“MI CORAZÓN INQUIETO “
POR VIENTO SOLLOZANTE
Primer Libro
174
Nl' CORAZÓN INQUIETO
Trinidad Nube de Nieve, nuestro tercer hijo, nació un domingo del mes de enero.
¡ Cómo nos gozamos viendo que estaba sano y que era normal, a pesar de que no pesó
más que dos kilos, setecientos trein ta gramos.
Pocos minutos después de su nacimiento noté una sensación en mi pierna y la
espalda dejó de dolerme. Estaba muerta de hambre y media hora después del
nacimiento del bebé me trajeron la cena. Comí sin cesar durante los primeros
días, mientras descansaba en el hospital. Mi vista era normal y no podía
acordarme de haberme encontrado jamás tan fuerte.
El médico dijo que estaba mejor, pero no quiso decir que yo estaba bien hasta
no haber realizado algunos análisis.
Cuando salí del hospital parecía como si nada saciase mi apetito, llegando a
comer seis veces al día durante las dos semanas siguientes. Al cabo de un mes
regresé al médico para que viese cómo andaba de salud. Nube de Nieve era
pequeño, pero tenía una salud estupenda. Mis últimos análisis de sangre no
mostraban nada malo, solamente un poco de tensión baja y azúcar. Las extrañas y
malformadas células que habían aparecido en todos los análisis durante los
últimos seis meses habían desaparecido.
El médico sonrió y dijo: "No sé lo que ha sucedido. Ha estado usted muy
enferma, sin que yo lograse averiguar cuál era el motivo y no sé por qué está
usted bien ahora. Quiero que le hagan a usted un análisis de sangre cada seis
meses, pero por lo que veo ahora, vivirá usted y podrá ver a sus nietos."
Continuaron realizándome los análisis de sangre, pero
el problema no volvió a aparecer nunca más. El médico no logró tampoco
averiguar qué era lo que había causado el problema o por qué había
desaparecido. Yo no tenía respuesta para las dos primeras preguntas, pero estaba segura de que la oración había sido la
respuesta a la última.
Ahora que sabía lo frágil que era la vida, ésta resultó mucho más dulce.
MI CORAZÓN INQUIETO 175
NUBE DE NIEVE
ojalá la vida te brinde en su camino cosas hermosas.
Puestas de sol doradas a la caída de la tarde
Un hogar tranquilo entre los altos árboles,
Un alma
reposada, un corazón en calma.
tu vida se llene de horas felices,
De buenos
libros, de colinas llenas de flores.
De amigos en los que confiar durante el año entero,
Y que nuestro dulce Jesús te bendiga ricamente .Pag176
CAPITULO VEINTIUNO
Estaba tan
ocupada cuidando a mis tres niños pequeños que me aislé del resto del mundo y
durante seis meses no hablé con nadie más que con Don y los niños
Finalmente Don me preguntó: —¿Es que no quieres
ver a otras mujeres? ¿No quieres ir a visitar a algunas vecinas o algo así? ¿Es
que no necesitas charlar ?
Yo me encogí de hombros y le contesté: —Estoy
contenta con mi familia y mi casa, no
necesito a nadie de afuera.
—Creo que te haría bien salir, ir a alguna parte y ver a alguien. Creo que
mañana deberías de llevar a los niños en el coche para ir a la ciudad a comprar
alimentos.
—Pero si tú siempre compras la comida y lo que necesito lo mando a pedir del
catálogo. No quiero ir a la ciudad.
Tenía la sensación de que ya había perdido el argumento y que Don ya se había
decidido antes de mencionar la visita a la ciudad.
—Te irá bien y no tendrás ningún problema. Ve solamente a la ciudad y lleva a
Nube a la clínica para su examen médico, compra un poco de comiday luego te
vienes a casa. ¿Qué podría salir mal? —razonó.
Esa noche apenas si dormí, preocupándome al pensar en todas las cosas que
estaba segura de que me sucederían, como pudiesen ser ruedas pinchadas, el perderme o chocar; esos eran
algunos de los más leves problemas que esperaba.
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