RECORDACION FLORIDA
Recordación Florida, Francisco Antonio De
Fuentes y Guzmán Biblioteca “Guatemala” de la Sociedad de Geografía e Historia,
Tipografía Nacional Guatemala. M. C. M. XXX III .Historia General de Guatemala.
Asociación de Amigos del País. Fundación para la Cultura y el Desarrollo.
Guatemala 1.933.
Por Capitán ANTONIO DE FUENTES Y GUZMANCORREGIDOR DE HUEHUETENANG
LIBRO OCTAVO
CAPITULO I
CAPITULO I
Del
Partido y Corregimiento de Totonicapa y Huehuetenango, y las calidades
y naturaleza de su temperamento.
MARGINALES.—Fué este Partido una de las partes más estimables
del Reyno de Utatlán, —En cuantas partes se dividió el Reyno de Utatlán. —
Vaticinios de la ruina de esta estírpe, que se van experimentando. — Lo
numeroso que hoy es esta jurisdicción de Totonicapa. — La mucha poblazón de españoles que hay en los lugares desta
jurísdícción. — Sus muchas haciendas
de uno y otro ganados que se extienden a los índios. — De cuanto
utilizan a los indios los hijos de españoles que
nacen en estos pueblos. —
Situación de Totonicapa cabecera de este Partido. — Temperamento de este
territorio. — Sus sendas dificultosas e impedidas con grandes cuestas, — Es
proveído su territorio de buenas carnes.
— Grandes cosechas de maíz, legumbres y buenas
frutas. — Carece de pesquerías éste y los pueblos de la
sierra. Su longítud, latitud y circunferencia de todo el Corregimiento y sus confines. Cuantos
pueblos están sujetos a esta jurisdicción. — Sus montes, bosques y campiñas. —
Los ríos que riegan esta jurisdicción, — Es
límpío este país de sabandijas ponzoñosas, — Yerba jabonera
perjudicial a las mulas y caballos que comen de ella.
Este admirable
é insigne territorio de Totonicapa, de ancho y prolijo circuto, que fué parte
estimable lo mas de ello y lo mas escelente y mas preciado del reino y señorío
del Quiché, se desmembró como Atitlán y Sololá, y el gran partido que es hoy
Quezaltenango, haciéndose de solo aquel poderosísimo dominio cuatro partes muy
numerosas y muy grandes, que se señalan bien famosas en cuatro Corregimientos de estendidísímo país, y
muy fecundo; sin lo que tuvo de la Provincia de Verapaz y de los Mames, con
mucha parte de la costa del Sur, que entonces cuando se establecieron, y
fundaron estas jurisdcciones, eran sin duda en vecindad de tributarios mayores
mas que ahora muchas veces; mas cuantos venerables personages vaticinaron de
estos y los demás de este Occidente; su asolación y acabamiento, y este
preludio de su ruina, se experimenta total en muchas partes de otros reinos, y
en este cada día lo que con pestes muy durables se disminuye su nación. Mas sin
embargo, este partido de Totonicapa hoy se mantiene, y continúa en crédito, y
posesión de grandes pueblos, que numerosos, y crecidos los mas de ellos, como
diremos adelante, hacen muy estimable su gobierno y su vivienda apetecible, y en donde vecinos españoles se logra gran población interpelada, que muy
política é igual ilustra en mucho modo aquellos pueblos, en donde el domicilio de sus dueños se perpetúa á la
posteridad con sucesión que continúa alimentada y mantenida con buenas y provechosas haciendas de ganado mayor, y del
menor mucho mejores, que ya se extienden á los indios, en las que
hoy han creado á posesión de propiedad, cuyo provecho que es muy grande por esta parte, pasa á mas estimable beneficio
por los hijos- de aquestos españoles que naciendo en los pueblos
de los indios, son tales lenguas y tan
diestros, que aun los indios nos dicen y aseguran que de aquellos aprenden la perfección y pureza de su idioma
(claro está, pues, la tienen reducida á los preceptos del arte) ; y entrados á la observancia de la religión son unos
ministros que se aventajan á todos en el confesonario y en el
púlpito, y por esto de los indios muy amados,
creídos y venerados y por donde
entran con mas suavidad á la doctrina y la verdad de nuestra religión católica,
en que con claridad y buena explicación de los misterios de fé, y los preceptos
divinos y eclesiásticos se les instruye y catequiza; y por que sin duda y á único fin juzgamos
por conveniente y tolerable el que los
españoles vivan y tengan vecindad en los lugares de los, indios,
mas no por eso dejamos de conocer que los mulatos y
negros entre ellos son perniciosos y nocivos, por que además de
quererlos supeditar y anteceder, les comunican las
costumbres y los vicios que no conocen ni fueron de sus mayores
ejecutados.
