sábado, 18 de mayo de 2024

1824-BODA YDALGO DE MAZA CON PALENCIA SALDAÑA

  Viernes, 7 de septiembre de 2018

   ARCHIVO 8 NOV 2020

1824-BODA YDALGO DE MAZA CON PALENCIA SALDAÑA-261-270

ALGUNAS BODAS CHIANTLA
HUEHUETENANGO
1823
YDALGO CON DIAZ
ALBARADO ESCOBEDO CON velasq cano
261
GRANAD HERREcon ESCOB
262-263
MANUEL CANO LOPEZ CON SANDIEGO ARGUETA OLIVEROS
SERAPIO CASTILLO MAURICIO CON MARIA TRINIDAD MORALES
CANO LOPEZ CON MERIDA  HERRERA
MORALES SANCHES CON RODRIGUE VELASQ
264
1824
ESPAÑOLES-CIUDADANO PEDRO YDALGO DE MAZA CON LA CIUDADANA MARIA FRANCISCA PALENCIA SALDAÑA,PADS. JOAQUIN MONT Y BASILIA OCAÑA
MERIDA CON RODRIGUEZ
VELASQ LOPE CON  HERRE
266
GEORGE GRANADOS CON PAULA JOSEFA CARRILLO
MERID CON TELL
268
JUAN DE HERRERA CON LUISA MERID DEL VALL
CASTILL ESCOB CON CAN AGUIRR
LEYBA LOPEZ CON ARGUE MORAL
269
GALIC HERR CON  MERID OLIVE
270
CALIC DIA CON LOPE MAZARIE
HERR ANZU CON LOP SALAZ
CAN CON SOLI
CAN CON RODRI

lunes, 16 de julio de 2018

BODA ESCOBEDO-SANTISO CHIANTLA-ESPAÑOLES 1743

AÑO DE 1743
61
BODA DE MANUEL DE FUEN LABRADA CON DOÑA MANUELA DE LA VEGA

DON MARCELO DE NORIEGA  CON DOÑA JUANA MARTINES DE LA VEGA

EN  BEINTE Y SIETE DE HENERO DE DIECIOCHO AÑO HAVIENDO PRECEDIDO  LAS DILIG.S  QUE DISPONE EL STO. CONCILIO DE TRENTO  HAVIENDOSE PUBLICADO LAS ADMONEST.S Y NO HAVIENDO  RESULTADO IMPEDIMENTO  ALGUNO CASE Y VELE IN FACIE ECLESIS A DN.MARCELO DE NORIEGA  HIJO DE DON MARCELO DE NORIEGA  Y DE DOÑA ANNA MARIA DE PENAGOS  ESP.(añol) DE  OTERO DE LAS DUEÑAS (España) CON DOÑA JUANA MARTINES DE LA VEGA, HIJA D EJUAN MARTINES DE LA VEGA (Maestre de Campo) y de JOSEPHA  DE HERRERA  FUERON PADRINOS DON MANUEL D E FUEN LABRADA  Y DOÑA MANUELA DE LA VEGA , TESTIGOS MIGUEL DE MALAVER , LUIS ESCOBEDO  Y THOMAS ESCOBEDO  Y PARA QUE CONSTE LO FIRMÉ. FRAY ANTONIO TELLES CURA DOCT.O 

 BODA DE LUIS DE ESCOBEDO CON JOSEPHA SANTISO, ESPAÑOLES
EN DIEZ Y NEVE DE MARZO DE DICHO AÑO ----CASE IN FACE ECLESIE  A LUIS DE ESCOBEDO, SOLTERO, HIJO DE JOSEPH DE ESCOBEDO Y DE ROSA DE LEON CON JOSEPHA SANTISO HIJA DE PDS. NO CONOCIDOS FUERON SUS PADS. THOM.S   DE  MORALES  Y JUANA DE CARTAGENA . TEST.S  MIG. DE MALAVER , LUCAS NIÑO DE GUSMAN Y  ANNT.A  MASARIEGOS

 

