domingo, 27 de mayo de 2018

I-VIII RECORDACION FLORIDA



LIBRO     OCTAVO
CAPITULO I
Del Partido y Corregimiento de Totonicapa y Huehuetenango, y las calidades y naturaleza de su temperamento.

MARGINALES.—Fué este Partido una de las partes más estimables del Reyno de Utatlán, —En cuantas partes se dividió el Reyno de Utatlán. — Vaticinios de la ruina de esta estírpe, que se van experimentando. — Lo numeroso que hoy es esta jurisdicción de Totonicapa. — La mucha poblazón de españoles que hay en los lugares desta jurísdícción. Sus muchas haciendas de uno y otro ganados que se extienden a los índios. — De cuanto utilizan a los indios los hijos de españoles que nacen en estos pueblos. — Situación de Totonicapa cabecera de este Partido. — Temperamento de este territorio. — Sus sendas dificultosas e impedidas con grandes cuestas, — Es proveído su territorio de buenas carnes.Grandes cosechas de maíz, legumbres y buenas frutas. — Carece de pesquerías éste y los pueblos de la sierra.    Su longítud, latitud y circunferencia de todo el Corregimiento y sus confines. Cuantos pueblos están sujetos a esta jurisdicción. — Sus montes, bosques y campiñas. — Los ríos que riegan esta jurisdicción, — Es límpío este país de sabandijas ponzoñosas, — Yerba jabonera perjudicial a las mulas y caballos que comen de ella.

Este admirable é insigne territorio de Totonicapa, de ancho y prolijo circuto, que fué parte estimable lo mas de ello y lo mas escelente y mas preciado del reino y señorío del Quiché, se desmembró como Atitlán y Sololá, y el gran partido que es hoy Quezaltenango, haciéndose de solo aquel poderosísimo dominio cuatro partes muy numerosas y muy grandes, que se señalan bien famosas en cuatro Corregimientos de estendidísímo país, y muy fecundo; sin lo que tuvo de la Provincia de Verapaz y de los Mames, con mucha parte de la costa del Sur, que entonces cuando se establecieron, y fundaron estas jurisdcciones, eran sin duda en vecindad de tributarios mayores mas que ahora muchas veces; mas cuantos venerables personages vaticinaron de estos y los demás de este Occidente; su asolación y acabamiento, y este preludio
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de su ruina, se experimenta total en muchas partes de otros reinos, y en este cada día lo que con pestes muy durables se disminuye su nación. Mas sin embargo, este partido de Totonicapa hoy se mantiene, y continúa en crédito, y posesión de grandes pueblos, que numerosos, y crecidos los mas de ellos, como diremos adelante, hacen muy estimable su gobierno y su vivienda apetecible, y en donde vecinos españoles se logra gran población interpelada, que muy política é igual ilustra en mucho modo aquellos pueblos, en donde el domicilio de sus dueños se perpetúa á la posteridad con sucesión que continúa alimentada y mantenida con buenas y provechosas haciendas de ganado mayor, y del menor mucho mejores, que ya se extienden á los indios, en las que hoy han creado á posesión de propiedad, cuyo provecho que es muy grande por esta parte, pasa á mas estimable beneficio por los hijos- de aquestos españoles que naciendo en los pueblos de los indios, son tales lenguas y tan diestros, que aun los indios nos dicen y aseguran que de aquellos aprenden la perfección y pureza de su idioma (claro está, pues, la tienen reducida á los preceptos del arte) ; y entrados á la observancia de la religión son unos ministros que se aventajan á todos en el confesonario y en el púlpito, y por esto de los indios muy amados, creídos y venerados y por donde entran con mas suavidad á la doctrina y la verdad de nuestra religión católica, en que con claridad y buena explicación de los misterios de fé, y los preceptos divinos y eclesiásticos se les instruye y catequiza; y por que sin duda y á único fin juzgamos por conveniente y tolerable el que los españoles vivan y tengan vecindad en los lugares de los, indios, mas no por eso dejamos de conocer que los mulatos y negros entre ellos son perniciosos y nocivos, por que además de quererlos supeditar y anteceder, les comunican las costumbres y los vicios que no conocen ni fueron de sus mayores ejecutados.
Yace Totonicapa, primera cabecera del partido por el tenor y forma de su erección, situado en gran planicie de excelentísima llanura limpia y alegre, y que le constituye en saludable país, lo despejado de su horizonte; por que elevándose su población sobre crecidos y grandes montes, goza de cielo despejado y de la sanidad de los Nortes que la refrescan y purifican; bien que á esta causa en temple frío es combatido de heladas repetidas que muchas veces esterilizan los pastos, Está situación respecto de Goathemala hácia la parte del Norte, y es paso inexcusable por el camino de arriba á los progresores que se encaminan á la ciudad de México, Pero esta senda que decimos es penosísima y molesta por grandes cuestas que se repechan con mucho riesgo en varias partes de su viage. Es abundante el territorio de muchas carnes de vaca, de carnero y de puerco, y los jamones de este pueblo son muy buenos, aunque mejores los perniles de Momostenango ; tiene también grandes crianzas de gallinas, y en la espesura de sus bosques mucha caza de perdices y codornices; su cosecha anual es abundante y prodigiosa en maíz, frizoles, chile, y buenas frutas, en especial •de manzanas y de peras, que es más lo que se pudre siendo crecida la saca, que lo que se aprovecha. Solo carece de pescado en el todo y de tal arte que necesita le entre de fuera,
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digo á este pueblo de Totonicapa y todos los más de la Sierra, mas no absolutamente á este partido, Corre de su país la situación por longitud de la parte de Noroeste al Sudeste, y por su latitud de Norte á Sur. La una que se dilata noventa leguas y la otra alguna cosa más de cincuenta; mirando sus líneas por confín desde Chahul, que linda con Verapaz, á San Gerónimo Motosíntle que confina con la jurisdicción de Soconusco, Y desde el rancho alto de Totonicapa, término de Tecpan atitlán, y el río de Aquezpala, que es la raya entre esta jurisdicción de Totonicapa y la de Chiapas mas como quiera que hayamos apuntado sus cuatro confines, es necesario el advertir, que por la parte del Sueste entra el Corregimiento de Quezaltenango por un ángulo á confinar con este de Totonicapa por el Oestesudeste, y este partido de que vamos tratando, por el Noroeste con tierra de frontera de los infieles de Lacandón, cuya estensión de territorio corre por su circunferencia doscientas y setenta leguas de utilísima tierra y deliciosa; que de su estampa por el todo podrá entenderse su confinanza y gran dilatación, donde en su sitio y su país están situados y erigidos desde la posesión del gentilismo cuarenta y nueve lugares, que los más de ellos se constituyen numerosos, con admirable y grande pueblo, desconocidos en su grandeza y vecindad de lo que fueron primero, de que daremos noticia en su lugar, procurando señir su narración por ser su número escesivo, ó dividirlo en los discursos de algunos capítulos, por no defraudar á los lectores de lo curioso y singular de algunos de ellos. Los montes y los bosques de el partido copiosos y poblados de arboleda, llevan muy útiles maderas para los edificios, en todas aquellas que se hallan y se producen en tierra fría; y entre ellas gran copia de pinabete que mucha manufactura ofrece á los indios con muchas utilidades, y fuera de esto mucho combustible para alimento del fuego, por donde son muy estimables á la conservación de los poblados; y las campiñas y los prados á los rebaños del ganado muy adecuados, y muy propios á su crianza, y procreación; por que sus pastos provechosos y la limpieza de sus llanuras ayuda mucho á su conservacíón, como las aguas que los regalan al beneficio y al riego de setenta y nueve ríos y arroyos que se conocen; por que atraviesan por las sendas y el viaje de unos pueblos á otros, sin los innumerables que se pierden en el provecho entre montañas y cordilleras; que estas que conocemos y señalamos no llevan la sanguijuela, que es tan nociva á los ganados, y solo se halla en los que más detenidos, y rebálsados de las llanuras se remansan en síeneguillas. Pero además de las escelencias que referimos de estos países, añade  su bondad naturaleza, la gran seguridad de sabandijas ponzoñosas, esto es en tierras frías, que en las que son más bajas y calientes, las hay muchas y venenosas, como si fuera en la tierra de la costa, y así en los altos de la sierra
los pastores y los arrieros duermen en medio de los campos sin recelo que los inquiete, ni por razón de los pastages peligran los ganados de estos países. Solo en las mulas y en los caballos se reconoce maleficio, por la yerba que
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llaman jaboneta, por que el activo tufo de su olor á la manera de jabón, que inficiona gran distrito de donde nace y se sitúa, los ataranta y embriaga de calidad que sin comer ni sosegar, gustando de ella quedan muertos por el campo; mas con instinto natural se apartan de ella y son pocas las bestias que peligran.