Yace
Totonicapa, primera cabecera del partido por el tenor y forma de su erección,
situado en gran planicie de excelentísima llanura limpia y alegre, y que le
constituye en saludable país, lo despejado de su horizonte; por que elevándose
su población sobre crecidos y grandes montes, goza de cielo despejado y de la
sanidad de los Nortes que la refrescan y purifican; bien que á esta causa en
temple frío es combatido de heladas repetidas que muchas veces esterilizan los
pastos, Está situación respecto de Goathemala hácia la parte del Norte, y es paso
inexcusable por el camino de arriba á los progresores que se encaminan á la ciudad de México, Pero esta senda que decimos es penosísima y molesta por
grandes cuestas que se repechan con mucho riesgo en varias
partes de su viage. Es abundante el territorio de
muchas carnes de vaca, de carnero y de puerco, y los jamones de este pueblo son muy buenos, aunque
mejores los perniles de Momostenango ; tiene también grandes crianzas de gallinas, y en la espesura de sus bosques mucha caza de perdices y codornices; su cosecha anual es abundante y prodigiosa en maíz,
frizoles, chile, y buenas frutas, en especial •de manzanas y de peras,
que es más lo que se pudre siendo crecida la saca, que lo que se aprovecha. Solo carece de pescado en el todo y de tal
arte que necesita le entre de fuera,digo á este pueblo de Totonicapa y todos
los más de la Sierra, mas no absolutamente á este partido, Corre de su país la
situación por longitud de la parte de Noroeste al Sudeste, y por su latitud de
Norte á Sur. La una que se dilata noventa leguas y la otra alguna cosa más de
cincuenta; mirando sus líneas por confín desde
Chahul, que linda con Verapaz, á San
Gerónimo Motosíntle que confina con la jurisdicción de Soconusco,
Y desde el rancho alto de Totonicapa, término de
Tecpan atitlán, y el río de Aquezpala, que es la raya entre esta
jurisdicción de Totonicapa y la de Chiapas
mas como quiera que hayamos apuntado sus cuatro confines, es necesario el
advertir, que por la parte del Sueste entra el Corregimiento de Quezaltenango
por un ángulo á confinar con este de Totonicapa por el Oestesudeste, y este
partido de que vamos tratando, por el Noroeste con tierra de frontera de los infieles de Lacandón, cuya estensión de territorio corre por su
circunferencia doscientas y setenta leguas de utilísima tierra y deliciosa;
que de su estampa por el todo podrá entenderse su confinanza y gran dilatación,
donde en su sitio y su país están situados y erigidos desde la posesión del
gentilismo cuarenta y nueve lugares, que los más de ellos se constituyen numerosos,
con admirable y grande pueblo, desconocidos en su grandeza y vecindad de lo que
fueron primero, de que daremos noticia en su lugar, procurando señir su
narración por ser su número escesivo, ó dividirlo en los discursos de algunos
capítulos, por no defraudar á los lectores de lo curioso y singular de algunos
de ellos. Los montes y los bosques de el partido copiosos y poblados de
arboleda, llevan muy útiles maderas para los edificios, en todas aquellas que
se hallan y se producen en tierra fría; y entre ellas gran copia de pinabete que mucha manufactura ofrece á los
indios con muchas utilidades, y fuera de esto mucho combustible para alimento
del fuego, por donde son muy estimables á la conservación de los poblados; y
las campiñas y los prados á los rebaños del ganado muy adecuados, y muy propios
á su crianza, y procreación; por que sus pastos provechosos y la limpieza de
sus llanuras ayuda mucho á su conservacíón, como las aguas que los regalan al
beneficio y al riego de setenta y nueve ríos y arroyos que se conocen; por que
atraviesan por las sendas y el viaje de unos pueblos á otros, sin los
innumerables que se pierden en el provecho entre montañas y cordilleras; que
estas que conocemos y señalamos no llevan la
sanguijuela, que es tan nociva á los ganados, y solo se halla en los
que más detenidos, y rebálsados de las llanuras se remansan en síeneguillas.