EL GRAN CONFLICTO - 40

 EL GRAN CONFLICTO

HELEN DE WHITE

Entre Cristo y Satanás revelado en las vidas y luchas del pueblo de Dios desde el tiempo de Cristo a través de los siglos hasta nuestro tiempo y más allá

 40- El espíritu de Cristo es un espíritu misionero. El primer impulso del corazón regenerado es el de traer a otros también al Salvador. Tal era el espíritu de los cristia­nos valdenses. Comprendían que Dios no requería de ellos tan solo que conservaran la verdad en su pureza en sus propias iglesias, sino que hicieran honor a la solemne res­ponsabilidad de hacer que su luz iluminara a los que estaban en tinieblas. Con el gran poder de la Palabra de Dios procuraban destrozar el yugo que Roma había impuesto. Los ministros valdenses eran educados como misioneros, y a todos los que pensaban dedicarse al ministerio se les exigía primero que adquiriesen experiencia como evan­gelistas. Todos debían servir tres años en alguna tierra de misión antes de encargarse de alguna iglesia en la suya. Este servicio, que desde el principio requería abnegación y sacrificio, era una preparación adecuada para la vida que los pastores llevaban en aquellos tiempos de prueba. Los jóvenes que eran ordenados para el sagrado ministerio no veían en perspectiva ni riquezas ni gloria terrenales, sino una vida de trabajo y peligro y quizás el martirio. Los misioneros salían de dos en dos como Jesús se lo mandara a sus discípulos. Casi siempre se asociaba a un joven con un hombre de edad madura – 40- y de experiencia, que le servía de guía y de compañero y que se hacía responsable de su educación, exigiéndose del joven que fuera sumiso a la enseñanza. No andaban siempre juntos, pero con frecuencia se reunían para orar y conferenciar, y de este modo se forta­lecían uno a otro en la fe.

Dar a conocer el objeto de su misión hubiera bastado para asegurar su fracaso. Así que ocultaban cuidadosamente su ver­dadero carácter. Cada ministro sabía algún oficio o profesión, y los misioneros llevaban a cabo su trabajo ocultándose bajo las apa­riencias de una vocación secular. General­mente escogían el oficio de comerciantes o buhoneros. “Traficaban en sedas, joyas y en otros artículos que en aquellos tiempos no era fácil conseguir, a no ser en distantes emporios, y se les daba la bienvenida como comerciantes allí donde se les habría despre­ciado como misioneros” (Wylie, libro I, cap. 7). Constantemente elevaban su corazón a Dios pidiéndole sabiduría para poder exhi­bir a las gentes un tesoro más precioso que el oro y que las joyas que vendían. Llevaban siempre ocultos ejemplares de la Biblia entera, o porciones de ella, y siempre que se presentaba la oportunidad llamaban la aten­ción de sus clientes a dichos manuscritos. Con frecuencia despertaban así el interés por la lectura de la Palabra de Dios y con gusto dejaban algunas porciones de ella a los que deseaban tenerlas.

La obra de estos misioneros empezó al pie de sus montañas, en las llanuras y valles que los rodeaban, pero se extendió mucho más allá de esos límites. Descalzos y con ropa tosca y desgarrada por las asperezas del camino, como la de su Maestro, pasaban por grandes ciudades y se internaban en lejanas tierras. En todas partes esparcían la preciosa semilla. Doquiera fueran se levantaban iglesias, y la sangre de los már­tires daba testimonio de la verdad. El día de Dios pondrá de manifiesto una rica cosecha de almas segada por aquellos hombres tan fieles. A escondidas y en silencio la Palabra de Dios se abría paso por la cristiandad y encontraba buena acogida en los hogares y en los corazones de los hombres.

 

miércoles, 1 de mayo de 2024

"ÁTALA" DE CHATEAUBRIAND - Prefacio

 "ÁTALA"

DE CHATEAUBRIAND

EN LA VERSIÓN CASTELLANA DE SIMÓN RODRÍGUEZ, PUBLICADA EN PARÍS, 1801

P R E F A C I O

Se ve por la carta precedente lo que ha dado lugar a la publicación de Átala, antes de mi obra sobre el genio del cristianismo, o las bellezas poéticas y morales de la religión cristiana de que hace parte.