CAPITULO II
De lo que á el príncipio, de la conquista de este Reino la embarazaron estos indios Totonicapas, y de lo que acerca de su estirpe, igual á la de otros, se tiene noticia.

MARGINALES: Asistió este pueblo a el Rey Tecum Unián contra los españoles. — Tuvo a la disposición de este rey noventa mil guerreros. — No conservaron los de Totonicapa la contumacia que los Utatecos. — Manteniéndose con suma bizarría quedan rotos en la batalla memorable de PALAHUNOH Y se retiran al Castillo de XELAHU. —Entra al Castillo nuestro ejército después de tres días de sitio. — Huyense algunos AHAOS al Quiché y quedan otros prisioneros. — Sosiegan su furor algunos capitanes españoles y los Ministros eclesiásticos y quedan muchos amigos.—Queda Totonicapa casi destruida con el furor de la guerra. — Fueron estos totonícapas de los primeros cristianos que hubo entre los indios y toman los apellidos nobles de España. — Los AHAOS y CALPULES nobles de este pueblo y blasón de que usan. —Abusos y desdichada idolatría en que perseverar muchos.

Este gran pueblo Totonicapa, como dijimos, en el Capítulo  cuarto del libro sétimo de esta segunda parte, asistió á la defensa de sus países en servicio de su rey Tecum Umán, con poderosa oposición á nuestros españoles. Regidos y gobernados de sus caciques y cabos principales con suma bizarría y gran denuedo hasta el último combate en que ya muerto el rey Tecum y suced'éndole su primogénito, que también quedó muerto por justicia, se sujetaron á la obediencia católica, como la corte de Utatlán; pero estos mismos que en esta ocasión de la conquista ofrecieron á su rey •noventa mil guerreros á la severa oposición de nuestros españoles, es de creer no dejarían los ocho castillos de su país sin tripular y sin cubrir y espuestos á ser develados de nuestra gente, ni los lugares que resguardaban los dejarían desiertos ni despoblados; pues eran estos por entonces numerosísímos y cabeceras de señoríos y Ahahuaes, y los señala su autor diciendo eran estas poblaciones, Totonicapa, Santa Cruz Quiché, Quezaltenango, Momostenango, Ahpaciha, Ostuncalco, Cuyotenango y Chiquimula, que los más de ellos aun hasta hoy se conservan y continúan en crédito y vigor de pueblo numeroso, como veremos en sus lugares; mas estos de quienes ahora vamos hablando, aunque esforzados y constantes en sus defensas, no fueron tan severos ni tenaces
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como Utatlán y otros de su inmediata anexidad; por que al principio de la guerra del Pinar, se mantuvieron con suma bizarría*y gran valor, hasta que rotos en la memorable batalla de Palahunoh, donde fué muerto su rey Tecum, en el sitio de Pakajá, se retiraron á el gran castillo de Xelahuh. Pero esta fortaleza, que pareció al principio inespugnable, puéstole sitio á su cordón, fué entrado por -nuestros españoles con grande batería; en que gastó nuestra constancia más de diez días de desacomodado y áspero asedio, respecto á su alojamiento en la descubierta campaña y mantenida con grandes lluvias de proceloso invierno; pero muertos en el castillo la mitad de sus defensores, según su autor, (1) con menos fuerza á su defensa, abiertas brechas por sus muros, y entrado por ellas y por asalto á sus costados, franqueadas de repente las puertas por los propios defensores, se huyeron muchos Ahaos al Quiché, y otros quedaron prisioneros dentro de la plaza del castillo; pero desesperados y furiosos juraban (aun viéndose en la red) la venganza de la muerte de sus hermanos y parientes, y en especial mas se irritaban y enfurecían con la memoria de su rey Tecum Umán, muerto á lanzadas; mas sin embargo de su furor y su esquivez por verse entre estrangeros y gente enemiga, la gran sagacidad de Don Pedro de Alvarado, por una parte, y por otra Hernando de Chávez, Gómez de Alvarado, y Gaspar Arias, acariciándolos y dándoles á entender los eclesiásticos por los intérpretes el fin de su venida á estas tierras, y los misterios más principales de nuestra Santa fé, domesticaron su furor y pertinacia, quedando desde entonces Totonicapa y su inmediato Quezaltenango muy quietos y verdaderos amigos de nuestros españoles, y no muy arruinados en su planta material, si bien, Totonicapa, á donde sin duda llegó mucho furor de aquella guerra, por más tenaces y rebeldes sus moradores, quedó casi desmantelado y, destruido y con mucha necesidad de su reparo. Pero al paso que fueron de impedimento y embarazo en el principio de la guerra, fueron después de grande alivio estos Totonicapas y los vecinos quezaltecos á la conquista, de Utatlán; porque empezando á servir desde la toma del castillo de Xelahuh, descubriendo sus traiciones y alevosías de los de Utatlán, y ayudando en mucho modo á sujetarlos, fueron en breve de los primeros cristianos de esta nación de los indios, que hubo en este reino, tomando también los principales caciques los apellidos de aquellos capitanes que los apadrinaron en el bautismo: Portocarrero, Chávez, Mendoza, Mexías y otros, y así se conservan hoy muchas estirpes ó linages de los Ahaos de estos lugares Totonicapa y Quezaltenango, de quienes afirma su escritor haber visto y esperimentado la confusión y los trabajos de estos Ahaos y su acción en el, progreso de la conqu'sta; por que ya tenía once años y que pudo tener entera y particular noticia de los sucesos de aquel tiempo, así por su edad, como por que su padre era cacique y era señor del Coxturri ó castillo de Xequique, y era en Olintepeque.
Mas como quiera que este escritor de los indios no olvide su nobleza y la de otros del grande pueblo de Totonicapa, quiere que estén eslabonados no solo con los Quichés, Chiquimula, Quezaltenango, Momostenango, Ostuncalco y Ahpacihá, sino que afirma y asegura que los indios más principales que vinieron de México y Tlascala, en compañía de los españoles, para ayudarlos
(1)     Don Francisco García Calel Tezunipan. —folio 4.
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 en la guerra y catequisar á los de esta parte, se les dieron por amigos y por parientes y se volvieron á eslabonar con ellos por casamiento, y que en señal de más seguro y amistad les dieron un testimonio de sus armas, que testifica haberlas conferido la gran liberalidad del Emperador á los -indios que vinieron. de Tlascala, por lo que se señalaron en la conquista á favor de las armas españolas, y las figura en este modo :
Y dice que desde entonces unos y otros tienen igual derecho en los asientos y en la obción prominente de los gobiernos y oficios de república en que alternan y se seña'an unos linages y otros, sin contradicción ni embarazo; y que así en esto como en la observancia de la ley católica viven sin decaecer ni pervertirse, debiendo este beneficio y buena obra á la venida de los españoles y á la enseñanza de los ministros eclesiásticos que arrancaron de ellos las brujerías é idolatría, y el mal hábito y estilo de quemar copal. Y hojalá si esto era así ahora 125 años, por el de 1568, que esto se escribió por Don Juan de Torres, hijo del rey Chignahuiveelut, sucediera en este que escr'bímos, en que lamenta la nuestra piedad el ver á la miseria y rusticidad de esta estirpe, tan enredada y ciega en estos vicios y abusos, como lo prueba la grande v'gilancia y santo celo del R, Obispo de Chiapa, Don Fray Francisco Núñez de la Vega, del orden de Predicadores, en el distrito de su Obispado, y 'a incomparable atención de los dos misioneros Apostólicos de la regular observancia, Fray Melchor López y Fray Antonio Margil, que tanta abominación de ídolos han sacado de los indios de Soconuzco, de este partido de Totonícapa de que vamos discurriendo, del de Quezaltenango é Yzquintepeque y muchos más; y con mas admiración por su cercanía é inmediación á esta Corte de Goatlieniala, con más trato y correspondencia con españoles, de los indios del Corregimiento del valle, en que de todos, fuera de la gran multitud de los ídolos, han descubierto otras muchas supersticiones de brujerías,
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en culebrillas de chuchumite, Calendarios y chalchihuites, y otras muchísimas inmundicias, en que parece ,que hasta ahora, después de tantos años de cultivo, y de trabajar y hacer en ellos se están en sus primeros y principales errores, en cuya lástima y dolor me incito á describir sus ignorancias aun no arrostrando mi natural y compasión á publicar vicios de otros, Mas la verdad que anima á las historias y el justo celo de vasallo y de católico, conduce mi obligación á relatarlas, y por si alguna vez la Majestad del Rey que es mi Señor, y me ha mandado que esto escriba, hiciese que le llegue á sus oídos la narración de estos sucesos, nos, con este propósito advertido, hemos gustado de referirlos, deseando se ejecute su remedio. Registrando los bosques y arcabucos en donde existía tal maldad, y en especial en el potrero de Comalapa y la gran sierra de Parraxquin, antiguo propugnáculo de esta gente de Occidente,