Pero además de las escelencias que referimos de estos países, añade su
bondad naturaleza, la gran seguridad de sabandijas ponzoñosas, esto es en tierras
frías, que en las que son más bajas y calientes, las hay muchas y venenosas,
como si fuera en la tierra de la costa, y así en los altos de la sierra
los pastores y los arrieros duermen en medio de los campos
sin recelo que los inquiete, ni por
razón de los pastages peligran los ganados de estos países. Solo en
las mulas y en los caballos se reconoce maleficio, por la yerba que
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llaman
jaboneta, por que el activo tufo de su olor á la manera de jabón, que inficiona
gran distrito de donde nace y se sitúa, los ataranta y embriaga de calidad que
sin comer ni sosegar, gustando de ella quedan muertos por el campo; mas con instinto
natural se apartan de ella y son pocas las
bestias que peligran.
CAPITULO II
De lo que á el príncipio, de la conquista de este Reino la embarazaron estos indios Totonicapas, y de lo que acerca de su estirpe, igual á la de otros, se tiene noticia.
De lo que á el príncipio, de la conquista de este Reino la embarazaron estos indios Totonicapas, y de lo que acerca de su estirpe, igual á la de otros, se tiene noticia.
MARGINALES:
Asistió este pueblo a el Rey Tecum Unián contra los españoles. — Tuvo a la
disposición de este rey noventa mil
guerreros. — No conservaron los de Totonicapa la contumacia que
los Utatecos. — Manteniéndose con suma bizarría quedan rotos en la batalla
memorable de PALAHUNOH Y se retiran al Castillo de XELAHU. —Entra al Castillo
nuestro ejército después de tres días de sitio. — Huyense algunos AHAOS al
Quiché y quedan otros prisioneros. — Sosiegan su furor algunos capitanes
españoles y los Ministros eclesiásticos y quedan muchos amigos.—Queda
Totonicapa casi destruida con el furor de la guerra. — Fueron estos totonícapas
de los primeros cristianos que hubo entre los indios y toman los apellidos
nobles de España. — Los AHAOS y CALPULES nobles de este pueblo y blasón de que
usan. —Abusos y desdichada idolatría en que perseverar muchos.
Este gran
pueblo Totonicapa, como dijimos, en el Capítulo
cuarto del libro sétimo de esta segunda parte, asistió á la defensa
de sus países en servicio de su rey Tecum Umán, con poderosa oposición á
nuestros españoles. Regidos y gobernados de sus caciques y cabos principales
con suma bizarría y gran denuedo hasta el último combate en que ya muerto el
rey Tecum y suced'éndole su primogénito, que también quedó muerto por justicia,
se sujetaron á la obediencia católica, como la corte de Utatlán; pero estos
mismos que en esta ocasión de la conquista ofrecieron á su rey •noventa mil
guerreros á la severa oposición de nuestros españoles, es de creer no dejarían
los ocho castillos de su país sin tripular y sin cubrir y espuestos á ser
develados de nuestra gente, ni los lugares que resguardaban los dejarían desiertos
ni despoblados; pues eran estos por entonces numerosísímos y cabeceras de
señoríos y Ahahuaes, y los señala su autor diciendo eran estas poblaciones,
Totonicapa, Santa Cruz Quiché, Quezaltenango, Momostenango, Ahpaciha,
Ostuncalco, Cuyotenango y Chiquimula, que los más de ellos aun hasta hoy se
conservan y continúan en crédito y vigor de pueblo numeroso, como veremos en
sus lugares; mas estos de quienes ahora vamos hablando, aunque esforzados y
constantes en sus defensas, no fueron tan severos ni tenaces
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•
como Utatlán y
otros de su inmediata anexidad; por que al principio de la guerra del Pinar, se
mantuvieron con suma bizarría*y gran valor, hasta que rotos en la memorable
batalla de Palahunoh, donde fué muerto su rey Tecum, en el sitio de Pakajá, se retiraron á el gran castillo de Xelahuh.
