domingo, 17 de diciembre de 2023

MARÍA 369-372

MARÍA

María

Historia real por  Jorge Isaacs

Pronto estuvo mi hamaca colgada. Acostado en ella veía los montes distantes no hollados aún, iluminados por la última luz de la tarde, y las hondas del Dagua pasar atornasoladas de azul, verde y oro. Bibiano, estimulado por mi franqueza y cariño, sentado cerca de mí, tejía crezneja para sombreros fumando en su congola, conversándome de los viajes de su mocedad, de la difunta (su mujer), de la manera de hacer la pesca en corrales y de sus achaques. Había sido

esclavo hasta los treinta años en la mina Iró, y á esa edad consiguió á fuerza de penosos trabajos y de economías, comprar su libertad y la de su mujer, que había sobrevivido poco tiempo á su establecimiento en el Dagua.

Los bogas, con calzones ya, charlaban con Rufina; y Lorenzo, después de haber sacado sus comestibles refinados para acompañar el sancocho de nayo que nos estaba preparando la hija de Bibiano, había venido á recostarse silencioso en el rincón más oscuro de la sala.

Era casi de noche cuando se oyeron gritos de pasajeros en el río : Lorenzo bajó apresuradamente y regresó pocos momentos después diciendo que era el correo que subía; y había tomado noticia de que mi equipaje quedaba en Mondomo.

Pronto nos rodeó la noche con toda su pompa americana : las noches del Cauca, las de Londres, las pasadas en alta mar ¿ por qué no eran tan majestuosamente tristes como aquella?

Bibiano me dejó creyéndome dormido, y fué á apurar la comida. Lorenzo encendió vela y preparó la mesita de la casa con el menaje de nuestra alforja. A las ocho todos estaban, bien ó mal, acomodados para dormir. Lorenzo, luego que me hubo arreglado con esmero casi maternal en la hamaca, se había acostado en la suya.

MARÍA. 371

— Taita, dijo Rufina desde su alcoba á Bibiano, que dormía con nosotros en la sala: escuche su mareé la verrugosa cantando en el rio.

En efecto, se oía hacia ese lado algo como el cloqueo de una gallina monstruo.

— Avísele á ño Laurean, continuó la muchacha, para que á la madrugada pasen con mañita.

— ¿Ya oíte, hombre? preguntó Bibiano.

— Sí, señó, respondió Laurean, á quien debía de tener despierto la voz de Rufina, pues según comprendí más tarde, era su novia.

— ¿Qué es esto grande que vuela aquí? Pregunté á Bibiano, próximo ya á figurarme que sería alguna culebra alada.

— El murciélago, amito, contestó, pero no haya miedo que le pique durmiendo en la hamaca.

Los tales murciélagos son verdaderos vampiros que

sangran en poco rato á quien llega á dejarles disponibles la nariz ó las yemas de los dedos; y realmente se salvan de su chupadura los que duermen en hamaca.

CAPITULO LVIII

Lorenzo me llamó á la madrugada : vio mi reloj y eran las tres. A favor de la luna, la noche parecía un día opaco. A las cuatro, encomendados a la Virgen en las despedidas de Bibiano y de su hija, nos embarcamos 372 ISAACS.

— Aquí canta la verrugosa, compae, dijo Laurean á Gortico luego que hubimos navegado un corto trecho : saque afuerita, no vaya á tá armaa.

Todo el peligro para mí era que la víbora se entrase á la canoa, pues estaba defendido por el techo del rancho ; pero agarrado por ella alguno de los bogas, el naufragio era probable.

Pasamoc felizmente; mas, la verdad sea dicha, ninguno tranquilo.

El almuerzo de aquel día fué copia del anterior, salvo el aumento del tapado que Gregorio había prometido, potaje que preparó haciendo un hoyo en la playa, y una vez depositado en él, envuelto en hojas de biao, la carne, plátanos y demás que debían componer el cocido, lo cubrió con tierra y encima de todo encendió un fogón.

Era increíble que la navegación fuese más penosa en adelante que la que habíamos hecho hasta allí ;

pero lo fué : en el Dagua es donde con toda propiedad puede decirse que no hay imposibles.

 

sábado, 16 de diciembre de 2023

MARÍA 367-369

 MARÍA

María

Historia real por  Jorge Isaacs

CAPITULO LVII

Mientras los bogas y Lorenzo sacaban los trastos de la canoa, yo estaba fijo en algo que Gregorio, sin hacer otra observación, había llamado viejota: era una culebra gruesa como un brazo fornido, casi de tres varas de largo, de dorso áspero, color de hoja seca y salpicado de manchas negras ; barriga que parecía de piezas de marfil ensambladas, cabeza

enorme y boca tan grande como la cabeza misma, nariz arremangada y colmillos como uñas de gato. Estaba colgada por el cuello en un poste del embarcadero, y las aguas de la orilla jugaban con su cola.

