salto del río pasado) se le cristianó poniéndole el santo Nombre de Jesús.
Habiendo dado gracias á Dios,'acabada la misa, se levantó de aquel sitio, y se prosiguió la marcha, inclinándose al Oriente, y subiendo siempre, hasta distancia de dos leguas, por la misma especie de arboleda. Y habiendo llegado á la cima, y caminando por llano, por cuchilla, como distancia de media legua, se halló una cruz, ya vieja; pero bien formada, y en pie; y el camino abierto duró lo que la cuchilla, hasta empezar á bajar. Bajóse como dos leguas, abriendo siempre camino; porque ya se había perdido el abierto de la cuchilla. Llegóse á un paraje de milperias antiguas, cerca de un río grande pedregoso, donde se hallaron algunos ranchos viejísimos, que los cubría el panojal, y era un sitio plano; después del cual, se bajaba cosa de dos cuadras, y luego se proseguía llano, cosa de un cuarto de legua, hasta llegar al río, poblado de arboleda, espesa, y breñosa.
Este sitio, dijeron los indios, que era antiguamente el socorro de sus hambres, porque en faltándoles el maíz en las tierras altas, por los hielos, se iban á sembrar á aquel paraje, por ser de tierra fértil, y que acudía á los cinco meses con el fruto del maíz. Y en este sitio hay algunos zapotales,( Después de la región fria de Santa Eulalia, Soloma y San Mateo Ixtatán, se llega al territorio de tierra caliente en el valle de de San Ramón,y anexos de Barillas, Huehuetenango) y por su fertilidad se llamaba, en aquel idioma, Lapoconop, que quiere decir lugar de tierra buena. Púsosele por nombre San Pedro Nolasco, y allí se pasó aquella noche, y el día, y noche siguiente, por haber llovido, y no haberse podido caminar.
Hasta este paraje era lo más á que se habían estendido los indios cristianos de la Verapaz antiguamente, aunque ya lo habían desamparado, mucho había, por el temor de los lacandones; y habiendo cesado el agua, se levantó de este sitio, y se fué buscando camino, por una loma muy alta, que mira al Norte, por sobre la cual se anduvieron tres leguas; y á la primera legua,antes de llegar á la cuchilla, se encontró un edificio antiguo, de cal y canto, el cual se subía por gradas al rededor, y encima del edificio estaba un ídolo, de más de media vara de alto, en forma de león, sentado; y aunque se reconoció, que no estaba frecuentado, por estar sucio, y no haber señales de humerios, ni rastro de pies, se quitó de allí, se hizo pedazos, y se conculcó; y en el sitio donde estaba, se colocó una cruz, muy grande, que fué de todos adorada; se bendijo el lugar, y edificio, al cual se le puso por nombre Nuestra Señora de Belen.
Y desde este sitio, caminando hacia arriba de la loma, se subieron otras dos leguas, de mal camino, hasta llegar á la cima. Y habiendo reconocido, que por allí no se descubría senda alguna, ni se podía romper camino, para pasar adelante, se determinó volverse á la mansión de Lapoconop, ó San Pedro Nolasco, de á donde se había salido aquel día, como con efecto lo ejecutaron, habiendo puesto en lo más alto de aquella cima otra cruz, bendecido el lugar, y puéstole por nombre los Reyes.
El día siguiente, que era el catorce de Marzo, salió de aquel sitio el hermano betlemita, con Don Diego Bernardo del Río, y los indios que siempre (que de los demás, mal se hacía carrera) y cogieron el rumbo, inclinados al Occidente, á descabezar aquella loma, por la parte por donde daba vuelta el río; y aquel día, y el siguiente, anduvieron cosa de diez leguas adentro, por huellas que hallaron de los indios infieles; y al cabo de ellas, hallaron señal, como de hasta ocho indios, en un paraje, en que habían dormido; y siguiendo el rastro, dieron con indios lacandones, los cuales como los sintieron, se pusieron en fuga, por una barranca abajo, tan precipitadamente, que apenas se dejaron ver.
Discurrióse, que estos indios lacandones debían de ser espías, por haber empezado su rastro desde donde tenían hecha los nuestros su mansión en San Pedro Nolasco; y así mismo vieron el hermano betlemita, y los que con él iban, á la falda de una loma, á mano derecha, algunas humadas, como de rancherías, que sin duda eran las poblaciones de los infieles, aunque no las pudieron alcanzar á ver, por la mucha, y grande espesura de la arboleda.