Pero esta fortaleza, que pareció al principio inespugnable, puéstole sitio á su
cordón, fué entrado por -nuestros españoles con
grande batería; en que gastó nuestra constancia más de diez días de desacomodado y áspero asedio, respecto á su
alojamiento en la descubierta campaña y mantenida con grandes lluvias de
proceloso invierno; pero muertos en el castillo la mitad de sus
defensores, según su autor, (1) con menos fuerza á su defensa, abiertas brechas
por sus muros, y entrado por ellas y por asalto á sus costados, franqueadas de
repente las puertas por los propios defensores, se
huyeron muchos Ahaos al Quiché, y otros quedaron prisioneros dentro de la plaza
del castillo; pero desesperados y furiosos juraban (aun viéndose en la red) la
venganza de la muerte de sus hermanos y parientes, y en especial mas se
irritaban y enfurecían con la memoria de su rey Tecum Umán, muerto á lanzadas;
mas sin embargo de su furor y su esquivez por verse entre estrangeros y gente
enemiga, la gran sagacidad de Don Pedro de
Alvarado, por una parte, y por otra Hernando de Chávez, Gómez de Alvarado, y
Gaspar Arias, acariciándolos y dándoles á entender los eclesiásticos
por los intérpretes el fin de su venida á estas tierras, y los misterios más
principales de nuestra Santa fé, domesticaron su
furor y pertinacia, quedando desde entonces Totonicapa y su inmediato
Quezaltenango muy quietos y verdaderos amigos de nuestros españoles, y no muy arruinados en
su planta material, si bien, Totonicapa, á donde
sin duda llegó mucho furor de aquella guerra, por más tenaces y rebeldes sus
moradores, quedó casi desmantelado y, destruido y con mucha
necesidad de su reparo. Pero al paso que fueron de impedimento y embarazo en el
principio de la guerra, fueron después de grande
alivio estos Totonicapas y los vecinos quezaltecos á la conquista, de
Utatlán; porque empezando á servir desde la toma del castillo de
Xelahuh, descubriendo sus traiciones y alevosías de los de Utatlán, y ayudando
en mucho modo á sujetarlos, fueron en breve de
los primeros cristianos de esta nación de los indios, que hubo en
este reino, tomando también los principales
caciques los apellidos de aquellos capitanes
que los apadrinaron en el bautismo: Portocarrero,
Chávez, Mendoza, Mexías y otros, y así se conservan hoy muchas estirpes ó
linages de los Ahaos de estos lugares Totonicapa y Quezaltenango, de
quienes afirma su escritor haber visto y
esperimentado la confusión y los trabajos de estos Ahaos y su acción
en el, progreso de la conqu'sta; por que ya
tenía once años y que pudo tener entera y particular noticia de los sucesos de
aquel tiempo, así por su edad, como
por que su padre era cacique y era señor del Coxturri ó castillo de
Xequique, y era en Olintepeque.
Mas como quiera
que este escritor de los indios no
olvide su nobleza y la de otros del grande pueblo de Totonicapa, quiere que
estén eslabonados no solo con los Quichés, Chiquimula, Quezaltenango, Momostenango, Ostuncalco y Ahpacihá, sino que
afirma y asegura que los indios más principales que vinieron de México y
Tlascala, en compañía de los españoles, para ayudarlos
(1)
Don Francisco García Calel Tezunipan. —folio 4.
en la
guerra y catequisar á los de esta parte, se les
dieron por amigos y por parientes y se volvieron á eslabonar con ellos por
casamiento, y que en señal de más seguro y amistad les dieron un
testimonio de sus armas, que testifica haberlas conferido la gran liberalidad
del Emperador á los -indios que vinieron. de Tlascala, por lo que se señalaron
en la conquista á favor de las armas españolas, y las figura en este modo :
Y dice que
desde entonces unos y otros tienen igual derecho en los asientos y en la obción
prominente de los gobiernos y oficios de república en que alternan y se seña'an
unos linages y otros, sin contradicción ni embarazo; y que así en esto como en
la observancia de la ley católica viven sin decaecer ni pervertirse, debiendo
este beneficio y buena obra á la venida de los españoles y á la enseñanza de
los ministros eclesiásticos que arrancaron de ellos las brujerías é idolatría, y el mal hábito y estilo de quemar copal. Y
hojalá si esto era así ahora 125 años,
por el de 1568, que esto se escribió por Don Juan
de Torres, hijo del rey Chignahuiveelut, sucediera en este que escr'bímos, en que lamenta
la nuestra piedad el ver á la miseria y rusticidad de esta estirpe, tan
enredada y ciega en estos vicios y abusos, como lo prueba la grande v'gilancia
y santo celo del R, Obispo de Chiapa, Don Fray
Francisco Núñez de la Vega, del orden de Predicadores, en el
distrito de su Obispado, y 'a incomparable atención de los dos misioneros
Apostólicos de la regular observancia, Fray
Melchor López y Fray Antonio Margil, que tanta abominación de ídolos han sacado
de los indios de Soconuzco, de este partido de Totonícapa de que vamos
discurriendo, del de Quezaltenango é Yzquintepeque y muchos más; y
con mas admiración por su cercanía é inmediación á esta Corte de Goatlieniala,
con más trato y correspondencia con españoles, de los indios del Corregimiento
del valle, en que de todos, fuera de la gran multitud de los ídolos, han descubierto
otras muchas supersticiones de brujerías, en
culebrillas de chuchumite, Calendarios y chalchihuites, y otras muchísimas
inmundicias, en que parece ,que hasta ahora, después de tantos
años de cultivo, y de trabajar y hacer en ellos se están en sus primeros y
principales errores, en cuya lástima y dolor me incito á describir sus
ignorancias aun no arrostrando mi natural y compasión á publicar vicios de
otros, Mas la verdad que anima á las historias y el justo celo de vasallo y de
católico, conduce mi obligación á relatarlas, y por si alguna vez la Majestad
del Rey que es mi Señor, y me ha mandado que esto escriba, hiciese que le
llegue á sus oídos la narración de estos sucesos, nos, con este propósito
advertido, hemos gustado de referirlos, deseando se ejecute su remedio.
