LIBRO OCTAVO
CAPITULO I
Del Partido y
Corregimiento de Totonicapa y Huehuetenango, y las calidades y naturaleza de
su temperamento.
MARGINALES.—Fué
este Partido una de las partes más estimables del Reyno de Utatlán, —En cuantas
partes se dividió el Reyno de Utatlán. — Vaticinios de la ruina de esta
estírpe, que se van experimentando. — Lo numeroso que hoy es esta jurisdicción
de Totonicapa. — La mucha poblazón de españoles
que hay en los lugares desta jurísdícción. — Sus muchas haciendas de uno y otro ganados que se extienden a los
índios. — De cuanto utilizan a los indios los
hijos de españoles que nacen en
estos pueblos. — Situación de Totonicapa cabecera de este Partido. —
Temperamento de este territorio. — Sus sendas dificultosas e impedidas con
grandes cuestas, — Es proveído su territorio de
buenas carnes. — Grandes cosechas de
maíz, legumbres y buenas frutas. — Carece de pesquerías éste y los
pueblos de la sierra. Su longítud, latitud y circunferencia
de todo el Corregimiento y sus confines.
Cuantos pueblos están sujetos a esta jurisdicción. — Sus montes, bosques y
campiñas. — Los ríos que riegan esta jurisdicción, — Es límpío este país de sabandijas ponzoñosas, — Yerba
jabonera perjudicial a las mulas y caballos que comen de ella.
Este admirable é insigne
territorio de Totonicapa, de ancho y prolijo circuto, que fué parte estimable
lo mas de ello y lo mas escelente y mas preciado del reino y señorío del
Quiché, se desmembró como Atitlán y Sololá, y el gran partido que es hoy
Quezaltenango, haciéndose de solo aquel poderosísimo dominio cuatro partes muy
numerosas y muy grandes, que se señalan bien famosas en cuatro Corregimientos de estendidísímo país, y
muy fecundo; sin lo que tuvo de la Provincia de Verapaz y de los Mames, con
mucha parte de la costa del Sur, que entonces cuando se establecieron, y
fundaron estas jurisdcciones, eran sin duda en vecindad de tributarios mayores
mas que ahora muchas veces; mas cuantos venerables personages vaticinaron de
estos y los demás de este Occidente; su asolación y acabamiento, y este
preludio
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de su ruina, se experimenta total
en muchas partes de otros reinos, y en este cada día lo que con pestes muy
durables se disminuye su nación. Mas sin embargo, este partido de Totonicapa
hoy se mantiene, y continúa en crédito, y posesión de grandes pueblos, que
numerosos, y crecidos los mas de ellos, como diremos adelante, hacen muy
estimable su gobierno y su vivienda apetecible, y
en donde vecinos españoles se logra gran
población interpelada, que muy política é igual ilustra en mucho
modo aquellos pueblos, en donde el domicilio de sus
dueños se perpetúa á la posteridad con sucesión que continúa
alimentada y mantenida con buenas y provechosas
haciendas de ganado mayor, y del menor mucho mejores, que ya se
extienden á los indios, en las que hoy han creado á posesión de propiedad, cuyo
provecho que es muy grande por esta parte, pasa
á mas estimable beneficio por los hijos- de aquestos españoles que naciendo en
los pueblos de los indios,
son tales lenguas y tan diestros, que aun los indios nos dicen y aseguran que de aquellos aprenden la perfección y pureza de su idioma
(claro está, pues, la tienen reducida á los preceptos del arte) ; y entrados á la observancia de la religión son unos
ministros que se aventajan á todos en el confesonario y en el
púlpito, y por esto de los indios muy amados,
creídos y venerados y por donde
entran con mas suavidad á la doctrina y la verdad de nuestra religión católica,
en que con claridad y buena explicación de los misterios de fé, y los preceptos
divinos y eclesiásticos se les instruye y catequiza; y por que sin duda y á único fin juzgamos
por conveniente y tolerable el que los
españoles vivan y tengan vecindad en los lugares de los, indios,
mas no por eso dejamos de conocer que los mulatos y
negros entre ellos son perniciosos y nocivos, por que además de
quererlos supeditar y anteceder, les comunican las
costumbres y los vicios que no conocen ni fueron de sus mayores
ejecutados.
Yace Totonicapa, primera cabecera
del partido por el tenor y forma de su erección, situado en gran planicie de
excelentísima llanura limpia y alegre, y que le constituye en saludable país,
lo despejado de su horizonte; por que elevándose su población sobre crecidos y
grandes montes, goza de cielo despejado y de la sanidad de los Nortes que la
refrescan y purifican; bien que á esta causa en temple frío es combatido de
heladas repetidas que muchas veces esterilizan los pastos, Está situación
respecto de Goathemala hácia la parte del Norte, y es paso inexcusable por el
camino de arriba á los progresores que se
encaminan á la ciudad de México, Pero
esta senda que decimos es penosísima y molesta por grandes cuestas
que se repechan con mucho riesgo en varias partes de su viage. Es abundante el
territorio de muchas carnes de vaca, de
carnero y de puerco, y los jamones de
este pueblo son muy buenos, aunque mejores los perniles de
Momostenango ; tiene también grandes crianzas de
gallinas, y en la espesura de sus bosques mucha caza de perdices y codornices; su cosecha anual es abundante y prodigiosa en maíz,
frizoles, chile, y buenas frutas, en especial •de manzanas y de peras,
que es más lo que se pudre siendo crecida la saca, que lo que se aprovecha. Solo carece de pescado en el todo y de tal
arte que necesita le entre de fuera,
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digo á este pueblo de Totonicapa
y todos los más de la Sierra, mas no absolutamente á este partido, Corre de su
país la situación por longitud de la parte de Noroeste al Sudeste, y por su
latitud de Norte á Sur. La una que se dilata noventa leguas y la otra alguna
cosa más de cincuenta; mirando sus líneas por confín desde Chahul, que linda con Verapaz, á San Gerónimo Motosíntle que confina con la jurisdicción de
Soconusco, Y desde el rancho alto de Totonicapa, término de Tecpan atitlán, y el río de
Aquezpala, que es la raya entre esta jurisdicción de Totonicapa y la de Chiapas mas como quiera que
hayamos apuntado sus cuatro confines, es necesario el advertir, que por la
parte del Sueste entra el Corregimiento de Quezaltenango por un ángulo á
confinar con este de Totonicapa por el Oestesudeste, y este partido de que
vamos tratando, por el Noroeste con tierra de frontera de los infieles de Lacandón, cuya estensión de territorio corre por su
circunferencia doscientas y setenta leguas de utilísima tierra y deliciosa;
que de su estampa por el todo podrá entenderse su confinanza y gran dilatación,
donde en su sitio y su país están situados y erigidos desde la posesión del
gentilismo cuarenta y nueve lugares, que los más de ellos se constituyen
numerosos, con admirable y grande pueblo, desconocidos en su grandeza y
vecindad de lo que fueron primero, de que daremos noticia en su lugar,
procurando señir su narración por ser su número escesivo, ó dividirlo en los
discursos de algunos capítulos, por no defraudar á los lectores de lo curioso y
singular de algunos de ellos. Los montes y los bosques de el partido copiosos y
poblados de arboleda, llevan muy útiles maderas para los edificios, en todas
aquellas que se hallan y se producen en tierra fría; y entre ellas gran copia de pinabete que mucha manufactura ofrece á los
indios con muchas utilidades, y fuera de esto mucho combustible para alimento
del fuego, por donde son muy estimables á la conservación de los poblados; y
las campiñas y los prados á los rebaños del ganado muy adecuados, y muy propios
á su crianza, y procreación; por que sus pastos provechosos y la limpieza de
sus llanuras ayuda mucho á su conservacíón, como las aguas que los regalan al
beneficio y al riego de setenta y nueve ríos y arroyos que se conocen; por que
atraviesan por las sendas y el viaje de unos pueblos á otros, sin los
innumerables que se pierden en el provecho entre montañas y cordilleras; que
estas que conocemos y señalamos no llevan la
sanguijuela, que es tan nociva á los ganados, y solo se halla en los
que más detenidos, y rebálsados de las llanuras se remansan en síeneguillas.
