EL OTRO CRISTO ESPAÑOL
Un Estudio de la Historia Espiritual de España e Hispanoamerica
Por JUAN A. MACKAY
Ediciones Alba
México-Buenos Aires
Versión de GONZALO BAEZ CAMARGO
1952
Ningún principio racional, de interés propio, ha logrado jamás superar ese innato individualismo de la naturaleza española. Sólo una gran pasión ha logrado tal cosa; pasión por el Estado o pasión por la Iglesia. Pero en ambos casos la manifestación de esta pasión altruista ha exhibido una cualidad peculiarmente española en que reaparece el viejo individualismo. Hablando del patriotismo de los españoles, Madariaga hace la siguiente observación: "El español, pues, siente el patriotismo como el amor, en forma de pasión que absorbe el objeto (la patria, la amada), y lo asimila, es decir, lo hace suyo. No pertenece a su país: es su país el que le pertenece". La pasión de los españoles por la Iglesia ofrece la misma característica. La Iqlesia fué absorbida y sus destinos se convirtieron en los de la nación española. El honor exigía la conformidad con sus ritos y dogmas y la propagación de éstos por el mundo entero. Pero ni aun a la Iglesia se le permitió conservar su identidad personal en las profundidades del alma es- pañola ni el cristianismo logró jamás modificar la actitud española fundamental hacia la vida. En materia de hecho, España se adueñó de la Iglesia mucho más que ésta de España. Y la consecuencia histórica de este hecho, como habrá de verse más tarde, fué la descristianización del cristianismo en el mundo español. Sin embargo, es en los místicos españoles donde se ejemplifican con más perfección los rasgos distintivos del individualismo español. En ellos descubrimos, como en ningunos otros representantes de la raza, el alma de Es- paña. El misticismo español no es, como el neoplatónico y el alemán, un misticismo de molde intelectual y meta- físico, sino un brote espontáneo y original, de índole natu- ralista, cuvo origen se halla en una pasión ética por la li- bertad interior. Tan estrecho es el ambiente, así social como religioso, del alma mística, v tan infinita su as- ' España, M. Aguilar, Madrid, 1934, pág. 25. piración, que se crea en su interior una elevadísima tensión en la cual se vacía a sí mismo de todo deseo, pensamiento y sentimiento. Pasando por una "noche oscura" asciende a la cumbre del Carmelo espiritual, y sus sublimes alturas contempla, o mejor dicho, posee a Dios. La pasión del místico español, tal como se manifiesta, por ejemplo, en San Juan de la Cruz, el más clásico de sus tipos, no es perderse en Dios sino apropiarse a Dios, poseerlo en el sentido más pleno y absoluto. Su individualidad es tan vigorosa que quisiera absorber aun a la misma Deidad. Como bien podría suponerse, este tipo tan único de misti- cismo no formó escuela. Los místicos españoles son gran- des almas individuales v solitarias, cada una de las cuales siente que "lleva dentro un rey", al cual ha obligado a descender a su corazón. Aquesta divina unión del amor que yo vivo, hace a Dios ser mi cautivo y libre mi corazón. Tal cantó Santa Teresa en una de sus poesías más famosas. Y añade: mas causa en mí tal pasión ver a mi Dios prisionero que muero porque no muero. Para Dios y para ella, la muerte sería la afirmación de la suprema libertad. El individualismo primitivo de la raza ibérica ha cons- tituido un factor determinante en la historia y vida de Sudamérica. Con el correr del tiempo, la arrogancia espa- ñola se transformó en "arrogancia criolla", forma extrema de egotismo ■ egolatría podríamos llamarle'— que el emi- nente sociólogo argentino Carlos Octavio Bunge considera como uno de los tres rasgos principales de la psicología sudamericana^ Son sugestivas en extremo dos de las pequeñas ilustraciones que Bunge ofrece de esta cualidad. Una está tomada de la heráldica, la otra de la literatura * V. Nuestra América. sudamericana. La divisa de la República de Chile es: "Por la razón o por la fuerza". Cuando el poeta José Her nández, autor de Martín Fierro, la epopeya clásica de las pampas, hubo terminado su poema, hizo pedazos su gui- tarra para que dedos ajenos no pudieran pulsar sus cuerdas continuar la narración de las hazañas de su gaucho.^ ste pasaje es un eco evidente de cosa semejante hecha por Cervantes. Al terminar la vida de Don Quijote, Cide Hamete Benenqeli cuelqa la pluma en la espetera, donde habrá de permanecer por siglos y siglos, pues sólo él ha nacido para escribir la vida del gran manchego. Sin embargo, esta arrogancia se ha manifestado en formas mucho más serias en la vida sudamericana, apa- reciendo como un irrefrenable deseo de obtener poder sobre los demás. Un escritor mexicano, refiriéndose a la pasión por conquistar puestos administrativos al servicio del gobierno, acuñó la pintoresca desiqnación de "cani- balismo burocrático". Esto ha reducido al mínimo la capa- cidad de admiración y enqendrado un espíritu aplanador de envidia. A nuestra América '—dice el escritor argentino Manuel ligarte— le ha faltado la sagrada facultad de poder admirar. En vez de nivelar en las crestas ha querido nivelar en los valles, abatiendo- toda superioridad indivi- dual. En un artículo intitulado "La Crueldad Sudameri- cana,io el brillante escritor y político peruano, Haya de la Torre, llama la atención a una sombría consecuencia del mismo modo de ser. Hace notar que en el momento en que un hombre alcanza prominencia en cualquiera esfera, es " En este punto el cantor buscó un porrón pa consuelo, echó un trago como un cielo, dando fin a su argumento; y de golpe el instrumento, lo hizo astillas contra el suelo. "Ruempo", dijo, "la guitarra, pa no volverme a tentar, ninguno la ha de tocar, por siguro tenganló; pues naides ha de cantar cuando este gaucho cantó." " En El Universal Gráfico, México, D. F., abril 6, 1931. asaltado cruelmente por celosos rivales con el prurito de aniquilarlo. Más tarde, cuando la muerte lo ha hecho inofensivo, todo el mundo se suma a su apoteosis.Fué un sociólogo alemán,añade Haya, muy familiarizado con Sudamérica v a quien conoció en Berlín, quien le llamó la atención, de modo muy enfático, a la verdad de ese hecho. "Ustedes (los sudamericanos) '—le decía este cien- tífico^ no respetan nada en los demás; sólo los muertos se salvan en la América Latina." Seqún este principio, explicaba él el exagerado culto a los muertos en el conti- nente del sur, la belleza de los cementerios, la falta de capacidad crítica para estimar la obra de un hombre fallecido. "Mientras viven, la crueldad los destroza, y cuando mueren, la superstición los respeta."
_______
Similitud
Y sucedió que tan pronto como Moisés se acercó al campamento, vio el becerro y las danzas; y se encendió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las hizo pedazos al pie del monte. Y tomando el becerro que habían hecho, lo quemó en el fuego, lo molió hasta reducirlo a polvo y lo esparció sobre el agua, e hizo que los hijos de Israel la bebieran. Exódo 32,19
No hay comentarios:
Publicar un comentario