Registrando los bosques y arcabucos en donde existía tal maldad, y en especial en el potrero de Comalapa y la gran sierra de
Parraxquin, antiguo propugnáculo de esta gente de Occidente,
CAPITULO III
De la gran cordillera de Parraxquin, y de los castillos que en ella estuvieron erigidos por los indios sujetos al dominio del Rey del Quiché.
MARGINALES.—Gran palacio de los reyes del Quiché en XETINAMIT. — Centinelas y
Castillo de este sitio. — El Castillo de CHRISTALI en esta Cordillera de Parras-
quín, — Otro Castillo de esta Cordillera con mucha obstentación en gran vestigio.
— Confín conocido de los dos reynos de Utatlán y Sotojil-
De la gran cordillera de Parraxquin, y de los castillos que en ella estuvieron erigidos por los indios sujetos al dominio del Rey del Quiché.
MARGINALES.—Gran palacio de los reyes del Quiché en XETINAMIT. — Centinelas y
Castillo de este sitio. — El Castillo de CHRISTALI en esta Cordillera de Parras-
quín, — Otro Castillo de esta Cordillera con mucha obstentación en gran vestigio.
— Confín conocido de los dos reynos de Utatlán y Sotojil-
Corre cuasi sin
término conocido desde la parte de mediodía para el Setentrión, sino emula,
superiora á la eminencia de los Alpes, la prodíjíosa cordillera de Parraxquin,
que aunque se corta en partes de su camino, por breve espacio de distancia en
lo que abren algunos montes entre sí, por el terreno de sus faldas se eslabonan
y se frecuentan con cuasi inseparable continuación, en que hay baquianos de
sentir, que encaminada á Sinaloa, corre y derrama su corpulencia á setecientas
leguas de distancia, desde este reino al Nuevo México. Sus vistas son
agradables y apacibles por lo natural del sitio, y saludable su vivienda por la
templanza del aire, si bien en pocas partes poblada por su retiro solitario y su breñosa confusión; lo superior de sus alturas son casi
inaccesibles y de trabajosísimo camino, que prolongándose y cortando
de Norte á Sur como apuntamos, precisa atravesarla al conducirse los progresos
desde la parte de la sierra á la de la costa con áspera fatiga y peligro
notorio en muchas partes; mas si se considera la observación de su rumbo,
continuándose con los volcanes de Goathemala, los de Pacaya, Sonsonate y los de
S. Salvador y otros, sería la longitud de su camino inmensurable, pero solo
escribimos la cordillera lo que á este partido pertenece. Es su pronombre
Parraxquin, impuesto por los indios del Quiché con propiedad y mucho acierto, por que quieren llamarle Monte-verde, á causa
bien notable y prodigiosa, de que cuando se agosta y se marchita lo general de
los campos en verano, esta larguísima
cordillera está frondosa, verde y muy lo-
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zana,
como mí observación
lo reparó por lo inclemente de los meses de Diciembre, de Enero, de Febrero y
Marzo, en que lo recio de los Nortes y la fuerza
de las heladas no dejan cosa que no conviertan en polvo y hojarasca, y
por esto sin duda aquellos reyes que dominaron el Quiché abajo del pueblo de
Ystaguacán, entre unos montes que indican mucha profundidad y grande hondura en
el valle, que se dilata á crecido circuito, tenían
un elegante palacio en el sitio que llaman Xatínamít, que regado de
buenos ríos y de muchos y saludables arroyos, era buen sitio de placer y recreación
á la familia de aquellos poderosos caciques o reyes de Utatlán, que huyendo de
la molestia de los nortes, en este lugar Xefinamít, no solo se resguardaban de
la inclemencia de los vientos, sino que se fortalecían y aseguraban :de la
invasión de
sus contrarios,