Pero además de las escelencias que referimos de estos países, añade su
bondad naturaleza, la gran seguridad de sabandijas ponzoñosas, esto es en
tierras frías, que en las que son más bajas y calientes, las hay muchas y
venenosas, como si fuera en la tierra de la costa, y así en los altos de la
sierra
los
pastores y los arrieros duermen en medio de los campos sin recelo
que los inquiete, ni por razón de los pastages
peligran los ganados de estos países. Solo en las mulas y en los
caballos se reconoce maleficio, por la yerba que
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llaman jaboneta, por que el
activo tufo de su olor á la manera de jabón, que inficiona gran distrito de
donde nace y se sitúa, los ataranta y embriaga de calidad que sin comer ni
sosegar, gustando de ella quedan muertos por el campo; mas con instinto natural se
apartan de ella y son pocas las bestias que
peligran.
CAPITULO II
De lo que á el príncipio, de la conquista de este Reino la embarazaron estos
indios Totonicapas, y de lo que acerca de su estirpe, igual á la de otros, se
tiene noticia.
MARGINALES: Asistió este pueblo a
el Rey Tecum Unián contra los españoles. — Tuvo a la disposición de este rey noventa mil guerreros. — No conservaron
los de Totonicapa la contumacia que los Utatecos. — Manteniéndose con suma
bizarría quedan rotos en la batalla memorable de PALAHUNOH Y se retiran al
Castillo de XELAHU. —Entra al Castillo nuestro ejército después de tres días de
sitio. — Huyense algunos AHAOS al Quiché y quedan otros prisioneros. — Sosiegan
su furor algunos capitanes españoles y los Ministros eclesiásticos y quedan
muchos amigos.—Queda Totonicapa casi destruida con el furor de la guerra. —
Fueron estos totonícapas de los primeros cristianos que hubo entre los indios y
toman los apellidos nobles de España. — Los AHAOS y CALPULES nobles de este
pueblo y blasón de que usan. —Abusos y desdichada idolatría en que perseverar
muchos.
Este gran pueblo Totonicapa, como
dijimos, en el Capítulo cuarto del libro sétimo de esta segunda parte,
asistió á la defensa de sus países en servicio de su rey Tecum Umán,
con poderosa oposición á nuestros españoles. Regidos y gobernados de sus
caciques y cabos principales con suma bizarría y gran denuedo hasta el último
combate en que ya muerto el rey Tecum y suced'éndole su primogénito, que
también quedó muerto por justicia, se sujetaron á la obediencia católica, como
la corte de Utatlán; pero estos mismos que en esta ocasión de la conquista
ofrecieron á su rey •noventa mil guerreros á la severa oposición de nuestros
españoles, es de creer no dejarían los ocho castillos de su país sin tripular y
sin cubrir y espuestos á ser develados de nuestra gente, ni los lugares que
resguardaban los dejarían desiertos ni despoblados; pues eran estos por
entonces numerosísímos y cabeceras de señoríos y Ahahuaes, y los señala su
autor diciendo eran estas poblaciones, Totonicapa, Santa Cruz Quiché, Quezaltenango,
Momostenango, Ahpaciha, Ostuncalco, Cuyotenango y Chiquimula, que los más de
ellos aun hasta hoy se conservan y continúan en crédito y vigor de pueblo
numeroso, como veremos en sus lugares; mas estos de quienes ahora vamos
hablando, aunque esforzados y constantes en sus defensas, no fueron tan severos
ni tenaces
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•
como Utatlán y otros de su
inmediata anexidad; por que al principio de la guerra del Pinar, se mantuvieron
con suma bizarría*y gran valor, hasta que rotos en la memorable batalla de Palahunoh,
donde fué muerto su rey Tecum, en el sitio de Pakajá, se retiraron á el gran castillo de Xelahuh.
Pero esta fortaleza, que pareció al principio inespugnable, puéstole sitio á su
cordón, fué entrado por -nuestros españoles con
grande batería; en que gastó nuestra constancia más de diez días de desacomodado y áspero asedio, respecto á su
alojamiento en la descubierta campaña y mantenida con grandes lluvias de
proceloso invierno; pero muertos en el castillo la mitad de sus
defensores, según su autor, (1) con menos fuerza á su defensa, abiertas brechas
por sus muros, y entrado por ellas y por asalto á sus costados, franqueadas de
repente las puertas por los propios defensores, se
huyeron muchos Ahaos al Quiché, y otros quedaron prisioneros dentro de la plaza
del castillo; pero desesperados y furiosos juraban (aun viéndose en la red) la
venganza de la muerte de sus hermanos y parientes, y en especial mas se
irritaban y enfurecían con la memoria de su rey Tecum Umán, muerto á lanzadas;
mas sin embargo de su furor y su esquivez por verse entre estrangeros y gente
enemiga, la gran sagacidad de Don Pedro de
Alvarado, por una parte, y por otra Hernando de Chávez, Gómez de Alvarado, y
Gaspar Arias, acariciándolos y dándoles á entender los eclesiásticos
por los intérpretes el fin de su venida á estas tierras, y los misterios más
principales de nuestra Santa fé, domesticaron su
furor y pertinacia, quedando desde entonces Totonicapa y su inmediato Quezaltenango
muy quietos y verdaderos amigos de nuestros españoles, y no muy arruinados en
su planta material, si bien, Totonicapa, á donde
sin duda llegó mucho furor de aquella guerra, por más tenaces y rebeldes sus
moradores, quedó casi desmantelado y, destruido y con mucha
necesidad de su reparo. Pero al paso que fueron de impedimento y embarazo en el
principio de la guerra, fueron después de grande
alivio estos Totonicapas y los vecinos quezaltecos á la conquista, de
Utatlán; porque empezando á servir desde la toma del castillo de
Xelahuh, descubriendo sus traiciones y alevosías de los de Utatlán, y ayudando
en mucho modo á sujetarlos, fueron en breve de
los primeros cristianos de esta nación de los indios, que hubo en
este reino, tomando también los principales
caciques los apellidos de aquellos capitanes
que los apadrinaron en el bautismo: Portocarrero,
Chávez, Mendoza, Mexías y otros, y así se conservan hoy muchas estirpes ó
linages de los Ahaos de estos lugares Totonicapa y Quezaltenango, de
quienes afirma su escritor haber visto y
esperimentado la confusión y los trabajos de estos Ahaos y su acción
en el, progreso de la conqu'sta; por que ya
tenía once años y que pudo tener entera y particular noticia de los sucesos de
aquel tiempo, así por su edad, como
por que su padre era cacique y era señor del Coxturri ó castillo de
Xequique, y era en Olintepeque.
Mas como quiera que este escritor de los indios no olvide su
nobleza y la de otros del grande pueblo de Totonicapa, quiere que estén
eslabonados no solo con los Quichés, Chiquimula, Quezaltenango, Momostenango, Ostuncalco y Ahpacihá, sino que
afirma y asegura que los indios más principales que vinieron de México y
Tlascala, en compañía de los españoles, para ayudarlos
(1) Don Francisco García
Calel Tezunipan. —folio 4.
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en la guerra y catequisar á
los de esta parte, se les dieron por amigos y
por parientes y se volvieron á eslabonar con ellos por casamiento, y
que en señal de más seguro y amistad les dieron un testimonio de sus armas, que
testifica haberlas conferido la gran liberalidad del Emperador á los -indios
que vinieron. de Tlascala, por lo que se señalaron en la conquista á favor de
las armas españolas, y las figura en este modo :
Y dice que desde entonces unos y
otros tienen igual derecho en los asientos y en la obción prominente de los
gobiernos y oficios de república en que alternan y se seña'an unos linages y
otros, sin contradicción ni embarazo; y que así en esto como en la observancia
de la ley católica viven sin decaecer ni pervertirse, debiendo este beneficio y
buena obra á la venida de los españoles y á la enseñanza de los ministros
eclesiásticos que arrancaron de ellos las brujerías é idolatría, y el mal hábito y estilo de quemar copal. Y
hojalá si esto era así ahora 125 años,
por el de 1568, que esto se escribió por Don Juan
de Torres, hijo del rey Chignahuiveelut, sucediera en este que escr'bímos, en que lamenta
la nuestra piedad el ver á la miseria y rusticidad de esta estirpe, tan
enredada y ciega en estos vicios y abusos, como lo prueba la grande v'gilancia
y santo celo del R, Obispo de Chiapa, Don Fray
Francisco Núñez de la Vega, del orden de Predicadores, en el
distrito de su Obispado, y 'a incomparable atención de los dos misioneros
Apostólicos de la regular observancia, Fray
Melchor López y Fray Antonio Margil, que tanta abominación de ídolos han sacado
de los indios de Soconuzco, de este partido de Totonícapa de que vamos
discurriendo, del de Quezaltenango é Yzquintepeque y muchos más; y
con mas admiración por su cercanía é inmediación á esta Corte de Goatlieniala,
con más trato y correspondencia con españoles, de los indios del Corregimiento
del valle, en que de todos, fuera de la gran multitud de los ídolos, han
descubierto otras muchas supersticiones de brujerías,
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en culebrillas de
chuchumite, Calendarios y chalchihuites, y otras muchísimas inmundicias, en que parece ,que hasta ahora,
después de tantos años de cultivo, y de trabajar y hacer en ellos se están en
sus primeros y principales errores, en cuya lástima y dolor me incito á
describir sus ignorancias aun no arrostrando mi natural y compasión á publicar
vicios de otros, Mas la verdad que anima á las historias y el justo celo de
vasallo y de católico, conduce mi obligación á relatarlas, y por si alguna vez
la Majestad del Rey que es mi Señor, y me ha mandado que esto escriba, hiciese
que le llegue á sus oídos la narración de estos sucesos, nos, con este
propósito advertido, hemos gustado de referirlos, deseando se ejecute su
remedio. Registrando los bosques y arcabucos en donde existía tal maldad, y en especial en el potrero de Comalapa y la gran sierra de
Parraxquin, antiguo propugnáculo de esta gente de Occidente,
CAPITULO III
De la gran cordillera de Parraxquin, y de los castillos que en ella estuvieron
erigidos por los indios sujetos al dominio del Rey del Quiché.