CAPITULO III
De la gran cordillera de Parraxquin, y de los castillos que en ella estuvieron erigidos por los indios sujetos al dominio del Rey del Quiché.

MARGINALES.—Gran palacio de los reyes del Quiché en XETINAMIT. — Centinelas y
Castillo de este sitio. — El Castillo de CHRISTALI en esta Cordillera de Parras-
quín, — Otro Castillo de esta Cordillera con mucha obstentación en gran vestigio.
— Confín conocido de los dos reynos de Utatlán y Sotojil-
Corre cuasi sin término conocido desde la parte de mediodía para el Setentrión, sino emula, superiora á la eminencia de los Alpes, la prodíjíosa cordillera de Parraxquin, que aunque se corta en partes de su camino, por breve espacio de distancia en lo que abren algunos montes entre sí, por el terreno de sus faldas se eslabonan y se frecuentan con cuasi inseparable continuación, en que hay baquianos de sentir, que encaminada á Sinaloa, corre y derrama su corpulencia á setecientas leguas de distancia, desde este reino al Nuevo México. Sus vistas son agradables y apacibles por lo natural del sitio, y saludable su vivienda por la templanza del aire, si bien en pocas partes poblada por su retiro solitario y su breñosa confusión; lo superior de sus alturas son casi inaccesibles y de trabajosísimo camino, que prolongándose y cortando de Norte á Sur como apuntamos, precisa atravesarla al conducirse los progresos desde la parte de la sierra á la de la costa con áspera fatiga y peligro notorio en muchas partes; mas si se considera la observación de su rumbo, continuándose con los volcanes de Goathemala, los de Pacaya, Sonsonate y los de S. Salvador y otros, sería la longitud de su camino inmensurable, pero solo escribimos la cordillera lo que á este partido pertenece. Es su pronombre Parraxquin, impuesto por los indios del Quiché con propiedad y mucho acierto, por que quieren llamarle Monte-verde, á causa bien notable y prodigiosa, de que cuando se agosta y se marchita lo general de los campos en verano, esta larguísima cordillera está frondosa, verde y muy lo-
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zana, como mí observación lo reparó por lo inclemente de los meses de Diciembre, de Enero, de Febrero y Marzo, en que lo recio de los Nortes y la fuerza de las heladas no dejan cosa que no conviertan en polvo y hojarasca, y por esto sin duda aquellos reyes que dominaron el Quiché abajo del pueblo de Ystaguacán, entre unos montes que indican mucha profundidad y grande hondura en el valle, que se dilata á crecido circuito, tenían un elegante palacio en el sitio que llaman Xatínamít, que regado de buenos ríos y de muchos y saludables arroyos, era buen sitio de placer y recreación á la familia de aquellos poderosos caciques o reyes de Utatlán, que huyendo de la molestia de los nortes, en este lugar Xefinamít, no solo se resguardaban de la inclemencia de los vientos, sino que se fortalecían y aseguraban :de la invasión de
sus contrarios, haciendo en esta parte su consejo y junta de guerra, que llaman Zzicunlíquíl. Y en esta dulce amenidad que descubrimos se entretenían en monterías, juegos, bailes, mas esto sin perder de vista los peligros y la memoria de sus contrarios de que no los olvidaba la variedad ó el embeleso de los placeres; pues para asegurarse y mantenerse ponían en las cimas descepadas de aquellos montes de Parraxquin muy vigilantes centinelas para en viendo los humos de aquella parte de Cibíxíclabal, que quiere decir ahumadero, tocar- alarma y prevenirse á la defensa recojiéndose al gran castillo de esta parte de Xetinamit, que según la cuenta de los indios de un Xiquipil, tenía ocho mil defensores; que tanto como esto se recelaban y procuraban guardar y mantenerse estos indios que sujetaron y vencieron en el nombre de Dios y con su ayuda aquellos pocos españoles.
Mas los demás castillos que aseguraban el reino de Utatlán, no menos fuertes y encubiertos de infantería, que el ya advertido de Xetínamít, por esta sierra de Parraxquin, eran otros dos que mantenían sus defensas. El uno que sus vestigios y cimientos se ven ahora, bien que informes y sin diseño que perfeccione en planta, en términos de una estancia que es posesión y buena finca del capitán Francisco Gutiérrez; mas todo el cimentage que se descubre sobre el altísimo pináculo de Christalí, con mucha parte y admirable de una larga y altísima muralla, es de maravillosa fortaleza y robustez, con magníficos aparatos de terraplenes y fosos, que muestran en píe alguna parte de los lienzos de las torres y cubos de su defensa regular. Y este castillo se oponía contra la ambición de las naciones de los Mames y los de Soconusco, que por aquella parte podían acometerle. El otro memorable y gran castillo de esta cordillera estuvo situado en otro eminentísimo picacho que se divisa y deja ver desde el camino de San Andrés, y de su fábrica y celebrada ostentación, aun dura y vive el crédito de muchas ruinas, con clara demostración de más que gran vestigio de su importancia; mas sin embargo demolido muy de intento, como los otros, no deja delinear diseño alguno de lo que fuá su planta regular en aquel tiempo. Haciale oposición á las, entradas del Sotojil, con quien señala la simple tradición que era el confín de que hoy es pueblo conocido de Santa Clara, y aun ahora se parten términos entre los dos Corregimientos y los partidos de Atítlan y Tecpanatitlán, en este pueblo de Santa Clara, que es de una jurisdicción, y el de la Visitación que es de otra; mas de tal arte y tal inmedíacíón que el pueblo de la Visitación que es de
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la nación y estirpe Zotojil, y el de Santa Clara que es del Gobierno de Sololá de la nación Quiché, tienen tan unidas é interpoladas las poblaciones y contiguas y mezcladas las casas que no bien se distinguen y diferencian; si no es en el idioma y en el trage, en que siendo diversos se separan; mas no de otra manera es cosa fácil ni casi imposible el conocerlos; y ahora como entonces, es el padrón que dividía los términos y lindes de aquellos, reinos de Sotojil y de Utatlán. Tenía cada castillo de estas naciones su capitán ó su caudillo,  que como castellano de la fortaleza de su cargo le gobernaba á la manera que nuestros Alcaides en los castillos que mantenemos; y de los, demás que hubo en esta jurisdicción, fuera de los advertidos, y de el de Xelahuh y Xetulul de la nación sapoteca, y los que hoy prevalecen diremos adelante y delimearemos en estampa, y del de Xetulul en Soconuzco, y otros de otras Provincias de este reino se hará memoria en la tercera parte á donde toca,

CAPITULO IV
De los pueblos que componen la jurisdicción de este Corregimiento de Totonicapa Y Huehuetenango, y su administración espiritual.