— ¡ San Pablo ! exclamó Lorenzo fijándose en lo que yo veía; ¡ qué animalote !

Rufina, que se había bajado á alabarme á Dios,

observó riéndose, que más grandes las habían muerto algunas veces.

— ¿Dónde encontraron ésta? le pregunté.

— En la orilla, mi amo, allí en el chípero, me contestó señalándome un árbol frondoso distante treinta varas de la casa.

— ¿Cuándo?

Á la madrugadita que se fué mi hermano á viaje, la encontró armaa, y él la trayo para sácale la contra.

La compañera no estaba ahí, pero hoy la vi yo y él la topa mañana.

La negra me refirió en seguida que aquella víbora hacía daño de esta manera : agarrada de alguna rama ó bejuco con una uña fuerte que tiene en la extremidad de la cola, endereza más de la mitad del cuerpo sobre las roscas del resto : mientras la presa que acecha no le pasa á distancia tal que solamente extendida en toda su longitud la culebra, pueda alcanzarla, permanece inmóvil, y conseguida esa condición, muerde á la víctima y la atrae á sí con una fuerza invencible : si la presa vuelve á alejarse á la distancia precisa, se repite el ataque hasta que la víctima espira : entonces se enrolla envolviendo el cadáver y duerme así por algunas horas. Casos han ocurrido en que cazadores y bogas se salven de ese género de muerte asiéndole la garganta á la víbora con entrambas manos y luchando con ella hasta ahogarla, ó arrojándole una ruana sobre la cabeza ; mas eso es raro, porque es difícil distinguirla en el bosque, por asemejarse armada á un tronco delgado en pie y ya seco. Mientras la verrugosa no halla de donde agarrar su uña, es del todo inofensiva.

Rufina, señalándome el camino, subió con admirable destreza la escalera formada de un solo tronco de guayacán con muescas, y aun me ofreció la mano entre risueña y respetuosa cuando ya iba yo á pisar el pavimento de la choza, hecho de tablas picadas de pambil, negras y brillantes por el uso. Ella, con las trenzas de pasa esmeradamente atadas á la parte posterior de la cabeza, que no carecía de cierto garbo natural, follao de pancho azul y camisa blanca, todo muy limpio, candongas de higas azules y gargantilla de lo mismo aumentada con escuditos y cavalongas, me pareció graciosamente original, después de haber dejado por tanto tiempo de ver mujeres de esa especie; y lo dejativo de su voz, cuya gracia consiste en gentes

de la raza, en elevar el tono en la sílaba acentuada de la palabra final de cada frase; lo movible de su talle y sus sonrisas esquivas, me recordaban á Remigia en la noche de sus bodas. Bibiano, padre de la núbil negra, que era un boga de poco más de cincuenta años, inutilizado ya por el reumatismo, resultado del oficio, salió á recibirme, el sombrero en la mano, y  apoyándose en un grueso bastón de chonta : vestía

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calzones de bayeta amarilla y camisa de listado azul, cuyas faldas llevaba por fuera.

Componíase la casa, como que era una de las mejores del lío, de un corredor, del cual, en cierta manera, formaba continuación la sala, pues las paredes de palma de ésta, en dos de los lados, apenas se levantaban á vara y media del suelo, presentando así la

vista del Uagua por una parte y la del dormido y sombrío San Cipriano por la otra : á la sala seguía una alcoba, de la que se salía á la cocina, y la hornilla de ésta estaba formada por un gran cajón de tablas de palma rellenado con tierra, sobre el cual descansaban las tulpas y el aparato para hacer el fufú. Sustentado sobre las vigas de la sala, había un tablado que la abovedaba en una tercera parte, especie de despensa en que se veían amarillear hartones

y guineos, á donde subía frecuentemente Rufina por una escalera más cómoda que la del patio. De una viga colgaban atarrayas y catangas, y estaban atravesadas sobre otras, muchas palancas y varas de pescar. De un garabato pendían un mal tamboril y una carrasca, y en un rincón estaba recostado el carángano, rústico bajo en la música de aquellas riberas.

viernes, 8 de diciembre de 2023

RIOS MONTT - 8 Agosto de 1983

 SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT

La Verdadera Historia del Controversial Presidente de Guatemala

 Por JOSEPH ANFUSO   Y   DAVID SCZEPANSKI

Pronto fue evidente que las concesiones otorgadas ante las demandas de finales de Junio no eran suficientes, al menos para el Alto Mando Militar. En la mañana del 8 de Agosto de 1983, una escena muy similar a la que acompañó su llegada al poder hacía sólo dieciseis meses, se desarrolló a la sombra del Palacio Nacional. Aviones y helicópteros sobrevolaban los edificios de gobierno. Las principales vías de acceso fueron cerradas por tropas y vehículos armados, tomando posiciones alrededor de la Casa Presidencial. A diferencia de otros intentos de golpes anteriores, éste estaba bien organizado y respaldado por la mayoría del Alto Mando Militar.