MARGINALES.—Gran palacio de los
reyes del Quiché en XETINAMIT. — Centinelas y
Castillo de este sitio. — El Castillo de CHRISTALI en esta Cordillera de
Parras-
quín, — Otro Castillo de esta Cordillera con mucha obstentación en gran
vestigio.
— Confín conocido de los dos reynos de Utatlán y Sotojil-
Corre cuasi sin término conocido
desde la parte de mediodía para el Setentrión, sino emula, superiora á la
eminencia de los Alpes, la prodíjíosa cordillera de Parraxquin, que aunque se
corta en partes de su camino, por breve espacio de distancia en lo que abren
algunos montes entre sí, por el terreno de sus faldas se eslabonan y se
frecuentan con cuasi inseparable continuación, en que hay baquianos de sentir,
que encaminada á Sinaloa, corre y derrama su corpulencia á setecientas leguas
de distancia, desde este reino al Nuevo México. Sus vistas son agradables y
apacibles por lo natural del sitio, y saludable su vivienda por la templanza
del aire, si bien en pocas partes poblada por su retiro solitario y su breñosa confusión; lo superior de sus alturas son casi
inaccesibles y de trabajosísimo camino, que prolongándose y cortando
de Norte á Sur como apuntamos, precisa atravesarla al conducirse los progresos
desde la parte de la sierra á la de la costa con áspera fatiga y peligro
notorio en muchas partes; mas si se considera la observación de su rumbo,
continuándose con los volcanes de Goathemala, los de Pacaya, Sonsonate y los de
S. Salvador y otros, sería la longitud de su camino inmensurable, pero solo
escribimos la cordillera lo que á este partido pertenece. Es su pronombre
Parraxquin, impuesto por los indios del Quiché con propiedad y mucho acierto, por que quieren llamarle Monte-verde, á causa
bien notable y prodigiosa, de que cuando se agosta y se marchita lo general de
los campos en verano, esta larguísima
cordillera está frondosa, verde y muy lo-
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zana, como mí
observación lo reparó
por lo inclemente de los meses de Diciembre, de Enero, de Febrero y Marzo, en
que lo recio de los Nortes y la fuerza de las
heladas no dejan cosa que no conviertan en polvo y hojarasca, y
por esto sin duda aquellos reyes que dominaron el Quiché abajo del pueblo de
Ystaguacán, entre unos montes que indican mucha profundidad y grande hondura en
el valle, que se dilata á crecido circuito, tenían
un elegante palacio en el sitio que llaman Xatínamít, que regado de
buenos ríos y de muchos y saludables arroyos, era buen sitio de placer y
recreación á la familia de aquellos poderosos caciques o reyes de Utatlán, que
huyendo de la molestia de los nortes, en este lugar Xefinamít, no solo se
resguardaban de la inclemencia de los vientos, sino que se fortalecían y
aseguraban :de la invasión de
sus contrarios, haciendo en esta
parte su consejo y junta de guerra, que llaman Zzicunlíquíl. Y en esta dulce
amenidad que descubrimos se entretenían en monterías, juegos, bailes, mas esto
sin perder de vista los peligros y la memoria de sus contrarios de que no los
olvidaba la variedad ó el embeleso de los placeres; pues para asegurarse y
mantenerse ponían en las cimas descepadas de aquellos montes de Parraxquin muy vigilantes centinelas para en viendo los humos
de aquella parte de Cibíxíclabal, que quiere
decir ahumadero, tocar- alarma y prevenirse á la defensa recojiéndose al gran
castillo de esta parte de Xetinamit, que según la cuenta de los indios de un
Xiquipil, tenía ocho mil defensores; que tanto como esto se
recelaban y procuraban guardar y mantenerse estos indios que sujetaron y vencieron en el nombre de Dios y con su
ayuda aquellos pocos españoles.
Mas los demás castillos que
aseguraban el reino de Utatlán, no menos fuertes y encubiertos de infantería,
que el ya advertido de Xetínamít, por esta sierra de Parraxquin, eran otros dos
que mantenían sus defensas. El uno que sus vestigios y cimientos se ven ahora,
bien que informes y sin diseño que perfeccione en planta, en términos de una estancia que es posesión y buena finca del capitán Francisco
Gutiérrez; mas todo el cimentage que se descubre sobre el
altísimo pináculo de Christalí, con mucha parte y admirable de una larga y
altísima muralla, es de maravillosa fortaleza y robustez, con magníficos
aparatos de terraplenes y fosos, que muestran en píe alguna parte de los
lienzos de las torres y cubos de su defensa regular.
Y este castillo se oponía contra la ambición de las naciones de los Mames y
los de Soconusco, que por aquella parte podían acometerle. El
otro memorable y gran castillo de esta cordillera estuvo situado en otro
eminentísimo picacho que se divisa y deja ver desde el camino de San Andrés, y
de su fábrica y celebrada ostentación, aun dura y vive el crédito de muchas
ruinas, con clara demostración de más que gran vestigio de su importancia; mas
sin embargo demolido muy de intento, como los otros, no deja delinear diseño
alguno de lo que fuá su planta regular en aquel tiempo. Haciale oposición á las, entradas del Sotojil, con quien señala la simple
tradición que era el confín de que hoy es pueblo conocido de Santa Clara, y aun
ahora se parten términos entre los dos Corregimientos y los partidos de Atítlan
y Tecpanatitlán, en este pueblo de Santa Clara, que es de
una jurisdicción, y el de la Visitación que es de otra; mas de tal arte y tal
inmedíacíón que el pueblo de la Visitación que es de
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la nación y estirpe Zotojil, y el
de Santa Clara que es del Gobierno de Sololá de la nación Quiché, tienen tan unidas é interpoladas las poblaciones y
contiguas y mezcladas las casas que no bien se distinguen y diferencian; si no es en el idioma y en el trage, en que siendo diversos
se separan; mas no de otra manera es cosa
fácil ni casi imposible el conocerlos; y ahora como entonces, es el padrón que
dividía los términos y lindes de aquellos, reinos de Sotojil y de
Utatlán. Tenía cada castillo de estas naciones su capitán ó su caudillo,
que como castellano de la fortaleza de su cargo le gobernaba á la manera que
nuestros Alcaides en los castillos que mantenemos; y de los, demás que hubo en
esta jurisdicción, fuera de los advertidos, y de el de Xelahuh y Xetulul de la
nación sapoteca, y los que hoy prevalecen diremos adelante y delimearemos en
estampa, y del de Xetulul en Soconuzco, y otros de otras Provincias de este
reino se hará memoria en la tercera parte á donde toca,
CAPITULO IV
De los pueblos que componen la jurisdicción de este Corregimiento de Totonicapa
Y Huehuetenango, y su administración
espiritual.
MARGINALES—Totonicapa, o
CHEMEQUENA. — Múdase la residencia de los
corregidores del pueblo de Totonicapa a el de Gueguetenango. — Su vecindad
numerosa de Totonicapa. — Son estos indios industriosos, para adquirir. —
Situación y temperamento de Totonicapa. — Insigne aspecto material de este
lugar. — Templo, convento, casa real, cabildo y casa de comunidad de este
pueblo. — Son de la nación Quiché. — Sus cofradías de grande principal. — Sn.