MARGINALES—Totonicapa, o CHEMEQUENA. — Múdase la residencia de los corregidores del pueblo de Totonicapa a el de Gueguetenango. — Su vecindad numerosa de Totonicapa. — Son estos indios industriosos, para adquirir. — Situación y temperamento de Totonicapa. — Insigne aspecto material de este lugar. — Templo, convento, casa real, cabildo y casa de comunidad de este pueblo. — Son de la nación Quiché. — Sus cofradías de grande principal. — Sn. Franc9 Alto. — Vecindad de este lugar. — San Cristóbal PUJILA. — Su situación y su temperamento.    Templo, convento y casa de Cabildo. — Vecinos habitadores de San Cristóbal San Andrés XECUL, — Su vecindad de Xecul, — MOMOSTENANGO, lugar crecido y regalado. — Situación y vecindad de Momostenango. — Monostenango, lugar en que fue muerto por justicia el rey CHINAUIZELUT, — El pueblo de El Agua Caliente. — Sus tributarios.

Totonicapa—Lugar de numeroso y grande pueblo, que es cabecera del Partido: también se llama Chemequenú, que quiere decir sobre el agua caliente, por lo que después diremos; mas aunque fué el asiento y residencia de sus Corregidores, no ha muchos años que se mudó á sitio más conveniente é importante; por que siendo el primero de cuarenta y nueve pueblos que encontramos yendo de Goathemala á aquel Corregimiento, quedaba á grande estravío é incomodando á los otros de la jurisdicción; casi apartado de los que más se reconocen setentrionales á la distancia prolija y muy penosa de cuarenta y cinco y de sesenta y una leguas, viage molesto y de grande y penoso camino para los miserables indios que necesitados de su justicia
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gravio, habían de ocurrir por tanta senda á la presencia de su Corregido mas como decíamos, considerado tan grave inconveniente, habrá cíncuenta años que se pasó sino la cabecera, la silla y el asiento de los Corregidores el de Huehuetenango, pueblo que como centro de la dilatación de aquel anchísimo y gran país, dá á la estensión de su circunferencia, convenientísima comercio y fácil negociación de las partes, y si bien corto de población y vecindad, de mejor y más agradable temperamento que el de Toton'capa, por lo ameno y dulce de su vivienda, le hace habitado de buena vecindad de españoles; y tolerada la residencia del Juez en semejante domicilio, así por esto como por los justísimos motivos que ya hemos referido.
Mas como quiera que sea Totonicapa la cabecera de esta jurisdicción,será también principio de nuestra narración, como será sin duda ejemplo y clara demostración de la inconstancia humana; pues aunque de numeroso y grande pueblo, está disminuido de lo que fué en los principios en más de veinte partes de menoscabo de su primera importancia; pues de más de cincuenta y dos mil habitadores que tuvo en su conquista, hoy se numera su padrón por de dos mil y treinta tributarios que corresponden á ocho mil ciento y veinte habitadores, que laboriosos y siempre mercuriales, ya en los cultivos de los campos atentos y cuidadosos, se utilizan bien mantenidos ó en las artes mecánicas industriosos y ejercitados se interesan con largo aprovechamiento; pues además de las larguísimas cosechas de maíz que consiguen y encierran. de dilatadas y fértiles sementeras anuales, de que proveen y socorren con largo interés suyo á muchos pueblos de la costa, son incesantes en los comercios á que se alargan hasta San Salvador y San Miguel con cosas de su propia manufactura, de lo que en aquellas provincias necesitan, en grandes cantidades de zapatos, vaquetas, badanillas, suela, gamuzas, fustes, caparazones, cojinillos, sayales, gerguetas, escapopules, frasadas, medias, de lana, losa, harpas, vihuelas, escabeles, y sillas de sentar, en cuya obra estántodo el año ejercitados con grande provisión de todas estas cosas, que se difunden no solo á las provincias, sino á los muchísimos progresores de aquel camino, empleándose también aquestos indios en la crianza no pequeña de ganado menor, de donde se producen las lanas suficientes á sus telares.
Su situación de este lugar es á la parte setentrional en gran planicie de llanura, sobre elevados y ásperos montes; su temple es frío con destemplanza de recios nortes que duran en su vigor por la estación del verano en cuyo tiempo suspenso el viento la parte de la noche, caen sobre los campos y los sembrados grandísimas y continuas heladas, que esterilizan á veces_ los pastos y dejan siempre cubiertos de las escarchas los pinares, Es en invierno camino inescusable que se frecuenta de Goathemala para México con incómoda senda de aguas, cuestas formadas de peñascos, y muy pendiente y tortuoso su viage. Su aspecto material de este lugar es muy hermoso de grande circunferencia, formado en calles de buena nivelación
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y gran despejo-, tiene la casería de no pequeña población toda de teja, su templo es de elegante arquitectura, con buque suficiente á tanto pueblo; su convento guardián correspondiente á lo que pide á la función un convento capitular, con cuartos altos y bajos, y prodigiosas oficinas, así ni más ni menos maravillosas y excelentes las casas reales, muy buen cabildo y gran mesón. Está este pueblo abastecido de buenas aguas y surgentes, que de los tanques del convento se reparten afuera por el pueblo, y en especial corre á una fuente de la plaza, que es de alivio'á el común y á los viandantes. Los naturales de este lugar son de la nación Quiché, y la advocacíón del pueblo es la de San Miguel Arcángel; tiene tres cofradías con cuarenta mil pesos de principal en todas ellas, por que la de San Miguel tiene doce mil, la de San Críspín veinte mil, y la de la Concepción ocho mil pesos, que andan á usura al estilo de indios, bien que nocivo y perjudicial por ser á doce y medio por ciento, esto es á real en cada peso, que andan á el trato entre los mismos indios. Tiene la guardianía ó el curato, otras dos cofradías en sus dos adyacentes, que son San Francisco el Alto, así llamado por su eminente situación en la sierra del Norte, descubriendo su torre y población á gran distancia; tiene setecientos y veinte tributarios de la nación Quiché, que produce el escelente número de dos mil ochocientos y ochenta habitadores. Su población también de teja, con buena iglesia y casa de Cabildo, le hace entre los demás no menos noble que otros desta jurisdicción de mucha fama. A este adminístrala religión franciscana, por ser anexo á la Vicaría de Totonicapa, como también le pertenece la visita y la feligresía de Santa Catarina Yxtaguacán, que dista de la cabecera cuatro leguas, de serranía penada y montuosa; mas este pueblo que pertenece á el Corregimiento de Tepan atitlán queda anotado en el capítulo sétimo del libro sétimo de esta segunda parte,
,Pero el lugar de San Cristóbal Puxílá, á que otros dicen San Cristóbal Totonicapa, que es una de las principales guardíanías de la religión de San Francisco, está á la pequeña distancia de legua y media de llanura de su cabecera temporal Totonicapa. Sito en terreno más caído pero desigual y bien dlatado llano; pero su tierra es desigual y quebrada entre hoyas y campiñas; su temple es frío como en Totonicapa y el demás, territorio de la sierra, en donde por las heladas se esterilizan los pastos; su aspecto material es tan hermoso como el de Totonicapa, con toda la casería de teja, y ostentativo convento guardián, con grande y suntuoso templo y rico adorno de Sacrístía. Casa de cabildo de mucha capacidad y desahogo; está suficientemente proveído de aguas, así de un noble y grande río que corta por el pueblo, que es en la costa el que llaman de Nagualapa, como de algunos arroyos fríos y otros calientes que le riegan y dan comodidad, y de cuya especialidad diremos en adelante. Tiene dos mil y treinta y un vecinos, indios tributarios de la nación Quiché, de donde se produce el número de ocho mil ciento y veinte y cuatro habitadores, ^ todos muy aplicados al cultivo de los campos y á la crianza de ganado menor, y con las lanas de sus esquilmos al empleo de los telares.
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tiene el Curato de este pueblo dos adyacentes, Olíntepeque que pertenece Corregimiento de Quezaltenango, y San Andrés Xecul, á la distancia de d
leguas de unas lomillos y llanuras, camino fácil de emprender; mas este q pertenece al Corregimiento de Totonicapa, de corta vecindad y breve pueblo tan solo cuenta en su padrón el pobre número de ciento y ochenta y ocho veconos indios tributarios enteros de la nación Quiché, de que resulta el número de setecientos y cincuenta y dos habitadores.
Mas como la administración que los religiosos de San Francisco en este Corregimiento tienen, sea por razón de tres muy buenas y grandes guardianiías, habiendo descrito los pueblos que pertenecen á las dos, nos con previa atención á la mejor inteligencia de esta administración, hemos querido separarlas, por sus partidos, como haremos con las demás religiones, y ahora por concluir el asunto de lo que toca á esta de la regular observancia, dir eos que Momostenango, lugar crecido y de numeroso pueblo, memorable p lo que fué de populoso en otro tiempo, yace sito en una rinconada de la sier del Norte, y á la distancia de Totonícapa de solas tres leguas, pero de vorginoso é impedido tránsito de unas colinas de bermejal ó tierra colorada, muy cerrado de montaña, que á la manera del camino que llaman de los pecados mortales, ó el de los Moyos, se hace temido y peligroso. Es el temperamento de este pueblo frío y sano, si bien su situación es solitaria por estravio y apartamiento del camino real. Consta su población de seiscientos vecinos tributarios y dos mil cuatrocientos habitadores de la nación Quiché. Soncados al trabajo, grandes cultores y esmerados en la crianza de ganado menor; son de dóciles naturales y muy aplicados al culto; y así por esto el convento guardián ostentativo y muy capaz, y el templo de elegante fábrica, con buen retablo y decentes colaterales de cofradías. Es su territorio abundante y pingüe, con grande y crecida cosecha de granos, lleva gran cantidad de nueces y otras frutas de España, y aunque produce muchos claveles, azicenas y rosas, el romero parece que tiene allí su propia naturaleza. Tiene curato de esta guardíanía dos adyacentes, Chíquímula el uno, pueblo tambi, memorable por haber muerto en ¿I por sentencia de Don Pedro de Alvara, Chí_Pzzahuíveeluí, rey del Quíahé, y que en aquellos principios de nuestr fundaciones era numerosísimo y tuvo á su cargo la defensa del castillo d resguardo en la corte de Utatlán. Hoy se numera por solos cuatrocientos diez indios tributarios y por mil y seiscientos y cuarenta habitadores de nación Quiché. Í-- El otro que nos resta y es sugeto á aquesta Vicaría es el A.duacalíet~e n --á¡to en el real camino que se hace desde Totonícapa á Huehu
- tenango, que es el de México; tiene la corta vecindad y poco número de cien y cinco indios tributarios y cuatro cientos y veinte habitadores. No hay pu blo de estos de visita que referimos de la administración de San Francise que no tenga buenos adornos de sacristía y retablos; aunque sean las íg1esi, de paja, hay en los tres curatos advertidas cuarenta y una cofradías de = buen recibo y en todos los pueblos de su visita se da misa los días festiva aunque sea con trabajo y fatiga de los Ministros, y esto en lo demás que eral cuidado de estos religiosos.
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CAPITULO V
Que continúa la descripción del Corregimiento de Totonicapa en la administración de la Religión de Santo Domingo.