 Sólo me falta decir de qué manera se ha compuesto esta historia.

Era todavía muy joven, cuando concebí la idea de hacer la epopeya de la naturaleza, o de pintar las costumbres de las salvajes, contrayéndolas a algún acontecimiento conocido; y no encontré, después del descubrimiento de la América, pasaje más interesante, especialmente

para los Franceses, que el destrozo de la colonia de los Naches en la Luisiana, año 1727. Todas las tribus indianas conspirando a reponer el Nuevo-Mundo en su libertad, al cabo de dos siglos de opresión, presentaban, en mi concepto, al pincel un asunto casi tan feliz como la conquista de México. Esparcí, pues, en mi papel algunos fragmentos de esta obra; pero conocí al instante que me faltaban los verdaderos colores, y que era necesario, si quería formar una imagen parecida, visitar, a ejemplo de Homero, los pueblos que intentaba pintar.

En 1789. Comuniqué a M. de Malsherbes el designio que tenía de pasar a América. Pero deseando al mismo tiempo dirigir por tierra el pasaje tan buscado, y sobre el cual, aun el mismo Cook había dejado dudas. Partí, vi las soledades americanas, y volví con planes para otro viaje que debía durar nueve años. Pensaba atravesar todo el continente de la América septentrional, seguir luego remontando, las costas al norte de la California, y volverme por la bahía de Hudson girando bajo el polo. M. de Malsherbes se encargó de presentar mis planes al gobierno, y entonces fue cuando oyó los primeros fragmentos

de la obrita que ahora doy al público. Se sabe el estado en que se ha visto la Francia, hasta el momento en que la Providencia ha hecho parecer uno de estos hombres, que ella envía en señal de reconciliación, cuando ya se ha cansado de castigar. Cubierto de la sangre de mi hermano único, de mi cuñada, y del ilustre viejo su padre: después de haber visto a mi madre y a otra hermana mía muy instruida, morir de resultas del maltrato que habían padecido en los calabozos, anduve errante por tierras extrañas donde el solo amigo que me quedaba se dio de puñaladas entre mis brazos (1).

De todos mis manuscritos sobre la América, no he salvado sino algunos fragmentos, particularmente la Átala; y aun ésta no era más que un episodio sobre los Nachez. Átala se ha escrito en el desierto, y bajo las chozas mismas de los salvajes. No sé si el público gustará de

una historia, que sigue unos trámites diferentes de todos los conocidos, y que presenta una naturaleza y unas costumbres del todo extrañas para la Europa. No hay aventuras en Átala. Es una especie de poema (2) mitad descriptivo, mitad dramático. Todo consiste en la pintura de dos amantes, que andan y conversan en la soledad. Todo se encierra en la descripción de las turbaciones del amor, en medio de la quietud de los desiertos y de la calma de la religión. La distribución de esta obra es la más antigua: ella se divide en prólogo, narración y epílogo.

 

"ÁTALA" DE CHATEAUBRIAND - Advertencia

 "ÁTALA"

DE CHATEAUBRIAND

EN LA VERSIÓN CASTELLANA DE SIMÓN RODRÍGUEZ, PUBLICADA EN PARÍS, 1801.

 

Simón

Rodríguez

obras completas

TOMO II

[EDICIÓN EN 2 TOMOS] Traducción de "Átala" de Chateaubriand

Nota. Se reproduce el (texto de la obra de Chateaubriand, Átala, EN LA VERSIÓN CASTELLANA DE SIMÓN RODRÍGUEZ, PUBLICADA EN PARÍS, 1801.

Se imprime en la forma y con las notas de dicha edición.