Franc9 Alto. — Vecindad de este lugar. — San Cristóbal PUJILA. — Su situación y
su temperamento. Templo, convento y casa de Cabildo. —
Vecinos habitadores de San Cristóbal San Andrés XECUL, — Su vecindad de Xecul,
— MOMOSTENANGO, lugar crecido y regalado. — Situación y vecindad de
Momostenango. — Monostenango, lugar en que fue muerto por justicia el rey
CHINAUIZELUT, — El pueblo de El Agua Caliente. — Sus tributarios.
Totonicapa—Lugar de numeroso y
grande pueblo, que es cabecera del Partido: también se llama Chemequenú, que
quiere decir sobre el agua caliente, por lo que después diremos; mas aunque fué el asiento y residencia de sus Corregidores, no ha muchos años que se mudó á sitio más conveniente é
importante; por que siendo el primero de cuarenta y nueve
pueblos que encontramos yendo de Goathemala á aquel Corregimiento, quedaba á grande estravío é incomodando á los otros de la
jurisdicción; casi apartado de los que más se reconocen
setentrionales á la distancia prolija y muy penosa de cuarenta y cinco y de
sesenta y una leguas, viage molesto y de grande y penoso camino para los
miserables indios que necesitados de su justicia
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gravio, habían de ocurrir por
tanta senda á la presencia de su Corregido mas como decíamos, considerado tan grave inconveniente, habrá cíncuenta años que se pasó sino la cabecera, la silla
y el asiento de los Corregidores el de Huehuetenango, pueblo que como centro de la dilatación de
aquel anchísimo y gran país, dá á la estensión de su circunferencia,
convenientísima comercio y fácil negociación de las partes, y si bien corto de población y vecindad, de mejor y más
agradable temperamento que el de
Toton'capa, por lo ameno y dulce de su
vivienda, le hace habitado de buena vecindad de españoles; y tolerada la residencia del Juez en semejante domicilio,
así por esto como por los justísimos motivos que
ya hemos referido.
Mas como quiera que
sea Totonicapa la cabecera de esta jurisdicción,será también principio de
nuestra narración, como será sin duda ejemplo y clara demostración de la
inconstancia humana; pues aunque de numeroso y grande pueblo, está disminuido
de lo que fué en los principios en más de veinte partes de menoscabo de su primera
importancia; pues de más de cincuenta y dos mil habitadores que tuvo en su
conquista, hoy se numera su padrón por de dos mil y treinta tributarios que
corresponden á ocho mil ciento y veinte habitadores, que laboriosos y siempre
mercuriales, ya en los cultivos de los campos atentos y cuidadosos, se utilizan
bien mantenidos ó en las artes mecánicas industriosos y ejercitados se
interesan con largo aprovechamiento; pues además de las
larguísimas cosechas de maíz que consiguen y encierran. de dilatadas y fértiles
sementeras anuales, de que proveen y socorren con largo interés suyo
á muchos pueblos de la costa, son incesantes en los comercios á que se alargan
hasta San Salvador y San Miguel con cosas de su propia manufactura, de lo que
en aquellas provincias necesitan, en grandes cantidades
de zapatos, vaquetas, badanillas, suela, gamuzas, fustes, caparazones,
cojinillos, sayales, gerguetas, escapopules, frasadas, medias, de lana, losa,
harpas, vihuelas, escabeles, y sillas de sentar, en cuya obra
estántodo el año ejercitados con grande provisión de todas estas cosas, que se
difunden no solo á las provincias, sino á los muchísimos progresores de aquel
camino, empleándose también aquestos indios en la
crianza no pequeña de ganado menor, de donde se producen las lanas suficientes
á sus telares.
Su situación de este lugar es á
la parte setentrional en gran planicie de llanura, sobre elevados y ásperos
montes; su temple es frío con destemplanza de recios nortes que duran en su
vigor por la estación del verano en cuyo tiempo suspenso el viento la parte de
la noche, caen sobre los campos y los sembrados
grandísimas y continuas heladas, que esterilizan á veces_ los pastos y dejan
siempre cubiertos de las escarchas los pinares, Es en invierno camino inescusable que se frecuenta de
Goathemala para México con incómoda senda de aguas, cuestas formadas de
peñascos, y muy pendiente y tortuoso su viage. Su aspecto material
de este lugar es muy hermoso de grande circunferencia, formado en calles de
buena nivelación
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y gran despejo-, tiene la casería de no pequeña población toda
de teja, su templo es de elegante arquitectura, con buque suficiente á tanto
pueblo; su convento guardián correspondiente á lo que pide á la función un
convento capitular, con cuartos altos y bajos, y prodigiosas oficinas, así ni más ni menos maravillosas y excelentes las casas
reales, muy buen cabildo y gran mesón. Está este pueblo abastecido
de buenas aguas y surgentes, que de los tanques del convento se reparten afuera
por el pueblo, y en especial corre á una fuente de la plaza, que es de alivio'á
el común y á los viandantes. Los naturales de este lugar son de la nación Quiché, y la advocacíón del pueblo es la de
San Miguel Arcángel; tiene tres cofradías con cuarenta mil pesos de
principal en todas ellas, por que la de San Miguel tiene doce mil, la de San
Críspín veinte mil, y la de la Concepción ocho mil pesos, que andan á usura al
estilo de indios, bien que nocivo y perjudicial por ser á doce y medio por
ciento, esto es á real en cada peso, que andan á el trato entre los mismos
indios. Tiene la guardianía ó el curato, otras dos cofradías en sus dos
adyacentes, que son San Francisco el Alto,
así llamado por su eminente situación en la sierra del Norte, descubriendo su
torre y población á gran distancia; tiene setecientos y veinte tributarios de
la nación Quiché, que produce el escelente número de dos mil ochocientos y
ochenta habitadores. Su población también de teja, con buena iglesia y casa de
Cabildo, le hace entre los demás no menos noble que otros desta jurisdicción de
mucha fama. A este adminístrala religión franciscana, por ser anexo á la
Vicaría de Totonicapa, como también le pertenece la visita y la feligresía de
Santa Catarina Yxtaguacán, que dista de la cabecera cuatro leguas, de serranía
penada y montuosa; mas este pueblo que pertenece á el Corregimiento de Tepan atitlán queda anotado en el
capítulo sétimo del libro sétimo de esta segunda parte,
,Pero el lugar de San Cristóbal
Puxílá, á que otros dicen San Cristóbal
Totonicapa, que es una de las principales guardíanías de la
religión de San Francisco, está á la pequeña distancia de legua y media de
llanura de su cabecera temporal Totonicapa. Sito en terreno más caído pero
desigual y bien dlatado llano; pero su tierra es desigual y quebrada entre
hoyas y campiñas; su temple es frío como en Totonicapa y el demás, territorio
de la sierra, en donde por las heladas se esterilizan los pastos; su aspecto
material es tan hermoso como el de Totonicapa, con toda la casería de teja, y
ostentativo convento guardián, con grande y suntuoso templo y rico adorno de
Sacrístía. Casa de cabildo de mucha capacidad y desahogo; está suficientemente
proveído de aguas, así de un noble y grande río que corta por el pueblo, que es
en la costa el que llaman de Nagualapa, como de algunos arroyos fríos y otros
calientes que le riegan y dan comodidad, y de cuya especialidad diremos en
adelante. Tiene dos mil y treinta y un vecinos, indios tributarios de la nación
Quiché, de donde se produce el número de ocho mil ciento y veinte y cuatro
habitadores, ^ todos muy aplicados al cultivo de los campos y á la crianza de
ganado menor, y con las lanas de sus esquilmos al empleo de los telares.
53
tiene el Curato de este pueblo
dos adyacentes, Olíntepeque que pertenece Corregimiento
de Quezaltenango, y San Andrés Xecul, á la distancia de d
leguas de unas lomillos y
llanuras, camino fácil de emprender; mas este q
pertenece al Corregimiento de Totonicapa, de corta vecindad y breve
pueblo tan solo cuenta en su padrón el pobre número de ciento y ochenta y ocho
veconos indios tributarios enteros de la nación Quiché, de que resulta el
número de setecientos y cincuenta y dos habitadores.