MARGINALES.—Convento de SACAPULAS. — Temperamento de el pueblo de Sacapulas.
—    Etimología de Sacapulas, — Río de Sacapulas, considerable. — Su puente de este río, — Templo de Sacapulas, excelente y capaz. — Pueblos de CUNEN y UZPANTLAN. — Descripción de Cunén. — Trigo de riego, y de temporal que se coge en Cunén. — Molino y panadería de Comunidad. — Su templo y casa del Vícarío. —Frutas de las de España que se producen en su territorio. — Propiedades naturales de los indios. — San Miguel Uzpantlán. — Los indios de Uzpantlán son montaraces.
—    Vecindad de Uzpantlán. — Pueblo de Nebaj. — Dícese el gran trabajo de los Ministros eclesiásticos en aprender los varios idiomas de los indios. — Situación de NEBAJ y su temperamento, — Vecindad de Nebaj y pobreza de su parroquia, —Pueblo de COTZAL. — Pueblo de CHAHUL,

Demás de estas Guardianías que quedan referidas, que se componen sus vicarías de siete pueblos de este Corregimiento, hay otros de los que llaman partidos vulgarmente, como también aquellas apuntadas guardianías, los cuatro que administra la religión Mercedaria, y el uno la de Predicadores, que se comprende y numera este en el órden de dos curatos y un convento Prioral con título de Santo Domíndo Sacapulas; es obra antigua la del convento, y si bien fuerte y de grande estensión en su habitable, funesta y melancólica su vivienda, se hace desapacible y temerosa en grande modo, Su fundación y erección de este convento fué por el año de 1553, siendo Obispo de la Santa Yglesia el R. Don Francisco Marroquín y Presidente de la Real Audiencia el Lico. Alonso López Serrato. Queda la situación de aqueste pueblo respecto de Huehuetenango hácia la parte de Levante; su temple es tan caliente cuanto húmedo; mas esto por accidente, siendo su planta en sitio muy caído y resguardado del Norte, con grande serranía, antes que por propia naturaleza de su país, Su etimología de Sacapulas, es de Sacal y pulan, que propiamente quiere decir, yerba de plátanos, Llena su territorio gran copia de palmas que fructifican tan buenos dátiles como los de Berbería; es proveído de buena pesca de tepernechínes, por que situado á la rivera de un noble y grande río, que llaman de Sacapulas, que corre á el Norte, goza su vecindad de conveniencia de su frecuente pesquería; el río dá paso por un puente que se levanta sobre once ojos de buena arquitectura, que salen á recibir su corriente en punta de diamante que la corta, Tuvo antes otro puente que está antes de este hácia el río arriba, á cosa de dos cuadras, que jarretado y muy gobiado por su costado, dañlo de una creciente poderosa, aun se mantiene y dura en pié, Su templo de este pueblo es muy capaz
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 y de materia noble y muy durable, con buen adorno de retablos, campanas y ornamentos, y el órden y la composición de la música de su coro muy estremada en la destreza y en la suavidad de las voces, esmero de los Ministros de esta sagrada religión Domínicana. Tiene el cabido y la demás casería de buena teja, y los vecinos son en número doscientos y veinte y tres, y el de sus habitadores ochocientos y noventa y dos de la nación Quiché. Tienen unas salínas escelentes de que daremos noticia bastante. Son sujetos á este curato el pueblo de Santa María Cunén y el de San Míguel Uspantán; de cuya guerra y duración de su conquista será preciso dar razón en concluyendo este discurso y descripción de este partido ; mas el primero de Cunén sito á la propia situación hácia levante, en tierra de llanura muy igual, es de tan dulce amenidad y gran recreo, cuanto de pingüe promisión á sus habitadores. Séanos lícito el espresar su descripción, pues no repugna á nuestro oficio é inst'tuto. Es de Cunén la bella planta en sitio llano y esparcido, dilatándose su gran planicie desde el levante hasta el poniente, quedando ceñido su terreno por la parte de tramontana y mediodía de altísima y fecunda cordillera; mas su perfecta nivelación de las cuerdas de su planta corre en sus calles con grande cuenta y mucho arte de Norte, Sur, Oriente, poniente; camina por todas ellas por una acera y otra arrimado á las casas; grande y maravillosa porción de aguas, que se emplea en lo que después diremos. Todas las casas de este lugar son fabricadas de adobe con mucha policía, y sus techumbres de buena teja; los patios ensulacados de argamasas finas y muy bruñidas y lustrosas; sirven para trillar los trigos q. siembran en los solares, á cuyos riegos se suministra el agua que corre por las calles; de donde cogen gran cantidad de grano, fuera de las sementeras de temporal que se hacen en la sierra, y el trigo que se coge lo guardan en gabilla como en muchas partes de España. Tiene este pueblo un buen molino, y una panadería á donde todos muelen y todos amasan; pero todos también cuando es preciso acuden á el aderezo y á el reparo de aquellas oficinas. La habitación del vicario, el templo y atrio es escelente y de admirable y muy pulido y venerable culto. La conveniencia de sus habitadores es grande, por que además de lo apuntado gozan el largo esquilmo de los apriscos y piaras de un ganado y otro; lleva su territorio cuasi por la naturaleza de su clima, muchas uvas, higos, membrillos, peras, durasnos, priscos, manzanas, granadas y otras frutas de España; mucha hortaliza, espárragos, acelgas, espinacas y coliflores. Son sus vecinos, ciento y diez y nueve, y cuatrocientos y setenta y seis el número de sus habitadores de la nación Quiché. Son cortesanos, afables muy humildes y liberales, y de no malos entendimientos, y hay algunos de muy buenos talentos entre ellos. Mas San Míguel Uspantlán, más solitario que otro alguno por su estravio y destemplado clima, tan solo lleva favorable á sus vecinos la buena producción de los maíces en grande copia y provisión, y de pallares mucha abundancia; que es cierta especie de frizoles que proponemos en estampa, y se dá en arbolillos, de un estado que duran tres, cuatro y cinco años dando fruto.
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Pero estos indios siempre agrestes y motaraces, casi de intento se separan y se niegan silvestres al cultivo del comercio y el trato de españoles, Son de especial idioma y de nación estraña á los demás de aqueste reino, El número de sus vecinos no es muy grande, pues solo llega su padrón á ciento y setenta y cinco tributarios, y el del producto en sus familias á setecientos habitadores. Su población pobre y humilde, es igual á la estrechura y la miseria de la Parroquia y vicaría, si bien no en todo escasa en sus adornos tiene lo necesario y lo preciso. Pero el Priorato de Sacapulas que se estiende á más orden de súbditos, comprende en su obediencia á los que asisten en el curato de Nebah, de la nación y del idioma Yghil, que solo se usa en este y sus anexos el de Cotzal y el de Chahul. Mas quien podrá bastantemente ponderar el gran mérito y loor que se les debe á los Ministros de esta y de otras, sagradas religiones y á los Ministros Evangélicos seculares, que así como para estos, muchas veces para un solo lugar, como acabamos de decir del de Uspantlán, aprenden un solo y dificilísimo idioma, en que administran sus vecinos, aún es imponderable su trabajo, y solo conocible á quienes vemos la asperesa y la dificultad de su pronunciación; pues cuanto más en este de Nebah sito en la cúpula y la cima de la gran sierra de Sacapulas, entre asperísima montaña, entre dos profundísimas barrancas con gran ladera de breñas y arcabuces, y en donde el temperamento de su región y de su clima es destemplado y enfermiso; por cuya intemperie de gran frialdad y mucha niebla, hallándome en este pueblo en cosas del servicio del rey, tuve por conveniente para pasar las noches con más comodidad en la disposición de mi persona y las de mis ministros y dados, bajar á dormir á una barranca, en donde estaba un rancho bien estrecho á la rivera del arroyo. Efectos son de aquella Divina Providencia que adoramos el que haya sujetos, que se apliquen a semejantes destierros y trabajos. Son los vecinos de aqueste pueblo de Nebah noventa y cinco, y trescientos y ochenta habitadores, repartidos en mucho número de parcialidades, Cuchil, Salquil, Yghil y otras. Así ni más ni menos que el que acabamos de referir, con pobre Yglesía .parroquial, con la techumbre pajiza, como en la habitación de su poblado de la propia materia del esparto, en temple y soledad de su vivienda, el de Cotzal, aun más poblado con ciento y cuarenta y cuatro vecinos tributarios y quinientos y setenta y seis habitadores. Y su inmediato el de Chahul, con doscientos y cuarenta tributarios, que hacen el número de sus familias de novecientos y sesenta habi-
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tadores. Es toda gente agreste y montaraz, dados al ocio y á vagar, y que apetece más lo intratable de la montaña que la suavidad del poblado, y en quienes por este género de vida y habitación de los más intrincados arcabuces á caza de unas plumas de Quezal, se resagan y atrasan los tributos, y muchas veces y las más quedan perdidos; y aun no discurriremos tanto daño en que se pierda ó menoscabe alguna parte de semejantes situados, si acaso lo precioso de sus almas no se pierde, ó temerosos del castigo ó imposibles acaso al pagamento de lo que deben los justicias, pasándosenos muchos de los infieles Lacandones, como lo averigüé de los indios de Cotzal y Cunén, y de cuyo peligro y perdición nos con justo temor y celo pío dimos noticia en este Real acuerdo, y atención de nuestro informe, se remitieron los tributos que no pudieron cobrar Don Matías Sánchez, Domingo Pérez, Felipe Ramírez, Bernabé Días, José Ibarra y Pedro de Avilés, alcaldes de aquellos pueblos, que estaban detenidos en la cárcel el tiempo duro y miserable de veinte y siete meses.

