HISTORIA DEL EVANGELIO EN COLOMBIA
Por FRANCISCO ORDOÑEZ
Profesor del
Instituto Bíblico "Bethel" Armenia — Caldas — Colombia
1956
CAPITULO XXXIV CONSIDERACIONES GENERALES Hemos llegado al fin de nuestra Historia, pero antes de cerrar este volumen queremos presentar algunas consideracio- nes de carácter general, que a manera de balance concreten la situación de la Obra Evangélica hasta hoy y sus proyecciones hacia el futuro. Volviendo los ojos al pasado, no podemos menos que levan- tar agradecidos nuestros corazones a Dios para dar gracias por lo que hasta aquí, con Su ayuda se ha logrado. La Palabra de Dios no ha sido predicada en vano. Las decenas de millares de cristianos evangélicos que a diario leen sus Biblias y glorifican a Dios con la entereza de sus vidas, son vivos testimonios del po- der y el crecimiento del Evangelio. Sin embargo, puede ser qje algunos opinen que el desarrollo del Protestantismo en Co- lombia ha sido algo lento en relación con el desenvolvimiento del mismo en otras naciones americanas. Conviene en cuanto a es- to tener en cuenta ciertos factores. La acción evangelizadora que en ningún tiempo ni en ninguna parte ha sido fácil, ha re- vestido en Colombia y sobre todo en ciertas épocas, todas las características de una proeza de abnegación y perseverancia, rayana en sacrificio. La predicación del Evangelio puro, sencillamente novotes- tamentario ha sido un franco desafío a la conducta aberrante de un sistema de vida prácticamente materialista ; tenía que cho- car irremediablemente con las costumbres y vicios contraídos a lo largo de los siglos por efectos de una religión ritual y utilita- rista, que no deja de serlo aunque se ampare bajo la sombra de la cruz. Las otras dificultades han sido: la hostilidad encarni- zada del clero romano, que trata de mantener a todo trance su gravosa hegemonía y la debilidad culpable de los gobiernos ci- viles, que si en períodos relativamente breves han procedido con ejemplar autonomía, en la mayor parte de los casos han hipote- cado su autoridad a las exigencias insaciables de la iglesia. Si en Colombia hubiera completa libertad religiosa, aseguramos que en menos de tres generaciones, el país estaría completamen- te evangelizado. 360 Análisis de la Violencia Una de las cosas de que más se ha hablado en el mundo du- rante los últimos años ha sido la persecución religiosa en Co- lombia. Persecución antiprotestante, cruel y despiadada, con propósitos de exterminio. lEn algunos capítulos de nuestro li- bro hemos insertado aquí y allá ciertos relatos de impresionan- tes actos de violencia, como simples muestras de los indescripti- bles e incontables sufrimientos que los creyentes evangélicos han tenido que padecer a causa de su fe. No intentamos dar aquí una explicación minuciosa de las causas de tal persecución, ni pretendemos describir tan amarga historia en sus detalles. Para ello se necesitarían probablemente muchos volúmenes. Bástennos por ahora algunas observaciones al respecto. Permítasenos primeramente declarar que la predicación del Evangelio nunca ha gozado de absoluta libertad en Colombia; pero es preciso anotar aquí en honor a la justicia que las auto- ridades civiles hasta 1948, si bien no garantizaron en forma completa el ejercicio pleno de la libertad de cultos, por lo menos hicieron lo posible para proteger las vidas, la honra y los bie- nes de los cristianos evangélicos. Solamente en casos aislados algunos funcionarios subalternos contribuyeron activa o pasi- vamente a los actos de hostilidad, inspirados generalmente por los miembros del clero. Estos por su parte, no han cesado en ningún momento en su campaña de difamación contra la Obra Evangélica, procurando presentar a cada creyente, y sobre todo a los pastores y misioneros como "lobos rapaces", enemigos de Dios y de la virgen, corruptores de almas y envenenadores de conciencias. Pero el año 1948 fué por muchos conceptos un año trágico en la historia nacional. Las ambiciones políticas llevadas al ex- tremo lanzaron al país en un ambiente cargado de amenazas y zozobras; hechos de sangre ocurrieron en distintos lugares del país, se declaró turbado el orden público y las fuerzas militan- tes de variadas tendencias desencadenaron la más sangrienta racha de feroces represalias, en forma tan cruel y despiadada que nos hace recordar el vandalismo de épocas remotas, que ya con- siderábamos superadas para siempre. La iglesia católica, que según podía notarse, había esperado desde mucho antes una oportunidad semejante de desorden social, inició sin pérdida de tiempo una insistente campaña encaminada a hacer aparecer a las iglesias y grupos protestantes como enemigos del gobierno, agentes subversivos, cómplices de revoltosos y guerrilleros. lEn consecuencia se desató al amparo del caos político, la persecu- ción religiosa más violenta que hayan sufrido los cristianos evangélicos en las últimas décadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario