viernes, 19 de mayo de 2017

BREVE LIBERTAD-NUEVO ARRESTO RICHARD WURMBRAND

TORTURADO POR CRISTO 

RICHARD WURMBRAND

BREVE LIBERTAD-NUEVO ARRESTO

 Llego el año 1956. Ya hacia ocho años y medio que estaba en la cárcel. Había perdido mucho peso, porque se me privaba de comida, pero había ganado muchas cicatrices a raíz de haber sido brutalmente flagelado y golpeado. Además había sido objeto de burlas, amenazas, interrogatorios hasta el cansancio y abandono. Nada de eso dio los resultados que mis captores esperaban. Profundamente descorazonados, por una parte, y preocupados por otra, por las protestas que mi prisión suscitaba, me pusieron en libertad.
 Se me permitió volver a mi antiguo puesto en la iglesia pero por solo una semana. Alcance a predicar dos sermones; luego me llamaron para advertirme que no podría seguir predicando ni tomar parte en ninguna actividad religiosa. ¿Qué había dicho? Yo había aconsejado a mis feligreses que tuvieran “paciencia, paciencia y más paciencia”. “Eso significa que Ud. esta diciendo que tengan paciencia, pues los americanos vendrán a libertarlos, me grito la policía.” Yo también había dicho que tal como la rueda gira, los tiempos cambian. “Ud. les esta diciendo que el gobierno comunista dejara de existir, y esas son calumnias contrarrevolucionarias”, me gritaron de nuevo. Y ese fue el fin de mi ministerio público.
 Probablemente las autoridades creyeron que yo tendría temor de desafiar sus órdenes y volver a mi evangelización subterránea. Estaban muy equivocados en eso. Secretamente regrese a mi trabajo anterior, con el apoyo de mi familia.
 Volví a testificar ante grupos de fieles que se mantenían ocultos, yendo y viniendo como un fantasma, bajo la protección de quienes podía confiar. Tenía ahora mis cicatrices para darle mayor fuerza a mi mensaje respecto a la maldad de la forma de pensar atea, y para alentar y estimular las almas que flaqueaban, a confiar en Dios y ser valientes. Yo dirigía una red secreta de evangelistas que se ayudaban mutuamente para difundir el Evangelio bajo las propias narices de los comunistas. Después de todo, si el hombre en su ceguera no es capaz de ver la mano de Dios obrando en lo que le rodea, menos podrá ver la de un evangelista.
 Finalmente el incesante interés de la policía por conocer mis actividades y movimientos dio resultados. Fui descubierto una vez mas y vuelto a detener. Es posible que la publicidad que se dio a mi caso haya tenido algo que ver con el hecho de que por alguna razón mi familia no fue arrestada conmigo. Había estado ocho años y medio en la cárcel y después de tres años de relativa libertad volvía a la cárcel por otros cinco años y medio.
 Mi segundo periodo fue mucho peor en muchos aspectos que el primero.
 Mi condición física empeoro casi inmediatamente. No obstante, el trabajo oculto de la Iglesia Subterránea continúo en la clandestinidad de las prisiones comunistas.

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