CAPITULO VI
De la conquista y guerra de Uspantlán y el mucho y grande trabajo que costó á nuestros españoles su reducción.

MARGINALES.—Uzpantlán fue cabecera de el territorio de Sacapulas. — Tiempo revuelto con discordias en la ocasión de la Conquista de Uzpantlán. — Estuvo sin empesarse su conquista cinco años. — Hácese la primera entrada a este país, y se nombra por cabo a Gaspar Arías Dávila. Motivos de el Cabildo de Goathemala para esta guerra,Ocúpase Gaspar Arías seis meses en esta guerra con grandes trabajos de nuestra gente con sujeción de algunos pueblos. — Vuelta de el Arías a Goathemala con ocasión de gran rumor. — Deja en su lugar a Pedro de Olmos. — Pierde el olmos la facción de Uzpantlán con lo demás adquirido. — Sacrifican a el índolo EXBALANQUEN los indios prisioneros. — Desamparan nuestros indios el campo, y Juan de León Cardona los detiene acuartelados en el Quiché. — A la retirada de los nuestros se les ofrece a el paso nueva batalla con los indios. Llega nuestro ejército a Utatlán fatigado de hambre y enfermedad. — Intenta Orduña saldar este desmán y no lo consigue por entonces. — Desvelado Orduña con el cuidado de la restauracíón-de Utatlán concilia el ánimo de Francisco de Castellanos y le nombra por cabo de la empresa. — Júntanse para ella cuarenta infantes y treinta y dos caballos y cuatrocientos indios. — Marcha el ejército desde Goathemala para Chichícastenango, a que salió hasta allí, el mismo Orduña. — Dan muerte los Uzpantecos a nuestros embajadores. — Quédase Orduña en Chichícastenango, y el Castellanos marcha contra Uzpantlán.

