viernes, 5 de mayo de 2017

EL MARTIR DE LAS CATACUMBAS - AUTOR ANONIMO

 EL MARTIR DE LAS CATACUMBAS
ANONIMO

Sin embargo el Emperador tiene que tener buenas razones para haberlo dispuesto así.
-Bien puede él haber sido instigado por consejeros ignorantes o maliciosos.
Tengo entendido que es una resolución tomada por él mismo.
El número de los que han sido entregados a la muerte de esa manera y por el mismo motivo es enorme.
Oh, sí, son algunos millares. Quedan muchos más; pero es que no se les puede capturar. Y precisamente eso me recuerda la razón de mi presencia acá. Te traigo la comisión imperial.
Lúculo extrajo de los dobleces de su capa militar un rollo de pergamino, el cual entregó a Marcelo. Este último examinó con avidez su contenido. Se le ascendía a un grado mayor, al mismo tiempo que se le comisionaba para buscar, perseguir y detener a los cristianos en donde fuera que se hallasen ocultos, haciéndose mención en particular de las catacumbas.
Marcelo leyó con el ceño fruncido y luego puso el rollo a un lado.
No pareces estar muy contento.
Te confieso que la tarea es desagradable. Soy un soldado y no me gusta eso de andar a la caza de viejos débiles y niños para los verdugos. Sin embargo, como soldado debo obedecer. Dime algo acerca de esas catacumbas.
Las catacumbas? Es un distrito subterráneo que hay debajo de la ciudad, y cuyos límites nadie conoce. Los cristianos huyen a las catacumbas cada vez que se hallan en peligro; también están ya habituados a enterrar a sus muertos allí. Una vez que logran penetrar allí, se pueden considerar fuera del alcance de los poderes del estado.
Quién hizo las catacumbas?
Nadie sabe con exactitud. El hecho es que han existido allí por muchos siglos. Yo creo que fueron excavadas con el objeto de extraer arena para edificaciones. Pues en la actualidad todo nuestro cemento proviene de allí, y podrás ver innumerables obreros trayendo el cemento a la ciudad por todos los caminos. En la actualidad tienen que ir hasta una gran distancia, porque con el transcurso de los años han excavado tanto debajo de la ciudad que la han dejado sin fundamento.
Existe alguna entrada regular?
Hay entradas innumerables. Precisamente esa es la dificultad. Pues si hubiera solamente unas pocas, entonces podríamos capturar a los fugitivos. Pero así no podemos distinguir de qué dirección hemos de avanzar contra ellos.
Hay algún distrito del cual se sospecha?
Sí. Siguiendo por la Vía Apia, como a dos millas, cerca a la tumba de Cecilia Metella, la gran torre redonda que conoces, allí se han encontrado muchos cadáveres. Hay conjeturas que esos son cuerpos de los cristianos que han sido rescatados del anfiteatro y llevados allá para darles sepultura. Al acercarse los guardias los cristianos han dejado los cadáveres y han huido. Pero, después de todo, eso no ayuda en nada, porque después que uno penetra a las catacumbas, no puede considerar que está más cerca del objetivo que antes. No hay ser humano que pueda penetrar a aquel laberinto sin el auxilio de aquellos que viven allí mismos.
¿Quiénes viven allí?
Los excavadores, que aún se dedican a cavar la cierra en busca de arena para las construcciones. Casi todos ellos son cristianos, y siempre están ocupados a cavar tumbas para los cristianos que mueren. Esos hombres han vivido allí toda la vida, y no solamente puede decir que están familiarizados con todos aquellos pasajes, sino que tienen una especie de instinto que les guía.
Has entrado algunas veces a las catacumbas, ¿verdad?
Una vez, hace mucho tiempo, cuando un excavador me acompañó. Pero sólo permanecí allí un corto tiempo. Me dio la impresión de ser el lugar más terrible que hay en el mundo.
Yo he oído hablar de las catacumbas, pero en realidad no sabía nada respecto a ellas. Es extraño que sean tan poco conocidas. ¿No podrían esos excavadores comprometerse a guiar a los guardias por todo ese laberinto?
No, ellos no entregarían a los cristianos.
Pero, ¿se ha intentado hacerlo?
Oh, sí. Algunos obedecen y guían a los oficiales de la justicia a través de la red de pasajes, hasta que llega un momento en que casi pierden el sentido. Las antorchas casi se extinguen, llegando ellos a aterrorizarse. Y entonces piden que se regrese. El excavador expresa que los cristianos deben haber huido, y así regresa al oficial al punto de partida o ingreso.
¿Y ninguno tiene la suficiente resolución de seguir hasta llegar a encontrar a los cristianos?
Si insisten en continuar la búsqueda, los excavadores les guían hasta cuando quieran. Pero lo hacen por los incontables pasajes que interceptan algunos distritos particulares.
¿Y no se ha encontrado uno solo que entregue a los fugitivos?
Sí, algunas veces. Pero, ¿de qué sirve? A la primera señal de alarma todos los cristianos desaparecen por los conductos laterales que se abren por todas partes.
Mis perspectivas de éxito parecen muy pocas.
Podrán ser muy pocas, pero mucha esperanza se tiene cifrada en tu osadía v sagacidad. Pues si llegas a tener éxito en esta empresa que se te comisiona, habrás asegurado tu fortuna. Y ahora, ¡buena suerte! Te he dicho todo lo que yo conozco. No tendrás dificultad en aprender mucho más de cualquiera de los excavadores.
Eso decía Lúcido al mismo tiempo que se marchaba. Marcelo hundió su rostro entre las manos, y se sumió en profundos pensamientos. Empero, en medio de su meditación le perseguía, como envolviéndole, la otra cada vez más penetrante de aquella gloriosa melodía que evidenciaba el triunfo sobre la muerte: Al que nos amó. Al que nos ha lavado de nuestros pecados.

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