Daniel
Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000
www.conocereislaverdad.org
http://www.conocereislaverdad.org/testimonios.htm
El Sacerdote que encontró
a Cristo
Yo nací en Venecia, al norte de Italia, el
22 de marzo 1917. A la edad de diez años, se me envió a un seminario
Católico Romano en Plasencia, y fui ordenado sacerdote después de doce
años de estudio el 22 de octubre, 1939. Dos meses después el Cardenal R.
Rossi, mi superior me envió a América como asistente pastor de la nueva
iglesia italiana, la "Bendita Madre Cabrini" en Chicago, y después en New York. Nunca me pregunté si mis sermones o instrucciones estaban en
contra de la Biblia. Mi único apuro y ambición era complacer al Papa.
Fue domingo de febrero del año 1944, cuando accidentalmente puse el radio
en contacto con un programa religioso de origen protestante. El pastor
predicaba su radio mensaje. Yo iba a cambiar el programa por que no se me
permitía escuchar sermones protestantes pero (no sé porque) seguí
escuchando...
Mi teología fue sacudida por un texto que oí
en el radio. "Cree en el Señor Jesucristo y serás
salvo." De manera que no es pecado contra el Espíritu Santo
creer que uno es salvo. Yo no estaba convertido todavía pero mi mente
estaba llena de dudas tocante a la religión Romana. Comencé a apurarme más
por las enseñanzas de la Biblia que por dogmas y decretos del Papa. Gente
sobre mi estaban dando cada día de 5 a 30 dólares, por 20 minutos de
ceremonia, llamada la Misa, porque prometía librar las almas de sus
familiares de la lumbre del purgatorio. Pero cada vez que yo veía el
crucifijo grande sobre el altar me parecía que Cristo me reprendía
diciéndome: Tú estás robando dinero a gente pobre y trabajadora por medio
de falsas promesas. Tú enseñas doctrinas en contra de mis enseñazas. Las
almas de los que creen no van a un lugar de tormento, porque yo he dicho
"Bienaventurado los muertos que de aquí mueren en
el Señor. Si, dice el Espíritu, que descansaran de sus trabajos; porque
sus obras le siguen" (Apocalipsis 14:13). No necesito vanas
repeticiones del sacrificio de la cruz, porque mi sacrificio fue completo.
Mi obra de salvación fue perfecta, y Dios la sancionó levantándolo de
entre los muertos. "Porque con solo una ofrenda
hizo perfectos para siempre los santificados" (Hebreos 10:14).
Si los sacerdotes y el Papa tienen el poder de libertar almas del
purgatorio con Misas e indulgencias, porqué esperan una ofrenda? Si
ustedes ven a un perro quemándose en el fuego no van a esperar hasta que
el dueño les traiga $5.00 para sacar al perro de allí. Ahora, yo no podría
enfrentarme con el Cristo del altar. Cuando yo estaba predicando que el
Papa es el vicario de Cristo, el sucesor de Pedro, la infalible roca sobre
la cual Cristo edificó su Iglesia, una voz parecía reprenderme y decirme;
"Tu viste el Papa en Roma: su enorme y riquísimo palacio; sus guardias; a
los hombres besándole el pie. ¿Crees en verdad que él me representa? Yo
vine a servir a la gente; yo lavé los pies de los hombres no tuve en donde
reclinar mi cabeza. Mírame en la cruz? Cree en verdad que Dios a edificado
su Iglesia sobre un hombre, cuando la Biblia claramente dice que el
vicario de Cristo sobre la tierra es el Espíritu Santo, y no un hombre?
(Juan 14:26) Y esa roca fue Cristo. Si la Iglesia Romana está basada sobre
un hombre, entonces no es mi Iglesia." Yo todavía predicaba que la Biblia
no es regla suficiente de Fe, y que necesitamos la tradición y los dogmas
de la Iglesia para comprender las escrituras. Entonces una voz dentro de
mí me decía; "Tú predicas contra las enseñanzas de la Biblia; tú predicas
necedades. ¿Si los cristianos necesitan un Papa para comprender la
escrituras, que necesitan para comprender al Papa? Yo he condenado la
tradición, porque todos pueden comprender lo que es necesario para la
salvación personal. Estas empero son escritas para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su
nombre" (Juan 20:31). Yo enseñaba a mi pueblo que fueran a María y a los
Santos, en vez de ir directamente a Cristo. Pero una voz dentro de mi me
preguntaba: "¿Quién sobre la cruz te salvó?" "¿Quién pagó tus deudas
derramando su sangre? ¿María, los Santos, o Yo, Jesús? Tú y muchos otros
sacerdotes no creen en los escapularios, las novenas, los rosarios, las
estatuas, las velas, pero los mantienen en sus Iglesias porque dicen que
la gente simple necesita cosas simples para que les recuerden a Dios. Las
tienen en sus Iglesias porque son una buena fuente de dinero, pero yo no
quiero ninguna clase de mercadería en mi Iglesia. Mis creyentes deben de
adorarme en Espíritu y verdad. Destruid estos ídolos; enseñar a mi gente a
orar, a venir a mi únicamente."
Dónde mis dudas verdaderamente me
atormentaba fue en confesionario. La gente venia a mi y se me hincaba,
confesándome sus pecados. Y yo con una señal de la cruz, les prometía que
tenia el poder para perdonarles sus pecados. Yo un pecador, un hombre,
estaba tomando lugar de Dios, el derecho de Dios; esa voz terrible me
penetraba y decía, "Te estas robando la gloría de Dios si los pecadores
quieren obtener el perdón de sus pecados tiene que ir a Dios y no a ti. Es
la ley de Dios la que han violado. A Dios pues, deben hacer su confesión;
a Dios únicamente deben orar para perdón. Ningún otro hombre puede
perdonar pecados sino Jesús. Y llamarás su nombre JESÚS, porque el salvará
a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21). Porque no hay otro nombre debajo
del cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hechos 4:12).
Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre (1 Timoteo 2:5).
No pude permanecer en la Iglesia Católica
Romana porque no podía servir a dos Señores: Al Papa y a Cristo. No podía
creer en dos enseñanzas contradictorias: La tradición y la Biblia. Tuve
que escoger entre Cristo y el Papa; entre la tradición y la Biblia; he
escogido a Jesús y a la Biblia. Dejé el Sacerdocio Romano y la religión
Romana en 1944, y ahora he sido dirigido por el Espíritu Santo a
evangelizar a los Católicos Romanos, y a pedir a los creyentes que les
testifiquen sin temor.
Joseph Zacchell
(Testimonio publicado en el libro "Lejos
de Roma, cerca de Dios", Ed. Portavoz, R.Bennet y M.Buckingham
(recopiladores), 2000 (Original "Far From Rome, Near to God, 1994),
Testimonio N° 23, pag. 184-188). El texto expuesto corresponde a la
versión en inglés traducida al español a mediados del año 2000 (fecha
desde la cual está publicado en este sitio web).
No hay comentarios:
Publicar un comentario