Sin duda fué Uspantlán en su antigualla muy numeroso de pueblo, ó fué la corte de su Regulo ó propugnáculo y asilo de aquel partido y señorío de Sacapulas; pues en los libros de Cabildo, á donde se espresa la espedición y espediciones de esta conquista, no se señala con título de guerra de Sacapulas, sino es de el partido de Uspantlán, y así mirándole como plaza universal de armas de tanto territorio, describiremos la duración de su conquista, interrupción de la guerra y su precisa continuación hasta su último rendi-
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miento y dominio total de nuestras armas, debajo -del título que nos le señala lo auténtico de aquellos libros capitulares, *.con la derivación y larga •oticía de los sucesos de aquel tiempo, revuelto en inquietudes y" desazones, nacidas y dimanadas de los estraños procederes de Francisco de Orduña, visitador nombrado por la Audiencia de México, en que sin poder hacer menos hemos tocado varias veces, y nos será preciso volver ahora á referir de sus máximas el infeliz y sensible efecto que se introdujo á toda la dilatación de las Provincias.
Había corrido el tiempo el círculo prolijo de seis años desde la entrada de nuestros españoles en este reino, sin que para Uspantlán de la Provincia de Verapaz y territorio perjudicial á nuestras espediciones, se hubiese dispuesto guerra alguna que fuese grave ni ligera, hasta el año de 1529,, (2) en  que habiendo acaecido la reelección de la, persona del capitán Gaspar Arias para el cargo de Alcalde ordinario de esta ciudad, en que también se había ocupado por el antecedente de 1528, dió ocasión á que el Cabildo y regimiento le hubo por apropósito, para el de 29 para cabo principal de la conquista de Uspantlán y de hecho le nombró pa. ella, con solo el aparato de sesenta infantes y trescientos indios amigos de los ejercitados y ya probados en la guerra. Era el motivo del Cabildo el que además de que aquella cordillera del norte ocupada en sus asientos de numerosos pueblos no se quedase sin reducir, y por que estos que son parte de lo que compone y forma la Provincia de Verapaz, indómitos, y fieros de natural, nos inquietaban y movían los pueblos del Quiché ya conquistados, con que confinan. Pero ya introducido Gaspar Arias hacía seis meses en aquel país enemigo, á fuerza de gran tesón, muchas batallas y deficiencia de víveres, y en que parte del tiempo había impedido la fuerza y continuación de proceloso invierno sobre los muros de Uspantlán, con muerte de muchos de los indios de nuestros trozos, que unos de heridas de saetas envenenadas y otros debilitados del hambre, con disenteria de sangre (de que también adolecieron nuestros castellanos), cedían á la muerte la debilidad de las vidas, más esto no sin mucho lamento de los uspantecos, que ya lloraban dominados algunos pueblos suyos, de la constancia de nuestras armas; y entre ellos el de Nebah y el de Chahul, pueblos entonces si numerosos y crecidos, muy apreciados delpartido por su abundante territorio, en esta ocasión de tanta estima, y cuando la posesión de aquellos pueblos pronosticaba el dominio de los demás, y en especial de Verapaz, de gente agreste y belicosa. Corriendo el tiempo por los principios de Setiembre de 1529, (3) los confidentes de Arias é interesados en sus créditos, le hicieron el aviso de que el Gobernador Orduña (4) le había depuesto del oficio de Alcalde y nombrado en su lugar á Gonzalo de Ovalle; pero este Gaspar Arias que siempre se llevó del pundonor y el punto, no se quietó ni dió reposo al ardimiento de su espíritu, siempre honrado y siempre vigoroso, hasta dar orden á el progreso de esta guerra y hallar persona de sustancia en quien sustituir sus co-
(2) Libro 19 de Cabildo.—folio 72.
(3) Libro 19 de Cabildo.—folios 109 a 111
(4) Libro 49 de Cabildo —folio 142 v.
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misiones; y pareciéndole que Pedro'de Olmos -sería apropósito, para facción de tanto peso, sustituyó en él las instrucciones y poderes que conducían á aquella espedición y partió á esta ciudad de Goathemala á defender su justicia, que le fuera mejor abandonarla, para norecíbir aquí una afrenta y allá dejar perder lo ya adquirido.
Hemos ya referido en otras partes de estos sucesos de Gaspar Arias en Goathemala nacidos infaustamente de las resoluciones de Orduña los funestos accidentes, y por eso los omitimos aquí, pasando á decir, que en tanto que aquello sucedía en Goathemala, en Uspantlán el Pedro de Olmos, ó muy resuelto ó inadvertido contra el sentir de los soldados ó cabos mas espertos, quiso dar un asalto á aquel lugar, y bien atrincherado y guarnecida su albarrada velaba la ocasión de su defensa, que teniendo en emboscada dos mil hombres, al tiempo de acometer los nuestros á la trinchera, fueron cortados por la parte de retaguardia con grande asolación de -nuestros indios amigos y sin poderlo prevenir; en tan inopinado suceso, ni lo inesperto del cabo ni el valor y diligencia de los demás españoles, de que hubo muchos heridos, en especial de Olmos, que fervoroso y revestido de pundonor y valentía á el animará los otros, se mezcló muchas veces entre los trozos de los indios, recibiendo sobre sí muchas saetas, mas no bastando su ardimiento y diligencia, quedó destrozado nuestro ejército y los indios amigos derramados por aquellas barrancas y arcabucos, tierra montuosa y quebrada, en que quedando muchos prisioneros del enemigo, fueron sacrificados al ídolo Exbalamquen, sacándoles los corazones vivos para ofrecer á aquella imagen del demonio; con que aterrados nuestros indios, ciegos y conducidos del temor desampararon nuestro campo y los cuarteles, tomando la vuelta á Goathemala; pero entendida su fuga por Juan de León Cardona, teniente de Gobernador en el Señorío de Utatlán, les salió al paso y los detuvo en el Quiché. Pero esta diligencia ni otra alguna ejecutada tan sin tiempo no les pudo importar á nuestras gentes españolas, y ya cargados del fardage y de los pocos víveres que tenían, abriendo paso por muchas celadas de los indios, hacían la retirada para esta plaza general de armas de Goathemala. Pero saliendo para Chichicastenango nuestra gente española, sería sin duda entre este y Sacapulas que tuvieron ocasión de gran batalla con tres mil indios guerreros de Uspantlán que atravesaron por atajos á embarazarles el camino, en cuya refriega y ocasión, dejando el peso de vituallas y fardeles por despojos del enemigo, por atender á la defensa de las personas, marcharon á Utatlán nuestros españoles con gran trabajo é incomparable fatiga, mantenidos de yerbas, sin otro alimento que algunas veces gatos de monte y lobos (que acá llaman coyote), animales inmundos y asquerosos, que los escopeteros cazaban en lo breñoso de aquel camino, y alojando al descubierto en el desabrigo de la campaña; por cuya ocasión y gran motivo llegaron al Quiché, jurisdicción de Utatlán, desalentados y afligidos de la apuntada disenteria y graves calenturas; y aunque avisado Orduña de la infelícídad de este suceso, quiso suplirle y enmendarle, ni le fué fácil ni posible, ó por que aquel nervio de ejército estaba inútil, lleno de enfermedad y de miserias, ó por que el formar de nuevo las conductas en Goathemala, halló los ánimos adversos y divididos en públicos bandos, nacidos de la -afrenta y agravio hechos á Gaspar Arias y
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lo demás ya referido en el capítulo décimo del libro tercero de la segunda parte, y lo más preciso lo de las guerras de Cuzcatlán, las de Yzquipulas, de Tepatlán y Guaymoco en que casi estaba divertida toda la gente, siéndole forsoso y necesario pausar en esta empresa por entonces.
Mediaba entre estos accidentes alguna noticia del arribo á estas costas occidentales de Alvarado de vuelta de España, y como Orduña se considerase mal visto de la gente en general, de la `congregaciónde los nobles, y no muy grato para la plebe, pulsaba en su corazón el pensamiento de haberse perdido por su ocasión aquella empresa de Uspantlán, en grave deservicio del rey, y que llegando á este tiempo Don Pedro de Alvarado, podría crecer de punto su descrédito y mala fama, con que asistido de estas ideas melancólicas y sin saber tomar resolución en su mejora, velaba cuidadoso sobre su desempeño; pero ladeándose del todo á el tesorero Francisco de Castellanos, persona de valor, y de gallardo espíritu, comunicado el intento de reducir aquel partido de Uspantlán, le confirió en el cargo de cabo principal de la empresa, y publicó la jornada haciendo saber por su bando que salía á ella en persona, para que así s'e instimulasen los ánimos y se viniesen á él los confidentes de Castellanos; mas sin embargo de su índustría no así á su intento correspondió del todo el buen efecto; por que arbolado su estandarte solo pudo juntar la diligencia del Castellanos cuarenta infantes y treinta y dos caballos, y á la verdad no se hizo poco, estando toda la demás gente de guerra ocupada y entretenida en las apuntadas divisiones y en sitios muy retirados, y mas cuando la ofensa hecha á la persona benemérita y venerable del Alcalde Gaspar Arias había encendido grande llama en los pechos republicanos que vivían desconfiados de los procederes de Orduña y aborreciendo su persona. Con que en esta ocasión más, que en alguna compuso nuestro ejército en mayor parte la nación de los indios tlascaltecos y mejicanos, de quienes se formó un trozo de cuatrocientos de su estirpe y de los de Guatemala, con ocho cabos españoles que los regían y gobernaban Gonzalo López, Juan de Peredo, Alonso de Velasco, Francisco de Lináres, Diego -de Llanos, Estevan de Aponte, Martín Rodríguez y Diego de Berlanga, que fueron conferidos en este cargo y á este efecto.
Al nombramiento de estos y posesión de sus conductas siguió la ejecución de la jornada hasta Chíchícastenango, de donde haciendo alto, les hizo Orduña embajadores á aquellos indios de Uspantlán, con los ,requerí-míentos de paz y lo demás contenido en las instrucciones del rey. Pero habiendo penetrado los mensajeros con varias dificultades y peligros, hasta la v'lla de Uspantlán, -distante de aquel lugar de Chíchicastenango, y dado á entender el fin de su jornada á los principales de aquel lugar, estos no solo soberbios y sobre sí, sino crueles y temerarios y reos de muerte contra el derecho de gentes á que bárbaros se opusieron, no solo no aceptaron la embajada, sino que mataron á los embajadores, de cuya noticia que se tuvo por lo que de ella blasonaron los uspantecos, pudo nacer la cierta y razonable resolución de hacerles guerra, maquinando todos los daños posibles, hasta ver ¡su reducción, y dando órden Francisco de Orduña al Castellanos para la disposición de esta empresa. No sin escolta de su persona se quedó en ChichIcastenango, con ánimo de distribuir desde allí las órdenes convenientes
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y enviar -socorros si importase, y por que la gente de aquella expedición tuviese segura la retirada; pero enfermando brevemente le fué preciso el dar la vuelta á Goathemala, enviando orden á Castellanos para que terminada la facción de Uspantlán, pasase á Cuzcatlán contra la gente de Pedrarias; y así á su ejecución pronto y valiente el Castellanos partió á perfeccionar esta empresa, como veremos adelante.