Mas como la administración que
los religiosos de San Francisco en este Corregimiento tienen, sea por razón de
tres muy buenas y grandes guardianiías, habiendo descrito los pueblos que
pertenecen á las dos, nos con previa atención á la mejor inteligencia de esta
administración, hemos querido separarlas, por sus partidos, como haremos con
las demás religiones, y ahora por concluir el asunto de lo que toca á esta de
la regular observancia, dir eos que Momostenango, lugar crecido y de numeroso
pueblo, memorable p lo que fué de populoso en otro tiempo, yace sito en una
rinconada de la sier del Norte, y á la distancia de Totonícapa de solas tres
leguas, pero de vorginoso é impedido tránsito de unas colinas de bermejal ó
tierra colorada, muy cerrado de montaña, que á la manera del camino que llaman
de los pecados mortales, ó el de los Moyos, se hace temido y peligroso. Es el
temperamento de este pueblo frío y sano, si bien su situación es solitaria por
estravio y apartamiento del camino real. Consta su población de seiscientos
vecinos tributarios y dos mil cuatrocientos habitadores de la nación Quiché.
Soncados al trabajo, grandes cultores y esmerados en la crianza de ganado
menor; son de dóciles naturales y muy aplicados al culto; y así por esto el
convento guardián ostentativo y muy capaz, y el templo de elegante fábrica, con
buen retablo y decentes colaterales de cofradías. Es su territorio abundante y
pingüe, con grande y crecida cosecha de granos,
lleva gran cantidad de nueces y otras frutas de España, y aunque produce muchos
claveles, azicenas y rosas, el romero parece que tiene allí su propia
naturaleza. Tiene curato de esta guardíanía dos adyacentes,
Chíquímula el uno, pueblo tambi, memorable por haber muerto en ¿I por sentencia
de Don Pedro de Alvara, Chí_Pzzahuíveeluí, rey del Quíahé, y que en aquellos
principios de nuestr fundaciones era numerosísimo y tuvo á su cargo la defensa
del castillo d resguardo en la corte de Utatlán. Hoy se numera por solos
cuatrocientos diez indios tributarios y por mil y seiscientos y cuarenta
habitadores de nación Quiché. Í-- El otro que nos resta y es sugeto á aquesta Vicaría
es el A.duacalíet~e n --á¡to en el real camino que se hace desde Totonícapa á
Huehu
- tenango, que es el de México;
tiene la corta vecindad y poco número de cien y cinco indios tributarios y
cuatro cientos y veinte habitadores. No hay pu blo de estos de visita que
referimos de la administración de San Francise que no tenga buenos adornos de
sacristía y retablos; aunque sean las íg1esi, de paja, hay en los tres curatos
advertidas cuarenta y una cofradías de = buen recibo y en todos los pueblos de
su visita se da misa los días festiva aunque sea con trabajo y fatiga de los
Ministros, y esto en lo demás que eral cuidado de estos religiosos.
54
CAPITULO V
Que continúa la descripción del Corregimiento de Totonicapa en la
administración de la Religión de Santo Domingo.
MARGINALES.—Convento de
SACAPULAS. — Temperamento de el pueblo de Sacapulas.
— Etimología de Sacapulas, — Río de Sacapulas, considerable.
— Su puente de este río, — Templo de Sacapulas, excelente y capaz. — Pueblos de
CUNEN y UZPANTLAN. — Descripción de Cunén. — Trigo de riego, y de temporal que
se coge en Cunén. — Molino y panadería de Comunidad. — Su templo y casa del
Vícarío. —Frutas de las de España que se producen en su territorio. —
Propiedades naturales de los indios. — San Miguel Uzpantlán. — Los indios de
Uzpantlán son montaraces.
— Vecindad de Uzpantlán. — Pueblo de Nebaj. — Dícese el gran
trabajo de los Ministros eclesiásticos en aprender los varios idiomas de los
indios. — Situación de NEBAJ y su temperamento, — Vecindad de Nebaj y pobreza
de su parroquia, —Pueblo de COTZAL. — Pueblo de CHAHUL,
Demás de estas Guardianías que
quedan referidas, que se componen sus vicarías de siete pueblos de este
Corregimiento, hay otros de los que llaman partidos vulgarmente, como también
aquellas apuntadas guardianías, los cuatro que administra la religión
Mercedaria, y el uno la de Predicadores, que se comprende y numera este en el
órden de dos curatos y un convento Prioral con título de Santo Domíndo
Sacapulas; es obra antigua la del convento, y si bien fuerte y de grande
estensión en su habitable, funesta y melancólica su vivienda, se hace
desapacible y temerosa en grande modo, Su fundación y erección de este convento
fué por el año de 1553, siendo Obispo de la Santa Yglesia el R. Don Francisco
Marroquín y Presidente de la Real Audiencia el Lico. Alonso López Serrato. Queda la situación de aqueste pueblo respecto de Huehuetenango hácia
la parte de Levante; su temple es tan caliente cuanto húmedo; mas
esto por accidente, siendo su planta en sitio muy caído y resguardado del
Norte, con grande serranía, antes que por propia naturaleza de su país, Su
etimología de Sacapulas, es de Sacal y pulan, que propiamente quiere decir, yerba de plátanos, Llena su territorio gran copia
de palmas que fructifican tan buenos dátiles como los de Berbería; es proveído
de buena pesca de tepernechínes, por que situado á la rivera de un noble y
grande río, que llaman de Sacapulas, que corre á el Norte, goza su vecindad de
conveniencia de su frecuente pesquería; el río dá paso por un puente que se
levanta sobre once ojos de buena arquitectura, que salen á recibir su corriente en punta de diamante que la corta, Tuvo antes
otro puente que está antes de este hácia el río arriba, á cosa de dos cuadras,
que jarretado y muy gobiado por su costado, dañlo de una creciente poderosa,
aun se mantiene y dura en pié, Su templo de este pueblo es muy capaz
55
y de materia noble y muy durable, con buen
adorno de retablos, campanas y ornamentos, y el órden y la composición de la
música de su coro muy estremada en la destreza y en la suavidad de las voces,
esmero de los Ministros de esta sagrada religión Domínicana. Tiene el cabido y
la demás casería de buena teja, y los vecinos son en número doscientos y veinte
y tres, y el de sus habitadores ochocientos y noventa y dos de la nación
Quiché. Tienen unas salínas escelentes de que daremos noticia bastante. Son sujetos á este curato el pueblo de Santa María Cunén y
el de San Míguel Uspantán; de cuya guerra y duración de su conquista
será preciso dar razón en concluyendo este discurso y descripción de este
partido ; mas el primero de Cunén sito á la propia situación hácia levante, en
tierra de llanura muy igual, es de tan dulce amenidad y gran recreo, cuanto de
pingüe promisión á sus habitadores. Séanos lícito el espresar su descripción,
pues no repugna á nuestro oficio é inst'tuto. Es de Cunén la bella planta en
sitio llano y esparcido, dilatándose su gran planicie desde el levante hasta el
poniente, quedando ceñido su terreno por la parte de tramontana y mediodía de
altísima y fecunda cordillera; mas su perfecta nivelación de las cuerdas de su
planta corre en sus calles con grande cuenta y mucho arte de Norte, Sur,
Oriente, poniente; camina por todas ellas por una acera y otra arrimado á las casas;
grande y maravillosa porción de aguas, que se emplea en lo que después diremos.
Todas las casas de este lugar son fabricadas de adobe con mucha policía, y sus
techumbres de buena teja; los patios ensulacados de argamasas finas y muy
bruñidas y lustrosas; sirven para trillar los trigos q. siembran en los
solares, á cuyos riegos se suministra el agua que corre por las calles; de
donde cogen gran cantidad de grano, fuera de las sementeras de temporal que se
hacen en la sierra, y el trigo que se coge lo guardan en gabilla como en muchas
partes de España. Tiene este pueblo un buen molino, y una panadería á donde
todos muelen y todos amasan; pero todos también cuando es preciso acuden á el
aderezo y á el reparo de aquellas oficinas. La habitación del vicario, el
templo y atrio es escelente y de admirable y muy pulido y venerable culto. La
conveniencia de sus habitadores es grande, por que además de lo apuntado gozan
el largo esquilmo de los apriscos y piaras de un ganado y otro; lleva su
territorio cuasi por la naturaleza de su clima,
muchas uvas, higos, membrillos, peras, durasnos, priscos, manzanas, granadas y
otras frutas de España; mucha hortaliza, espárragos, acelgas, espinacas y
coliflores. Son sus vecinos, ciento y diez y nueve, y
cuatrocientos y setenta y seis el número de sus habitadores de la nación
Quiché. Son cortesanos, afables muy humildes y liberales, y de no malos
entendimientos, y hay algunos de muy buenos talentos entre ellos. Mas San
Míguel Uspantlán, más solitario que otro alguno por su estravio y destemplado
clima, tan solo lleva favorable á sus vecinos la
buena producción de los maíces en grande copia y provisión, y de pallares mucha
abundancia; que es cierta especie de frizoles que proponemos en
estampa, y se dá en arbolillos, de un estado que duran tres, cuatro y cinco
años dando fruto.
