RECORDACIÓN FLORIDA
CAPITÁN ANTONIO DE FUENTES
LIBRO OCTAVO
CAPITULO I
DEL PARTIDO Y CORREGIMIENTO DE TOTONICAPA Y HUEHUETENANGO, y las calidades y naturaleza de su temperamento.
CAPITULO III
De la gran cordillera de Parraxquin, y de los castillos que en ella estuvieron
erigidos por los indios sujetos al dominio del Rey del Quiché.
MARGINALES.—Gran palacio de los
reyes del Quiché en XETINAMIT. — Centinelas y
Castillo de este sitio. — El Castillo de CHRISTALI en esta Cordillera de
Parras-
quín, — Otro Castillo de esta Cordillera con mucha obstentación en gran
vestigio.
— Confín conocido de los dos reynos de Utatlán y Sotojil-
Corre cuasi sin término conocido desde la parte de mediodía para el Setentrión, sino emula, superiora á la eminencia de los Alpes, la prodíjíosa cordillera de Parraxquin, que aunque se corta en partes de su camino, por breve espacio de distancia en lo que abren algunos montes entre sí, por el terreno de sus faldas se eslabonan y se frecuentan con cuasi inseparable continuación, en que hay baquianos de sentir, que encaminada á Sinaloa, corre y derrama su corpulencia á setecientas leguas de distancia, desde este reino al Nuevo México. Sus vistas son agradables y apacibles por lo natural del sitio, y saludable su vivienda por la templanza del aire, si bien en pocas partes poblada por su retiro solitario y su breñosa confusión; lo superior de sus alturas son casi inaccesibles y de trabajosísimo camino, que prolongándose y cortando de Norte á Sur como apuntamos, precisa atravesarla al conducirse los progresos desde la parte de la sierra á la de la costa con áspera fatiga y peligro notorio en muchas partes; mas si se considera la observación de su rumbo, continuándose con los volcanes de Goathemala, los de Pacaya, Sonsonate y los de S. Salvador y otros, sería la longitud de su camino inmensurable, pero solo escribimos la cordillera lo que á este partido pertenece. Es su pronombre Parraxquin, impuesto por los indios del Quiché con propiedad y mucho acierto, por que quieren llamarle Monte-verde, á causa bien notable y prodigiosa, de que cuando se agosta y se marchita lo general de los campos en verano, esta larguísima cordillera está frondosa, verde y muy lo-
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zana, como mí observación lo reparó por lo inclemente de los meses de Diciembre, de Enero, de Febrero y Marzo, en que lo recio de los Nortes y la fuerza de las heladas no dejan cosa que no conviertan en polvo y hojarasca, y por esto sin duda aquellos reyes que dominaron el Quiché abajo del pueblo de Ystaguacán, entre unos montes que indican mucha profundidad y grande hondura en el valle, que se dilata á crecido circuito, tenían un elegante palacio en el sitio que llaman Xatínamít, que regado de buenos ríos y de muchos y saludables arroyos, era buen sitio de placer y recreación á la familia de aquellos poderosos caciques o reyes de Utatlán, que huyendo de la molestia de los nortes, en este lugar Xefinamít, no solo se resguardaban de la inclemencia de los vientos, sino que se fortalecían y aseguraban :de la invasión de
sus contrarios, haciendo en esta parte su consejo y junta de guerra, que llaman Zzicunlíquíl. Y en esta dulce amenidad que descubrimos se entretenían en monterías, juegos, bailes, mas esto sin perder de vista los peligros y la memoria de sus contrarios de que no los olvidaba la variedad ó el embeleso de los placeres; pues para asegurarse y mantenerse ponían en las cimas descepadas de aquellos montes de Parraxquin muy vigilantes centinelas para en viendo los humos de aquella parte de Cibíxíclabal, que quiere decir ahumadero, tocar- alarma y prevenirse á la defensa recojiéndose al gran castillo de esta parte de Xetinamit, que según la cuenta de los indios de un Xiquipil, tenía ocho mil defensores; que tanto como esto se recelaban y procuraban guardar y mantenerse estos indios que sujetaron y vencieron en el nombre de Dios y con su ayuda aquellos pocos españoles.
Mas los demás castillos que aseguraban el reino de Utatlán, no menos fuertes y encubiertos de infantería, que el ya advertido de Xetínamít, por esta sierra de Parraxquin, eran otros dos que mantenían sus defensas. El uno que sus vestigios y cimientos se ven ahora, bien que informes y sin diseño que perfeccione en planta, en términos de una estancia que es posesión y buena finca del capitán Francisco Gutiérrez; mas todo el cimentage que se descubre sobre el altísimo pináculo de Christalí, con mucha parte y admirable de una larga y altísima muralla, es de maravillosa fortaleza y robustez, con magníficos aparatos de terraplenes y fosos, que muestran en píe alguna parte de los lienzos de las torres y cubos de su defensa regular. Y este castillo se oponía contra la ambición de las naciones de los Mames y los de Soconusco, que por aquella parte podían acometerle. El otro memorable y gran castillo de esta cordillera estuvo situado en otro eminentísimo picacho que se divisa y deja ver desde el camino de San Andrés, y de su fábrica y celebrada ostentación, aun dura y vive el crédito de muchas ruinas, con clara demostración de más que gran vestigio de su importancia; mas sin embargo demolido muy de intento, como los otros, no deja delinear diseño alguno de lo que fuá su planta regular en aquel tiempo. Haciale oposición á las, entradas del Sotojil, con quien señala la simple tradición que era el confín de que hoy es pueblo conocido de Santa Clara, y aun ahora se parten términos entre los dos Corregimientos y los partidos de Atítlan y Tecpanatitlán, en este pueblo de Santa Clara, que es de una jurisdicción, y el de la Visitación que es de otra; mas de tal arte y tal inmedíacíón que el pueblo de la Visitación que es de
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