viernes, 9 de febrero de 2018

LO QUE PIENSA AMÉRICA DEL PROBLEMA JUDÍO -39-40

 LO QUE PIENSA AMÉRICA DEL PROBLEMA JUDÍO 
RUFINO 
MARIN 
BUENOS AIRES
1944 
No hablaremos aquí, del delirio obsédante contra el judais- 
mo que poseyó a Nerón, a Vespasiana, a Tito, su hijo, a Adriano, 
a Constantino, a Heraclio, ordenando maniatarlos y arrojarlos 
al mar con una piedra en los pies, o degollarlos como una ma- 
nada de cerdos, o arrojarlos a las fieras enloquecidas de hambre 
de los famosos juegos circenses, gloria bárbara que creíamos 
— en 1944 — enterrada por los siglos de los siglos. 
o hablaremos de todo ello, que a creer la palabra severa 
de un historiador como Flavio Josefo, ocasionó un millón cien 
mil víctimas a la raza judía... 
AL pasar, en apretada síntesis y sólo a título informativo 
de las persecuciones de bulto gordo de que fué objeto el 
pueblo judío, hablaremos un poco. A saltos, y a través 
de la Historia y de los Siglos. 
Queremos expresar algo antes de proseguir: no somos histo- 
riadores. Séanos permitido solicitar una excusa al lector por lo 
que faltare en la relación de aquellos hechos. También desea- 
mos decir, que no estamos haciendo historia de las persecuciones 
a los hebreos, sino relato ocasional comparativo. 
Habíamos quedado en Heraclio. . . 
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RUFINO 
MARIN 
EN 1105 de la Era Cristiana, GodoFredo de Bouillon, luego 
de tomar Jerusalén, hizo encerrar a miles de sus habi- 
tantes judíos en las sinagogas; y sin duda para purifi- 
carlos, los quemó, destruyendo así en un solo acto, dos cosas: 
a los judíos y a sus templos. Doble barbarie... 
En Francia, en 1242, las polémicas acerca de los judíos ha- 
bían subido de grado; con tal motivo, se encendieron sendas 
hogueras en las plazas públicas, cuyo fuego fué alimentado con 
buenas carretadas de libros judíos. Además, para ejemplo y es- 
carmiento de su espíritu liberal, se azotaron a unos cuantos 
centenares de hebreos. 
Esto, no era sino la preparación de un clima especial, ya 
que los ojos de los poderosos, se habían fijado en el estupendo 
florecimiento económico que poseían los hijos de Israel, y, como 
la Codicia es mala consejera, fué así que "en 1306 — dice An- 
dró Maurois en "Disraeli" — el Rey Felipe el Hermoso care- 
ciendo de recursos, decidió sin mayores escrúpulos de conciencia, 
embargarles a los judíos todos sus bienes". 
Así como Juana II*, Reina de Nápoles, era una desenfre- 
nada amadora, que saltaba de un abrazo a otro abrazo con los 
buenos mozos de su escolta — en la que había muchos — , así 
también Felipe el Hermoso, tenía el sentido especial del atra- 
cador. Estas nuestras palabras, no serán muy diplomáticas, pero 
son verdad. 
Como los damnificados protestaran — lo que era de lógi- 
ca — la nobleza de Francia con su Rey a la cabeza, indignados 
de que no pudieran hacer un asalto en toda la regla, sin la 
protesta de las víctimas, expulsaron a los judíos por ser "una 
raza de inadaptados y rebeldes permanentes". 
El disperso judaismo de Francia, se aposentó así en Es- 
paña, en cuyas tierras, gozaron durante casi un siglo de relativa 
tranquilidad, mas luego "se encendieron las hogueras de la 
Santa Inquisición y pareció de pronto que aquella raza habría 
de perecer" ( 5 ), sobre todo después del pogrom de 1391, y 
(5) André Maurois. "Disraeli". 
— 40 — 
LO QUE PIENSA AMÉRICA DEL PROBLEMA JUDÍO 
aquel otro que durante dos años — 1412/1414 — la vida de los 
judíos no valía un maravedí. 
No ocurrió así sin embargo, ya que "en el momento en que 
allí se les mostraba la más recia hostilidad, las Repúblicas de 
Venezia y de Amsterdam, les abrían sus puertas. También Fran- 
cia, levantaba el Decreto de su expulsión. . . ( 6 ). 
La fama de los tormentos de la muy Santa Inquisición, con- 
movieron un poco al mundo de aquel entonces. Fué así que 
hasta en la fría Inglaterra, tan parca en rectificaciones, Carlos II, 
después de saber que Cromwell se había mostrado favorable a 
la petición de Lord Fairfax acerca de "la oportunidad de per- 
mitir el regreso a los judíos", firmaba la real orden de su ad- 
misión. Sucedía esto en fecha muy cercana al día de Todos los 
Santos del año 1649, esto es, a los 343 años justos y cabales 
de su expulsión. 
Mientras esto ocurría en Inglaterra, en la lejana Ucrania 
se iniciaba con violencia inusitada, uno de los pogroms de más 
larga duración y de más graves consecuencias para los hijos de 
Israel, ya que en solo una década — 1643 a 1658 — perecieron 
no menos de 800.000 judíos. 
Andando a los saltos, a través de la bien nutrida historia 
de las injustas persecuciones de que los judíos fueron objeto de 
tanto en tanto, como epidemias variólicas, llegamos a los po- 
groms de aquella Rusia zarista y bárbara de 1831, que no sabía 
pronunciar la palabra winowatj ( 7 ). 
Todas esas persecuciones sin embargo, que grosso modo 
hacen ascender a la impresionante cifra de 3.500.000 personas 
sacrificadas dentro de la más acabada técnica de las torturas, 
ocurrió en el pasado. Fueron expresiones de un atraso espiri- 
tual, moral y filosófico del cual el mundo del siglo XX, se ru- 
boriza hasta la humillación. 
Y bien. He aquí que llegamos a lo que queríamos llegar. 
(6) André Maurois. "Disraeli". 
(7) Perdón. 
RUFINO 
MARIN 

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