56
Pero estos indios siempre
agrestes y motaraces, casi de intento se separan y
se niegan silvestres al cultivo del comercio
y el trato de españoles, Son de especial idioma y de nación estraña
á los demás de aqueste reino, El número de sus vecinos no es muy grande, pues
solo llega su padrón á ciento y setenta y cinco tributarios, y el del producto
en sus familias á setecientos habitadores. Su población pobre y humilde, es
igual á la estrechura y la miseria de la Parroquia y vicaría, si bien no en
todo escasa en sus adornos tiene lo necesario y lo preciso. Pero el Priorato de
Sacapulas que se estiende á más orden de súbditos, comprende en su obediencia á
los que asisten en el curato de Nebah, de la nación
y del idioma Yghil, que solo se usa en este y sus anexos el de Cotzal y el de
Chahul. Mas quien podrá bastantemente ponderar el gran mérito y loor
que se les debe á los Ministros de esta y de otras, sagradas religiones y á los
Ministros Evangélicos seculares, que así como para estos, muchas veces para un
solo lugar, como acabamos de decir del de Uspantlán, aprenden un solo y
dificilísimo idioma, en que administran sus vecinos, aún es imponderable su
trabajo, y solo conocible á quienes vemos la asperesa y la dificultad de su
pronunciación; pues cuanto más en este de Nebah sito en la cúpula y la cima de
la gran sierra de Sacapulas, entre asperísima montaña, entre dos profundísimas
barrancas con gran ladera de breñas y arcabuces, y en donde el temperamento de
su región y de su clima es destemplado y enfermiso;
por cuya intemperie de gran frialdad y mucha niebla, hallándome en este pueblo en cosas del servicio del rey,
tuve por conveniente para pasar las noches con más comodidad en la disposición
de mi persona y las de mis ministros y dados, bajar á dormir á una barranca, en donde estaba un rancho
bien estrecho á la rivera del arroyo.
Efectos son de aquella Divina Providencia que adoramos el que haya
sujetos, que se apliquen a semejantes destierros y trabajos. Son los vecinos de
aqueste pueblo de Nebah noventa y cinco, y trescientos y ochenta habitadores,
repartidos en mucho número de parcialidades, Cuchil, Salquil, Yghil y otras.
Así ni más ni menos que el que acabamos de referir, con pobre Yglesía
.parroquial, con la techumbre pajiza, como en la habitación de su poblado de la
propia materia del esparto, en temple y soledad de su vivienda, el de Cotzal, aun más poblado con ciento y cuarenta y
cuatro vecinos tributarios y quinientos y setenta y seis habitadores. Y su inmediato
el de Chahul, con doscientos y cuarenta
tributarios, que hacen el número de sus familias de novecientos y sesenta habi-
57
tadores. Es toda gente agreste y montaraz, dados al ocio y á vagar, y que apetece más lo intratable de la montaña que la suavidad
del poblado, y en quienes por este género de vida y habitación de
los más intrincados arcabuces á caza de unas
plumas de Quezal, se resagan y atrasan los tributos, y muchas veces
y las más quedan perdidos; y aun no discurriremos tanto daño en que se pierda ó
menoscabe alguna parte de semejantes situados, si acaso lo precioso de sus
almas no se pierde, ó temerosos del castigo ó imposibles acaso al pagamento de
lo que deben los justicias, pasándosenos muchos
de los infieles Lacandones, como lo averigüé de los indios de Cotzal y Cunén, y de cuyo peligro y perdición nos con justo
temor y celo pío dimos noticia en este Real acuerdo, y atención de nuestro
informe, se remitieron los tributos que no pudieron cobrar Don Matías Sánchez,
Domingo Pérez, Felipe Ramírez, Bernabé Días, José Ibarra y Pedro de Avilés,
alcaldes de aquellos pueblos, que estaban detenidos en la cárcel el tiempo duro
y miserable de veinte y siete meses.
CAPITULO VI
De la conquista y guerra de Uspantlán y el mucho y grande trabajo que costó á
nuestros españoles su reducción.
MARGINALES.—Uzpantlán fue
cabecera de el territorio de Sacapulas. — Tiempo revuelto con discordias en la
ocasión de la Conquista de Uzpantlán. — Estuvo sin
empesarse su conquista cinco años. — Hácese la primera entrada a
este país, y se nombra por cabo a Gaspar Arías
Dávila. — Motivos de el Cabildo
de Goathemala para esta guerra, — Ocúpase
Gaspar Arías seis meses en esta guerra con grandes trabajos de nuestra gente con
sujeción de algunos pueblos. — Vuelta de el
Arías a Goathemala con ocasión de gran rumor. — Deja en su lugar a Pedro de Olmos. — Pierde el olmos la facción
de Uzpantlán con lo demás adquirido. — Sacrifican
a el índolo EXBALANQUEN los indios prisioneros. — Desamparan nuestros indios el
campo, y Juan de León Cardona los
detiene acuartelados en el Quiché. — A la retirada de los nuestros se les
ofrece a el paso nueva batalla con los indios.
— Llega nuestro ejército a Utatlán fatigado de
hambre y enfermedad. — Intenta Orduña
saldar este desmán y no lo consigue por entonces. — Desvelado Orduña con el
cuidado de la restauracíón-de Utatlán concilia el ánimo de Francisco de Castellanos y le nombra por
cabo de la empresa. — Júntanse para ella
cuarenta infantes y treinta y dos caballos y cuatrocientos indios. —
Marcha el ejército desde Goathemala para Chichícastenango, a que salió hasta
allí, el mismo Orduña. — Dan muerte los Uzpantecos a nuestros embajadores. —
Quédase Orduña en Chichícastenango, y el Castellanos marcha contra Uzpantlán.
Sin duda fué Uspantlán en su
antigualla muy numeroso de pueblo, ó fué la corte de su Regulo ó propugnáculo y
asilo de aquel partido y señorío de Sacapulas; pues
en los libros de Cabildo, á donde se espresa la espedición y espediciones de
esta conquista, no se señala con título de guerra de Sacapulas,
sino es de el partido de Uspantlán, y así mirándole como plaza universal de
armas de tanto territorio, describiremos la
duración de su conquista, interrupción de la guerra y su precisa
continuación hasta su último rendi-
58
miento y dominio total de
nuestras armas, debajo -del título que nos le señala lo auténtico de aquellos
libros capitulares, *.con la derivación y larga •oticía de los sucesos de aquel
tiempo, revuelto en inquietudes y" desazones, nacidas y dimanadas de los estraños procederes de Francisco de Orduña, visitador
nombrado por la Audiencia de México, en que sin poder hacer menos hemos tocado
varias veces, y nos será preciso volver ahora á referir de sus máximas el
infeliz y sensible efecto que se introdujo á toda la dilatación de las
Provincias.
Había corrido el tiempo el
círculo prolijo de seis años desde la entrada de nuestros españoles en este
reino, sin que para Uspantlán de la Provincia de
Verapaz y territorio perjudicial á nuestras espediciones, se hubiese
dispuesto guerra alguna que fuese grave ni ligera, hasta el año de 1529,, (2)
en que habiendo acaecido la reelección de la, persona del capitán Gaspar Arias para el cargo de
Alcalde ordinario de esta ciudad, en que también se había ocupado por el
antecedente de 1528, dió ocasión á que el Cabildo y regimiento le hubo por
apropósito, para el de 29 para cabo principal de la
conquista de Uspantlán y de hecho le nombró pa. ella, con solo el aparato
de sesenta infantes y trescientos
indios amigos de los ejercitados y ya probados en la guerra. Era el motivo del
Cabildo el que además de que aquella cordillera del norte ocupada en sus
asientos de numerosos pueblos no se quedase sin reducir, y por que estos que
son parte de lo que compone y forma la Provincia de
Verapaz, indómitos, y fieros de natural, nos inquietaban y movían los
pueblos del Quiché ya conquistados, con que confinan. Pero ya
introducido Gaspar Arias hacía seis meses en aquel país enemigo, á fuerza de
gran tesón, muchas batallas y deficiencia de víveres, y en que parte del tiempo
había impedido la fuerza y continuación de proceloso invierno sobre los muros
de Uspantlán, con muerte de muchos de los indios de nuestros trozos, que unos
de heridas de saetas envenenadas y otros debilitados del hambre, con disenteria
de sangre (de que también adolecieron nuestros castellanos), cedían á la muerte
la debilidad de las vidas, más esto no sin mucho
lamento de los uspantecos, que ya lloraban dominados algunos pueblos suyos,
de la constancia de nuestras armas; y entre ellos el de Nebah y el de Chahul,
pueblos entonces si numerosos y crecidos, muy apreciados delpartido por su
abundante territorio, en esta ocasión de tanta estima, y cuando la posesión de
aquellos pueblos pronosticaba el dominio de los demás, y en especial de Verapaz, de gente agreste y belicosa. Corriendo
el tiempo por los principios de Setiembre de 1529, (3) los confidentes de Arias
é interesados en sus créditos, le hicieron el aviso de que el Gobernador Orduña
(4) le había depuesto del oficio de Alcalde y nombrado en su lugar á Gonzalo de
Ovalle; pero este Gaspar Arias que siempre se llevó del pundonor y el punto, no
se quietó ni dió reposo al ardimiento de su espíritu, siempre honrado y siempre
vigoroso, hasta dar orden á el progreso de esta guerra y hallar persona de
sustancia en quien sustituir sus co-
(2) Libro 19 de Cabildo.—folio
72.