Con estas noticias volvieron a incorporarse a la mansión de San Pedro Nolasco, donde había quedado el corregidor, los religiosos y los demás; y habiéndoselas referido á todos, y considerado, no convenía prosiguiesen solos los religiosos, por haberse tenido por cierto, ser espías los lacandones, que se vieron, y ser evidente el riesgo, y que el corregidor no podía tampoco proseguir con la demás gente, por no hallarse obligado, y precisado a choque con los infieles, que es lo que se manda excusar, siempre que se pueda, y por no dejar de estar, y cumplir en todo con las órdenes superiores, se determinó retirarse, con toda la gente, y los padres, otra vez a Gueguetenango, como en efecto se ejecutó, por los mismos tránsitos, y parajes, por donde se había ido hasta allí. Y ahora se seguirán las razones, que dió el padre Provincial Fray Diego de Ribas, para no haber determinado, el que se pasase adelante. 


CAPITULO VI
Participa el padre provincial Ribas al Presidente de Guatimala noticias de lo descubierto en aquella entrada al Lacandón. — Calidad de la tierra que se penetró. — Pide la Religión de Santo Domingo, se asiste á los religiosos del Chol. — Despáchame nuevas órdenes del Rey.
MARGINALES.—Envía relación de todo el provincial al Presidente.—Qué frutos tiene la tierra.—Sitio para la población de españoles.—Que conviene la fundación.—Que se aguarda la ocasión de continuar.—Que quedaba vencida la mayor dificultad.—El oidor Saraza estaba en Gueguetenango.Persuade el oidor al Presidente.
Vueltos de retirada a Gueguetenango, el corregidor y los religiosos, y los indios á sus pueblos, el padre provincial Ribas, remitió puntuales relaciones de todo lo acaecido en el viaje al Presidente dé Guatimala, asegurándole: que toda la tierra que habían penetrado en aquella entrada, era muy fértil, y de migajón, y llena de aguas; y que era de sostén, y tenía palo de maría, ule, guayacán, y otros géneros útiles. Que había mucha miel, pacayas, busnayes, frutos de tierra caliente, aunque aquella no lo era mucho, sino templada; y por lo que se había visto, muy á propósito para todo género de sembrados, así de tierra fría, como de tierra caliente.
Que en cualquiera paraje de la vega de aquel río grande,( Río Ixcán) á donde había llegado, se podía fundar población de españoles, así por estar en el riñón, y en el medio, respecto de la Verapaz, y Ocozingo, como por ser la tierra fértil para todo: y porque de allí adelante no había eminencias de serranías, sino puntas de lomas, pues los exploradores, en las diez leguas, que habían andado, llegaron á tocar en tierra muy caliente y del todo llana: y que era muy conveniente el fundarse allí, para facilitar la reducción de los infieles; pues quedaba ya el camino abierto, para continuar en la misión. Y por que los pueblos de indios cristianos, con quienes confinaban, no se infestasen.
Que el haber ejecutado la retirada, no era desamparar la facción, ni dejar de proseguir en ella, sino solicitar modo para que se lograse mejor el trabajo, con lo sazonado de la ocasión, sin dilatar el tiempo, que procuraría no se perdiese; pues quedaba ya vencida la mayor dificultad, que era la del camino, que se había ya abierto, y la repugnancia de los indios, que le ocultaban; y estar demarcado, y reconocido el sitio, donde convenía fundar la colonia, ó población de españoles, que se había tratado en los juntas generales, á que se podía dar la providencia conveniente.
Hallábase en Gueguetenango, al tiempo que los padres entraron en la montaña, Don Francisco Sarasa, Oidor de la Audiencia de Guatimala; y como habiendo vuelto los padres á aquel pueblo; éstos, y el corregidor le refiriesen lo que habían descubierto y visto, en el progreso de su jornada; persuadía también al Presidente á la prosecución de la empresa, ofreciendo para ella la asistencia de su persona, con el título que el Presidente gustase de darle; pues tanto convenía el fenecerla, por los justificados motivos, que á todos eran notorios.
Con la misma expresión de palabras, en lo que miraba á la gratitud, 
y deseo en su Magestad, se libraron las cédulas al Presidente, y Audiencia de 
Guatimala, para que por aquella parte se acudiese á la facción, haciendo la 
entrada por los tres parajes de Chiapa, Gueguetenango y Verapaz.