haciendo en esta parte su consejo y junta de guerra, que llaman Zzicunlíquíl. Y
en esta dulce amenidad que descubrimos se entretenían en monterías, juegos,
bailes, mas esto sin perder de vista los peligros y la memoria de sus
contrarios de que no los olvidaba la variedad ó el embeleso de los placeres;
pues para asegurarse y mantenerse ponían en las cimas descepadas de aquellos
montes de Parraxquin muy vigilantes
centinelas para en viendo los humos de aquella parte de
Cibíxíclabal, que quiere decir ahumadero, tocar-
alarma y prevenirse á la defensa recojiéndose al gran castillo de esta parte de
Xetinamit, que según la cuenta de los indios de un Xiquipil, tenía ocho mil
defensores; que tanto como esto se recelaban y procuraban guardar y
mantenerse estos indios que sujetaron y vencieron
en el nombre de Dios y con su ayuda aquellos pocos españoles.
Mas los demás
castillos que aseguraban el reino de Utatlán, no menos fuertes y encubiertos de
infantería, que el ya advertido de Xetínamít, por esta sierra de Parraxquin,
eran otros dos que mantenían sus defensas. El uno que sus vestigios y cimientos
se ven ahora, bien que informes y sin diseño que perfeccione en planta, en
términos de una estancia que es posesión
y buena finca del capitán Francisco Gutiérrez; mas todo el cimentage
que se descubre sobre el altísimo pináculo de Christalí, con mucha parte y
admirable de una larga y altísima muralla, es de maravillosa fortaleza y
robustez, con magníficos aparatos de terraplenes y fosos, que muestran en píe
alguna parte de los lienzos de las torres y cubos de su defensa regular. Y este castillo se oponía contra la ambición de las
naciones de los Mames y los de Soconusco, que por aquella parte podían
acometerle. El otro memorable y gran castillo de esta cordillera
estuvo situado en otro eminentísimo picacho que se divisa y deja ver desde el
camino de San Andrés, y de su fábrica y celebrada ostentación, aun dura y vive
el crédito de muchas ruinas, con clara demostración de más que gran vestigio de
su importancia; mas sin embargo demolido muy de intento, como los otros, no
deja delinear diseño alguno de lo que fuá su planta regular en aquel tiempo.
Haciale oposición á las, entradas del Sotojil,
con quien señala la simple tradición que era el confín de que hoy es pueblo
conocido de Santa Clara, y aun ahora se parten términos entre los dos
Corregimientos y los partidos de Atítlan y Tecpanatitlán, en
este pueblo de Santa Clara, que es de una jurisdicción, y el de la Visitación
que es de otra; mas de tal arte y tal inmedíacíón que el pueblo de la
Visitación que es de
la nación y
estirpe Zotojil, y el de Santa Clara que es del Gobierno de Sololá de la nación
Quiché, tienen tan unidas é interpoladas las
poblaciones y contiguas y mezcladas las casas que no bien se distinguen y
diferencian; si no es en el idioma y en
el trage, en que siendo diversos se separan; mas
no de otra manera es cosa fácil ni casi imposible el conocerlos; y ahora como
entonces, es el padrón que dividía los términos y lindes de
aquellos, reinos de Sotojil y de Utatlán. Tenía cada castillo de estas naciones
su capitán ó su caudillo, que como castellano de la fortaleza de su cargo
le gobernaba á la manera que nuestros Alcaides en los castillos que mantenemos;
y de los, demás que hubo en esta jurisdicción, fuera de los advertidos, y de el
de Xelahuh y Xetulul de la nación sapoteca, y los que hoy prevalecen diremos
adelante y delimearemos en estampa, y del de Xetulul en Soconuzco, y otros de
otras Provincias de este reino se hará memoria en la tercera parte á donde
toca,
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