(3) Libro 19 de Cabildo.—folios
109 a 111
(4) Libro 49 de Cabildo —folio
142 v.
59
misiones; y pareciéndole que Pedro'de Olmos -sería apropósito, para
facción de tanto peso, sustituyó en él las instrucciones y poderes que
conducían á aquella espedición y partió á esta ciudad de Goathemala á defender
su justicia, que le fuera mejor abandonarla, para norecíbir aquí una afrenta y
allá dejar perder lo ya adquirido.
Hemos ya referido en otras partes
de estos sucesos de Gaspar Arias en Goathemala nacidos infaustamente de las
resoluciones de Orduña los funestos accidentes, y por eso los omitimos aquí,
pasando á decir, que en tanto que aquello sucedía en Goathemala, en Uspantlán
el Pedro de Olmos, ó muy resuelto ó inadvertido contra el sentir de los
soldados ó cabos mas espertos, quiso dar un asalto á
aquel lugar, y bien atrincherado y guarnecida su albarrada velaba la
ocasión de su defensa, que teniendo en emboscada
dos mil hombres, al tiempo de acometer los nuestros á la trinchera,
fueron cortados por la parte de retaguardia con grande asolación de -nuestros
indios amigos y sin poderlo prevenir; en tan inopinado suceso, ni lo inesperto
del cabo ni el valor y diligencia de los demás españoles, de que hubo muchos
heridos, en especial de Olmos, que fervoroso y revestido de pundonor y valentía
á el animará los otros, se mezcló muchas veces entre los trozos de los indios,
recibiendo sobre sí muchas saetas, mas no bastando su ardimiento y diligencia, quedó destrozado nuestro ejército y los indios amigos
derramados por aquellas barrancas y arcabucos, tierra montuosa y quebrada, en
que quedando muchos prisioneros del enemigo,
fueron sacrificados al ídolo Exbalamquen, sacándoles los corazones vivos
para ofrecer á aquella imagen del demonio; con que aterrados
nuestros indios, ciegos y conducidos del temor desampararon nuestro campo y los
cuarteles, tomando la vuelta á Goathemala; pero
entendida su fuga por Juan de León Cardona, teniente de Gobernador en el
Señorío de Utatlán, les salió al paso y los
detuvo en el Quiché. Pero esta diligencia ni otra alguna
ejecutada tan sin tiempo no les pudo importar á nuestras gentes españolas, y ya
cargados del fardage y de los pocos víveres que tenían, abriendo paso por
muchas celadas de los indios, hacían la retirada para esta plaza general de
armas de Goathemala. Pero saliendo para Chichicastenango
nuestra gente española, sería sin duda entre este y Sacapulas que tuvieron ocasión de gran batalla con tres
mil indios guerreros de Uspantlán que
atravesaron por atajos á embarazarles el camino, en cuya refriega y
ocasión, dejando el peso de vituallas y fardeles por despojos del enemigo, por
atender á la defensa de las personas, marcharon á Utatlán nuestros españoles
con gran trabajo é incomparable fatiga, mantenidos
de yerbas, sin otro alimento que algunas veces gatos de monte y lobos (que
acá llaman coyote), animales inmundos y asquerosos, que los escopeteros
cazaban en lo breñoso de aquel camino, y alojando al descubierto en
el desabrigo de la campaña; por cuya ocasión y gran motivo llegaron al Quiché,
jurisdicción de Utatlán, desalentados y afligidos
de la apuntada disenteria y graves calenturas; y aunque avisado
Orduña de la infelícídad de este suceso, quiso suplirle y enmendarle, ni le fué
fácil ni posible, ó por que aquel nervio de ejército
estaba inútil, lleno de enfermedad y de miserias, ó por que el
formar de nuevo las conductas en Goathemala, halló los ánimos adversos y
divididos en públicos bandos, nacidos de la -afrenta y agravio hechos á Gaspar
Arias y
60
lo demás ya referido en el
capítulo décimo del libro tercero de la segunda parte, y lo más preciso lo de
las guerras de Cuzcatlán, las de Yzquipulas,
de Tepatlán y Guaymoco en que casi estaba divertida toda la gente, siéndole
forsoso y necesario pausar en esta empresa por entonces.
Mediaba entre estos accidentes
alguna noticia del arribo á estas costas occidentales de Alvarado de vuelta de
España, y como Orduña se considerase mal visto de la gente en general, de la
`congregaciónde los nobles, y no muy grato para la plebe, pulsaba en su corazón
el pensamiento de haberse perdido por su ocasión aquella empresa de Uspantlán,
en grave deservicio del rey, y que llegando á este tiempo Don Pedro de
Alvarado, podría crecer de punto su descrédito y mala fama, con que asistido de
estas ideas melancólicas y sin saber tomar resolución en su mejora, velaba
cuidadoso sobre su desempeño; pero ladeándose del todo á el tesorero Francisco
de Castellanos, persona de valor, y de gallardo espíritu, comunicado el intento de reducir aquel partido de Uspantlán,
le confirió en el cargo de cabo principal de la empresa, y publicó la jornada
haciendo saber por su bando que salía á ella en persona, para que así s'e
instimulasen los ánimos y se viniesen á él los confidentes de Castellanos; mas
sin embargo de su índustría no así á su intento correspondió del todo el buen
efecto; por que arbolado su estandarte solo pudo
juntar la diligencia del Castellanos
cuarenta infantes y treinta y dos caballos, y á la verdad no se
hizo poco, estando toda la demás gente de guerra
ocupada y entretenida en las apuntadas divisiones y en sitios muy
retirados, y mas cuando la ofensa hecha á la persona benemérita y venerable del
Alcalde Gaspar Arias había encendido grande llama en los pechos republicanos
que vivían desconfiados de los procederes de Orduña y aborreciendo su persona.
Con que en esta ocasión más, que en alguna compuso nuestro ejército en mayor
parte la nación de los indios tlascaltecos y
mejicanos, de quienes se formó un trozo de cuatrocientos de su estirpe y de los
de Guatemala, con ocho cabos
españoles que los regían y gobernaban Gonzalo
López, Juan de
Peredo, Alonso de Velasco, Francisco de Lináres, Diego -de Llanos, Estevan de Aponte, Martín Rodríguez y Diego de Berlanga, que
fueron conferidos en este cargo y á este efecto.
Al nombramiento de estos y
posesión de sus conductas siguió la ejecución de la jornada hasta Chíchícastenango, de donde haciendo alto,
les hizo Orduña embajadores á aquellos indios de Uspantlán, con los
,requerí-míentos de paz y lo demás contenido en las instrucciones del rey. Pero
habiendo penetrado los mensajeros con varias dificultades y peligros, hasta la
v'lla de Uspantlán, -distante de aquel lugar de Chíchicastenango, y dado á
entender el fin de su jornada á los principales de aquel lugar, estos no solo
soberbios y sobre sí, sino crueles y temerarios y reos de muerte contra el
derecho de gentes á que bárbaros se opusieron, no solo no aceptaron la
embajada, sino que mataron á los embajadores, de cuya noticia que se tuvo por
lo que de ella blasonaron los uspantecos, pudo nacer la cierta y razonable
resolución de hacerles guerra, maquinando todos los daños posibles, hasta ver
¡su reducción, y dando órden Francisco de Orduña al Castellanos para la
disposición de esta empresa. No sin escolta de su persona se quedó en ChichIcastenango,
con ánimo de distribuir desde allí las órdenes convenientes
61
y enviar -socorros si importase,
y por que la gente de aquella expedición tuviese segura la retirada; pero
enfermando brevemente le fué preciso el dar la vuelta á Goathemala, enviando
orden á Castellanos para que terminada la facción de Uspantlán, pasase á
Cuzcatlán contra la gente de Pedrarias; y así á su ejecución pronto y valiente
el Castellanos partió á perfeccionar esta empresa, como veremos adelante.