CAPITULO VII
De la continuación de la guerra de el Partido de Uspantlán, hasta la reducción de sus pueblos.

MARGINALES. Detiene Francisco de Castellanos a fabricar un puente en el río de Sacapulas para tomar la marcha hacía Nebaj. — Encuéntranse a la contrapuesta ribera con un ejército de cuatro a cinco mil indios y se presenta la batalla. — Queda roto el ejército de los indios y se encierra en los muros de el poblado. — Valor y agilidad de un indio de los nuestros. — Queda Nebaj sujeto a la obediencia católica. — Pónese nuestro ejército sobre el lugar de Uzpantlán. — Júntase gran número de indios en Uzpantlán a nuestra oposición. — Prueban los uzpantlecos a cansarnos con largas dilaciones. — Presentan la batalla a nuestro ejército. — Temeridad de un indio uspanteco viéndose herido de un soldado español.

Salió con celeridad Francisco de Castellanos á ejecutar el orden del Capitán general Francisco de Orduña contra la rebeldía y soberbia de los vecinos de Uspantlán, si con deseo de la venganza de los embajadores muertos é indios amigos sacrificados á su gran diablo Exbalamquen; no hay para que detenernos en ponderarlo, ello se dice y manifiesta sin digresiones importunas. Pero habiendo dejado el alojamiento de Chich`castenango y hecho la marcha de siete leguas, dejando á Sacapulas á mano derecha, siguió, el progreso de su jornada por entre bosques espesos y peñascos de estraña celsitud á encaminarse al pueblo de Nebah, bajando la agría y dilatada sierra que se interpone; mas encontrado con el cajón del río de Sacapulas, de honda y caudalosa madre, le fué preciso detenerse en esplorarle la ribera. Es el esguazo de este río bien peligroso, así por la abundante congregación de sus aguas como por la rapidez de su curso, y que siendo los sitios de su camino tan fuertes y tan impertransibles por la naturaleza de la madre por donde corre compuesta de cajón de inmensa celsitud que se forma todo de inmensos peñascos rudos que si en la vía de aquel trajín hubieran los indios aplicado una ligera defensa, con gran facilidad hubieran impedido la entrada á nuestros españoles; pero encontrada parte más estrecha, que hubo de hallarse hacia el río arriba á medra legua con brevedad y muy seguro se fabricó un puente de madera, por el cual la caballería bien despeada y trabajosa, con la comodidad de los infantes, pudo tomar á salvo la contrapuesta ribera, y penetrando la montaña de difícil y levantada serranía, al encimarse así á su cumbre, se opuso al paso del camino un escuadrón de cuatro ó cinco mil indios guerre-
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ros, rebeldes y feroces de aquel poblado de Nebah y de los otros de aquella cordillera de Verapaz sus auxliares;    mas estos encontrados con la caballería y atropellados de ella e.n:su primer trozo, -en que perdieron algunos de los suyos, tomaron una larguísima retirada á esperar nuestro ejército al doblar el camino á la punta de un monte que se derrama de la propia sierra, y encontrados los dos ejércitos se acometieron y avanzaron con gran denuedo y bizarría, perseverando en la batalla por una hora, en cuyo tiempo de rara y perseverante lid, regado el campo con la sangre de muchos muertos, dió testimonio á los de Nebah de su segura asolación, cuya prueba y lamentable ruina, tomó su ejército la retirada del lugar, de donde pensó su ceguedad y su proterbia hacernos mas durable y más difícil su rendimiento, por que ceñida en población de profundísima barranca, cortando el paso del camino del un costado al otro, quedaron cerrados y defendidos por todas partes; mas acercándose nuestro ejército para su entrada' y acudiendo á su defensa todo el ejército de los indios, divertidos por esta parte, se descuidaron de lo demás asegurado en su barranca; pero habiendo en nuestro ejército indios muy ágiles y valerosos, descendieron por la barranca, habiendo indio entre ellos que por los árboles y los bejucos hizo camino á su valor, y estos de cuyo espíritu y buena fé se confiaba tanto suceso, é importancia, vencida la cumbre de aquella profundidad de -la otra parte, pusieron fuego á aquel lugar en varias partes de lo mas retirado de aquella puerta, con cuyo suceso inopinado, abandonando el sitio de la entrada por acudir al fuego, cegando los nuestros el foso á buena dilígencia, se hicieron dueños del lugar y prisioneros á los más principales personages; y procediendo luego otro día á herrar á todos los vecinos y darlos por esclavos, fué medio suficiente á la sujeción de este Nebah, y rendimiento de el de Chahul.
Mas todavía los uspantecos campaban y hacían con emboscadas mucha incomodidad á nuestra gente española, que sin perder ocasión se había acercado á los confines de aquel lugar capital, bien que más proveídos que otras veces de vituallas, y siendo lo que restaba á dominar de aquel partido lo mayor, así en su territorio y señorío como en lo más numeroso de pueblo hacia á Castellanos mayor cuidado y á sus paisanos más esfuerzo en su defensa, juntando para ella diez mil guerreros juntos en solo un cuerpo á la defensa del país, y con no menos socorro de auxiliares de Verapaz, se congregaron los de Cunen, Cotzal y lo que hoy es territorio de Sacapulas, que por entonces estaban esparcidos en rancherías de á veinte y de á treinta personas, como hoy lo estilan los infieles del Chol y el Lacandón, vecinos de Uspantlán, y sus anexos provincia de Verapaz de donde son los uspantecos; mas siendo así que escedía en tanto número del nuestro el ejército de los indios, con todo eso les parecía poco á mantenerse contra los nuestros, y así unas veces saliendo á la campaña y otras encerrándose en la seguridad de sus trincheras, probaban con dilacíones, á cansar á los españoles, hasta que ya pensando hallarlos debilitados y rendidos de tanta campaña, salieron á presentarnos la batalla; pero empezándose á declarar la Providencia á favor de nuestras armas, permitió que los que habían salido en nuestra busca, divididos en
(5) Manuscrito Quiché.—folio 3.
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mangas, se congregaron á un cuerpo de batallón, para que así reconocido por Francisco de Castellanos, dividiese su gente en dos escuadroncillos, llevando en el centro á la caballería, que al tiempo, de acometer quedó á la frente, y los dos escuadrones de infantería pasaron á los costados del enemigo, conque cojido en medio y sin poder apartarse de las espadas y escopetas y de uno y otro avance de la caballería, á breve rato quedó roto con grande asolación y mortandad de los suyos y muchos prisioneros de unos pueblos y otros, que fueron prenda para su rendimiento por los últimos días de Diciembre del año de 1530, en que se herraron y dieron por esclavos á todos ellos. (6) Pero en esta ocasión de la batalla de Uspantlán, un indio capitán de aquel partido, á quien llamaban Caletohíl, viéndose herir de un soldado español, teniéndolo por afrenta, partió del campo para el pueblo, y sacando á su muger y á dos hijas para el monte, las ahorcó de un árbol y luego se arrojó sobre su propia lanza; tanto era el. odio concebido contra la nación española, que ya que no les conseguían sus esfuerzos la muerte, se quitaban á si propios la vida. Tales como este eran los indios de Verapaz, y los que ahora desprecian muchos de los que pasando de España á estas partes, viendo que obedecen á palos, y á pescosadas, piensan que así fueron siempre y que su abatimiento nace de pusilanimidad y no de estar ya acostumbrados al sufrimiento después de habituados en él, por el círculo de ciento y sesenta y nueve años que ha corrido su sujeción desde el de 1524 a este de 1693.

 CAPITULO VIII
Que vuelve á continuar la descripción de los pueblos del Corregimiento de Totonicapa y administración de la religión Mercedaria.

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