Después de una breve escaramuza entre las tropas leales al Presidente y los soldados de la oposición, en la que murieron cinco personas y hubo varios heridos, Ríos Montt entregó el poder. El General Oscar Humberto Mejía Víctores, Ministro de la Defensa, representando a los organizadores del golpe, se hizo cargo del gobierno y esa misma tarde fue juramentado como el nuevo Jefe de Estado de Guatemala. Efraín Ríos Montt, pacíficamente, abandonó la Casa Presidencial y se dirigió a su residencia particular en la ciudad.

La radio, controlada por el ejército en el día del golpe, dió la siguiente razón para el mismo:

"Que un grupo de fanáticos religiosos se estaba aprovechando de la posición de Ríos Montt".

Pero el corresponsal de la CBS, Bob Simons, reflejó estas otras posibilidades como razones durante su programa por televisión de esa noche:

—"Fue la excentricidad de Rios Montt lo que provocó enojo entre los Coroneles del Ejército de Guatemala y los dirigentes industriales del país. En un país Católico él era un Evangélico, pastor de la Iglesia "Verbo". . . . Cuando llegó al poder en marzo del año pasado, dirigió una cruzada espiritual no sólo contra los insurgentes izquierdistas sino contra los abusos de poder y corrupción de los derechistas. Limpió la Capital de los escuadrones de la muerte del ala derecha. En gran parte, limpió también el país de la guerrilla izquierdista. . . . Los Capitanes jóvenes lo apoyaban. Pero la vieja guardia y la oligarquía estaban molestos por su populismo, por sus pláticas sobre una reforma agraria, por su indicación de que los ricos deberían pagar los impuestos correctos  

Enojó a la extrema derecha al no acceder en adelantar las elecciones, que ellos creían que podrían ganar ..

Puede que haya sido la "excentricidad" de Ríos Montt lo que provocó su caída. Como Cristiano nacido de nuevo (él siempre evitó que se le designara "evangélico", por la connotación anti-Católica que algunas veces le daban) fue algo raro y anómalo entre los políticos de América Latina. ¿Hubo antes otro Presidente en América Latina que fuera Cristiano nacido de nuevo? ¿Alguien que admitiera tan públicamente su Fe en Jesucristo?.

Desde el día en que ascendió al poder y anunció públicamente su Fe en "Dios, mi Señor y 184   

mi Rey", había demostrado a Guatemala y al mundo entero su intención de vivir —de la mejor manera posible— conforme al Cristianismo bíblico que había guiado su vida, explicándolo abiertamente. Muchos evangélicos guatemaltecos, aunque con cautela, lo apoyaron. Incluso hubo muchos Católicos que, aunque al principio habían visto con desagrado la idea de un presidente no Católico, respetaron su valor al hablar abiertamente de rectitud y moralidad desde una plataforma que difícilmente se podría identificar con los principios Cristianos.

Por supuesto que hubo otros que abiertamente rechazaron su actitud moralizante y se burlaron de él llamándole "Ayatollha" y "Dios Montt".

 Tal vez sus discursos un poco indeterminados, pero francos, y sus pláticas por televisión golpearon muy fuertemente a la sociedad guatemalteca. Pero, según sus propias palabras, estaba tratando de hacer lo que ningún otro Presidente en la historia de Guatemala había hecho: que su país buscara el Rostro de Dios y que regresara de lo que llamó "el borde de un gran precipicio".

Al dirigirse a sus compañeros en el gobierno, trató de ser igualmente fuerte. Hizo grandes esfuerzos por encontrar la forma cómo investigar y enjuiciar a aquellos que violaban la ley o se oponían a sus reformas, pues sabía que su poder era limitado. Pero para hablarles no tenía limitaciones, así que les dijo desde la televisión: "Dejen a sus amantes. Cumplan con sus obligaciones. No mientan, no abusen, no roben".

¿Quién antes había hablado de manera tan

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franca y abierta a los miembros de su propio gobierno?

También instó a los empleados públicos, desde los Ministros hasta los oficinistas, para que cumpliesen con los altos principios morales contenidos en la campaña "No Robo, No Miento, No Abuso". Se daba cuenta que muchos no mantendrían su palabra, por ello creyó que el hacerlos jurar en público les infundiría bastante fuerza moral para luchar contra las proliferantes fuentes de corrupción.