CAPITULO VII
De la continuación de la guerra
de el Partido de Uspantlán, hasta la reducción de sus pueblos.
MARGINALES. Detiene Francisco de Castellanos a fabricar un puente en el
río de Sacapulas para tomar la marcha hacía Nebaj. — Encuéntranse a la contrapuesta ribera con un ejército de
cuatro a cinco mil indios y se presenta la batalla. — Queda roto
el ejército de los indios y se encierra en los muros de el poblado. — Valor y
agilidad de un indio de los nuestros. — Queda
Nebaj sujeto a la obediencia católica. — Pónese nuestro ejército
sobre el lugar de Uzpantlán. — Júntase gran número de indios en Uzpantlán a
nuestra oposición. — Prueban los uzpantlecos a cansarnos con largas dilaciones.
— Presentan la batalla a nuestro ejército. — Temeridad
de un indio uspanteco viéndose herido de un soldado español.
Salió con celeridad Francisco de
Castellanos á ejecutar el orden del Capitán general Francisco de Orduña contra
la rebeldía y soberbia de los vecinos de Uspantlán, si con deseo de la venganza
de los embajadores muertos é indios amigos sacrificados
á su gran diablo Exbalamquen; no hay para que detenernos en
ponderarlo, ello se dice y manifiesta sin digresiones importunas. Pero habiendo
dejado el alojamiento de Chich`castenango y hecho la marcha de siete leguas,
dejando á Sacapulas á mano derecha, siguió, el progreso de su jornada por entre
bosques espesos y peñascos de estraña celsitud á encaminarse al pueblo de Nebah, bajando la agría y
dilatada sierra que se interpone; mas encontrado con el cajón del río de Sacapulas, de honda y caudalosa madre,
le fué preciso detenerse en esplorarle la ribera. Es el esguazo de este río
bien peligroso, así por la abundante congregación de sus aguas como por la
rapidez de su curso, y que siendo los sitios de su camino tan fuertes y tan
impertransibles por la naturaleza de la madre por donde corre compuesta de
cajón de inmensa celsitud que se forma todo de inmensos peñascos rudos que si
en la vía de aquel trajín hubieran los indios aplicado una ligera defensa, con
gran facilidad hubieran impedido la entrada á
nuestros españoles; pero encontrada parte más estrecha, que hubo
de hallarse hacia el río arriba á medra legua con
brevedad y muy seguro se fabricó un puente de madera, por el cual la caballería
bien despeada y trabajosa, con la comodidad de los infantes, pudo
tomar á salvo la contrapuesta ribera, y
penetrando la montaña de difícil y levantada serranía, al
encimarse así á su cumbre, se opuso al paso del
camino un escuadrón de cuatro ó cinco mil indios guerre-
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ros,
rebeldes y feroces de aquel poblado de Nebah y de los otros de aquella cordillera
de Verapaz sus auxliares; mas estos encontrados
con la caballería y atropellados de ella e.n:su primer trozo, -en que perdieron
algunos de los suyos, tomaron una larguísima retirada á esperar nuestro
ejército al doblar el camino á la punta de un monte que se derrama de la propia
sierra, y encontrados los dos ejércitos se
acometieron y avanzaron con gran denuedo y bizarría, perseverando en la batalla
por una hora, en cuyo tiempo de rara y perseverante lid, regado el campo con la sangre de muchos muertos,
dió testimonio á los de Nebah de su segura asolación, cuya prueba y lamentable
ruina, tomó su ejército la retirada del lugar, de donde pensó su ceguedad y su
proterbia hacernos mas durable y más difícil su rendimiento, por que ceñida en
población de profundísima barranca, cortando el paso del camino del un costado
al otro, quedaron cerrados y defendidos por todas partes; mas acercándose
nuestro ejército para su entrada' y acudiendo á su defensa todo el ejército de
los indios, divertidos por esta parte, se descuidaron de lo demás asegurado en
su barranca; pero habiendo en nuestro
ejército indios muy ágiles y valerosos,
descendieron por la barranca, habiendo indio entre
ellos que por los árboles y los bejucos hizo camino á su valor, y
estos de cuyo espíritu y buena fé se confiaba tanto suceso, é importancia,
vencida la cumbre de aquella profundidad de -la otra parte, pusieron fuego á
aquel lugar en varias partes de lo mas retirado de aquella puerta, con cuyo
suceso inopinado, abandonando el sitio de la entrada por acudir al fuego,
cegando los nuestros el foso á buena dilígencia, se hicieron dueños del lugar y
prisioneros á los más principales personages; y
procediendo luego otro día á herrar á todos los vecinos y darlos por esclavos, fué medio suficiente á la sujeción de este Nebah, y
rendimiento de el de Chahul.
Mas todavía los uspantecos campaban y hacían con emboscadas mucha
incomodidad á nuestra gente española, que sin perder ocasión se
había acercado á los confines de aquel lugar capital, bien que más proveídos
que otras veces de vituallas, y siendo lo que restaba á dominar de aquel
partido lo mayor, así en su territorio y señorío como en lo más numeroso de
pueblo hacia á Castellanos mayor cuidado y á sus paisanos más esfuerzo en su
defensa, juntando para ella diez mil guerreros juntos
en solo un cuerpo á la defensa del país, y con
no menos socorro de auxiliares de Verapaz, se congregaron los de Cunen, Cotzal y lo que hoy
es territorio de Sacapulas, que por entonces estaban esparcidos en
rancherías de á veinte y de á treinta personas,
como hoy lo estilan los infieles del Chol y el Lacandón, vecinos de
Uspantlán, y sus anexos provincia de Verapaz de donde son los uspantecos; mas
siendo así que escedía en tanto número del nuestro el ejército de los indios, con
todo eso les parecía poco á mantenerse contra los nuestros, y así unas veces
saliendo á la campaña y otras encerrándose en la seguridad de sus trincheras,
probaban con dilacíones, á cansar á los españoles, hasta que ya pensando
hallarlos debilitados y rendidos de tanta campaña, salieron á presentarnos la
batalla; pero empezándose á declarar la Providencia á favor de nuestras armas,
permitió que los que habían salido en nuestra busca, divididos en
(5) Manuscrito Quiché.—folio 3.
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mangas, se congregaron á un
cuerpo de batallón, para que así reconocido por Francisco de Castellanos,
dividiese su gente en dos escuadroncillos, llevando
en el centro á la caballería, que al tiempo, de acometer quedó á la
frente, y los dos escuadrones de infantería pasaron
á los costados del enemigo, conque cojido en medio y sin poder apartarse de las espadas y escopetas y de uno y
otro avance de la caballería, á breve rato quedó roto con grande
asolación y mortandad de los suyos y muchos prisioneros de unos pueblos y
otros, que fueron prenda para su rendimiento por los
últimos días de Diciembre del año de 1530, en que se herraron y dieron por esclavos á todos ellos.
(6) Pero en esta ocasión de la batalla de Uspantlán, un indio capitán de aquel partido, á quien llamaban Caletohíl,
viéndose herir de un soldado español, teniéndolo por afrenta, partió
del campo para el pueblo, y sacando á su muger y
á dos hijas para el monte, las ahorcó de un árbol y luego se arrojó sobre su
propia lanza; tanto era el. odio
concebido contra la nación española, que ya que no les conseguían
sus esfuerzos la muerte, se quitaban á si
propios la vida. Tales como este eran los
indios de Verapaz, y los que ahora
desprecian muchos de los que pasando de España á estas partes, viendo que obedecen á palos, y á pescosadas, piensan que así
fueron siempre y que su abatimiento nace de pusilanimidad y no de
estar ya acostumbrados al sufrimiento después de habituados en él, por el círculo de ciento y sesenta y nueve años que ha
corrido su sujeción desde el de 1524 a este
de 1693.
CAPITULO VIII
Que vuelve á continuar la descripción de los pueblos del Corregimiento de
Totonicapa y administración de la religión Mercedaria.