viernes, 11 de noviembre de 2016

ANDRES DUNN Y EL PURGATORIO

El purgatorio era el siguiente tema
Padre D.: —¿Conque ya no crees en el purgatorio desde que leíste el Testamento?
Andrés: —No encuentro cosa alguna semejante a eso en él, señor.
Padre D.: —¿De veras no puedes? Qué extraño. Tantos hombres grandes lo encontraron. ¿Qué supones que quería decir San Pablo cuando dijo: «El fuego probará la obra de cada uno cual sea» (1 Corintios 1:3)?
Andrés: —Yo veo que el significado está muy claro, señor. Si usted lee el pasaje verá que el apóstol está hablando de las diferentes doctrinas enseñadas por diferentes personas después que haya sido puesto el fundamento de la verdad. Él compara algunas de estas cosas a «oro, plata, piedras preciosas,» lo cual significa sana doctrina; y algunas a «madera, heno, hojarasca,» hablando de la falsa doctrina. Ahora nos dice que todos estos pasarán una prueba al fin, y ¿qué es más adecuado para probar los diferentes materiales de que habla que el fuego? Si las doctrinas fuesen como oro, plata, piedras preciosas, sabemos que no recibirían daño por el fuego, sino más bien, lo contrario. Pero si fuesen semejantes a madera, heno, hojarasca, serían consumidas por el fuego. Pero ¿qué tiene que ver esto con un lugar en donde se queman las almas de los hombres para purificarlas y prepararlas para el cielo?
El Padre Domingo leyó el pasaje después de haber oído la explicación de Andrés, y se sorprendió de que nunca lo hubiera entendido antes. Sin embargo, no admitió que la interpretación de Andrés era correcta; sino le dijo que él lo estaba viendo superficialmente, y que la Iglesia, entendiendo el asunto más profundamente que él, había declarado que tal lugar como el purgatorio existía y que esto era suficiente.
Andrés: —Ojalá no se ofenda, señor, si doy mis pensamientos sobre este tema. Es que creo que no se contendería tanto por el purgatorio si no fuera por la ganancia que le da al clero. Bien recuerdo, señor, cuando yo le daba dinero para ayudar con el pago de las misas para sacar mis viejos amigos y conocidos del purgatorio. Ahora, señor, si usted tiene tal poder, yo creo que debe estar contento de usarlo en misericordia de las pobres almas quemándose, sin buscar recompensa. Pero al ver que las misas tienen que ser pagadas desde antes de decirlas, yo sospecho que la razón verdadera por la cual se mantiene el purgatorio es por el beneficio que le da al clero. No seré convencido que sean sinceros hasta verlos hacer grandes esfuerzos sin paga ni galardón, para ayudar a las almas que, según dicen ellos, están en un estado de sufrimiento. Y aunque pudiera creer que son sinceros, a base de las Sagradas Escrituras me opondré a esa doctrina, porque además de otras objeciones, le da al purgatorio el poder que en toda otra parte es dada a la sangre de Cristo. Por ejemplo: «La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:7).
Padre D.: —Como te dije antes, ahora lo repito; que eres un hombre poco caritativo, y no hay esperanza de algo bueno en ti mientras sigues pensando que sabes mejor que la Iglesia.
Andrés: —La Palabra de Dios, señor, es mi guía, y no puedo admitir nada que no puede ser aprobado por ella.
Como no pudieron ponerse de acuerdo en cuanto al purgatorio fueron obligados a pasar a la objeción siguiente de Andrés.
Rezar a los santos
Andrés: —¿Qué autoridad tiene, señor, de la Palabra de Dios para rezar a los santos'?
El Padre Domingo ya se encontraba como un pez fuera del agua, y no encontró nada en las Escrituras para apoyar el orar a los santos. Él dio un pasaje indirecto del hombre rico en el infierno orando a Abraham. Pero desgraciadamente, el ejemplo de un alma perdida es una mala comparación a los piadosos en la tierra, y viendo esto se refugió tras la infalibilidad de la Iglesia y mandó proceder a la objeción siguiente.

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