OBRAS COMPLETASA LA JUVENTUD DE BAYONA EN FRANCIA

Un Viajero extranjero, a quien habéis acogido con tanta bondad, os dedica Átala, traducida de una lengua que os es familiar. Aceptad esta dedicatoria como débil homenaje que rinde a los sentimientos de estima que le habéis inspirado. La primera virtud del hombre es la gratitud; vosotros la habéis convertido en imperiosa necesidad para mi corazón. Vuestras bondades, presentes en mi memoria, ¿no me recuerdan sin cesar esta Juventud amable, la primera en enseñarme a apreciar la generosidad del carácter francés?

S. Robinson.

434 SIMÓN RODRÍGUEZ

ADVERTENCIA DEL AUTOR SOBRE ESTA EDICIÓN

Para hacer esta obrita más digna del aprecio con que ha sido recibida, me he aprovechado de todas las críticas. He tenido la felicidad de ver, que la verdadera filosofía y la verdadera religión son una misma cosa: porque personas muy distinguidas, que no piensan como yo sobre el cristianismo, han sido las primeras que se han interesado por el buen éxito de Átala. Esto sólo responde a los que querían persuadir, que el lugar que se ha hecho en el concepto público

esta anécdota indiana, no se debe sino al espíritu de partido. Sin embargo, se me ha censurado tan agria, por no decir groseramente, que se ha llegado hasta ridiculizar el siguiente apostrofe a los Indios. (1)

"¡ Indios desgraciados, que he visto errantes por los desiertos del Nuevo Mundo con las cenizas de vuestros abuelos! vosotros ejercitasteis conmigo la hospitalidad a pesar de vuestra miseria, y yo no podría ofrecérosla hoy: porque vago como vosotros sujeto al favor de los hombres, y menos feliz en mi destierro, porque no llevo los huesos de mis padres".

Sobre esta última frase recae la observación del crítico. Las cenizas de mi familia confundidas con las de Mr. de Malsherbes: seis años de destierro y de infortunios, no le han presentado más que un objeto de burla. ¡Ojalá que los sepulcros de sus padres no exciten nunca en él ei dolor de haberlos perdido!

(1) Década filosófica, N" 227, en una nota.

OBRAS COMPLETAS - TOMO II 435

En fin, fácil es conciliar los diversos juicios que se han formado sobre Átala. Los que me han culpado, no han atendido más que a mis talentos, los que me han elogiado, sólo han considerado mis infortunios.

P. S. Se me informa en este instante que se acaba de descubrir en París una contra-facción de las dos primeras ediciones de Átala, y que se hacen actualmente otras muchas en Nancy y Strasburgo. Espero que el público se servirá dirigirse únicamente, para comprar esta obrita, a casa de Mygnerety a la antigua librería de Dupont.

NOTA. Este P. S. habla de las ediciones francesas, y se ha traducido

sólo en calidad de aviso a los que quieran comprar Átala en su original.

 C A R T A

Publicada en el diario de los Debates y en el Publicista

CIUDADANO: en mi obra sobre el genio del cristianismo o las bellezas poéticas y morales de la religión cristiana, se halla una sección entera consagrada a la poética del cristianismo. Esta sección se divide en tres partes, poesía, bellas-artes, y literatura, que se terminan con una cuarta, cuyo título es: Armonías de la religión, con las escenas de la naturaleza, y las pasiones del corazón humano.

Yo examino en esta parte muchos puntos que no pudieron entrar en las antecedentes, como los efectos de las ruinas góticas comparadas con otras suertes de ruinas, la situación de los monasterios en la soledad, el aspecto poético de esta religión popular, que ponía cruces en

las encrucijadas de los caminos, que colocaba imágenes de vírgenes y santos como para custodiar las fuentes y olmos viejos, que creía en los presentimientos y en las fantasmas, etc., etc. Dicha parte concluye con una anécdota extraída de mis viajes por América, y escrita bajo las chozas mismas de los salvajes, intitulada Átala, etc.; pero por haberse traspapelado algunos ensayos de esta pequeña historia, me veo obligado a imprimirla separadamente, antes de la obra principal, a fin de precaver un accidente que me podría perjudicar infinito. Si vm. quisiera, ciudadano, hacerme el favor de publicar esta carta, se lo agradecería como un servicio importante.